Capítulo 4

811 101 38
                                    

*****

Entro en el baño y veo a mi madre vomitar. No para de dar arcadas y escupir. No debe tener ya nada más en el estómago porque no hecha más nada.
Corriendo me pongo detrás de ella y le ayudo a levantarse.

- Mamá, ¿te encuentras bien?. -le humedezco el cuello con un poco de agua.
- Estoy bien. Creo que me ha sentado mal la cena. -cierra los ojos y se va hacia el mueble del baño para coger su cepillo de dientes.
- Mamá -suelto un sonoro suspiro. - No has cenado nada.
- ¡ Cállate, Mara! Vete a tu dichosa habitación. ¡YA! -comienza a gritarme sin importarle nada.

*****

Algo se mueve a mi lado en la cama y empiezo a abrir los ojos. Debido a la luz que entra por la ventana, tengo que cerrarlos de golpe e ir abriéndolos poco a poco.
Cuando por fin consigo abrirlos sin que la luz me moleste, giro la cabeza hacia el lado y veo a mi mejor amiga con el moño despeinado en lo alto de la cabeza. El rímel de sus pestañas se ha corrido por debajo de sus ojos pareciendo un mapache y no deja de suspirar y maldecir.

- Mara, llama a Alan y dile que estoy con cuarenta de fiebre. -se tapa la cabeza con las sábanas e intenta darse media vuelta.
Recordando lo que hacía mi padre conmigo, le pongo la mano en la frente y me río ante lo que pasa.
- Noah. Estas helada. Tienes más cuento...
Mi amiga se pone boca arriba rápidamente y comienza a lloriquear.
- No quiero ir a trabajar. De verdad que no me apetece. Siento que me voy a poner enferma.
Anoche comí demasiado. Necesito ir al baño y meterme los dedos para vomitar. Así podré sentirme mejor y dormir toda la mañana.

Miré a mi mejor amiga con mala cara y ella al darse cuenta de lo que me dijo se levantó de golpe y se puso delante de mí.
- Mara, lo siento. No tendría que haber dicho eso.
- Noah, no deberías bromear con esas cosas. -me levanto de la cama enfadada y me voy hacia el baño. Me ha molestado que diga semejante tontería.
- Tienes razón. Lo he dicho sin pensar. Perdóname. -sabe que lo que me ha dicho, me duele. Mi amiga se siente tan culpable que casi comienza a llorar.

Me duele lo que ha dicho, pero también sé que lo ha dicho sin pensar. Noah sabe muy bien por lo que pasamos mi padre y yo, y sé que nunca se reiría de algo así.

- Anda tonta, vamos a prepararnos para ir a trabajar. No te preocupes. -beso a mi amiga dándole a entender que está olvidado lo que ha dicho.
El día en el trabajo fue bastante duro, se notaba que era viernes. La gente se veía contenta, entraron grupos de chicos y chicas que probablemente habrían terminado sus clases y planeaban lo que hacer esa misma noche.
Desde que conocí a Luca, cuando un chico moreno entraba en el Bar, el corazón me daba un vuelco. Deseaba con todas mis ganas que Luca apareciese por la puerta, se dirigiese a mí, y me cogiese en brazos como en la película oficial y caballero.
Desgraciadamente eso nunca pasará.

- Noah, ¿te apetece que vayamos a cenar?
- Lo siento, Mara. He quedado. Pero puedes venir si quieres.
- No, no te preocupes. La verdad es que estoy cansada. Me iré a casa. Pásalo bien. -le doy un cariñoso abrazo a mi amiga y me marcho hacia casa.

Me he sentido un poco mal al escuchar que Noah ya había quedado. Solíamos quedar todos los viernes para cenar y luego bailar, pero ella había planeado eso con otra persona y sinceramente, estaba celosa. Yo no tenía a nadie más para salir y divertirme, solo a Noah.
¿Tendría mi amiga ganas de estar con otras personas y enamorarse? ¿Se alejaría de mí si eso pasase?

Salía por la puerta cuando alguien me tapó los ojos por detrás. Al tocar sus manos sabía que no eran las de Luca.

- Mara, deja de pensar tonterías. -mi subconsciente alucinaba con las tonterías que pensaba. - Luca no sabe nada de ti, ni siquiera sabe donde trabajas, no va a venir a buscarte aquí nunca.

Confié mi cuerpo en tus manos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora