𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐈
𝐒𝐀𝐆𝐀: 𝐔𝐍 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐒𝐄𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈Ó𝐍
"𝐌𝐢 𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚"
Alison Ivanov, una chica de dieciséis años con padres dueños de exitosas empresas tanto nacional como internacional. Ella lleva una vida normal como...
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Pov Alison
Parece que hubiera pasado una maldita semana aquí metida, pero tan solo ha pasado un día, Kilian a permanecido a mi lado todo éste tiempo, las cosas de la empresa los solucionaba por llamada.
—Hola, princesa —entró en la habitación con unas bolsas plásticas, recientemente había salido a comprar el almuerzo.
—Hola, Daddy —saludé sin ánimos, inmediatamente su vista se posó en mi rostro.
—¿Qué pasa, todo bien? —se acercó acunando una de mis mejillas —¿quieres que llame al doctor, princesa?.
—No, estoy bien, solo que ya quiero irme de aquí —hice puchero haciendo que él sonría enternecido.
—Tranquila nena, pronto nos iremos —besó mi puchero y acarició mi mejilla con tanta delicadeza, como si con un solo toque me fuera a romper.
—¿Qué trajiste de comer? —pregunté dirigiendo mi atención a las bolsas.
Enseguida él sacó las tasas con comida y los cubiertos para empezar a comer, después que terminamos nos pusimos a ver una película para pasar el rato.
Las chicas habían venido ayer a visitarme pero la que se quedó más tiempo fue Ingrid, para la mala suerte de ellas no pudieron ver a Kilian ya que tuvo que ir a su empresa por un problema que había.
De repente la puerta es tocada y abierta apareciendo por ella Ingrid casi aturdiendome con su grito. Al entrar su mirada iba de mi a Kilian dibujandose en sus labios una sonrisa.
—Ingrid —exclamé feliz de verla —Kilian, ella es Ingrid mi mejor amiga.
Él se puso de pie, extendió su mano hacia ella.
—Mucho gusto Ingrid, soy Kilian el novio de Ali —se presentó él, noté como mi amiga sonreía ampliamente ante esas palabras.
—Mucho gusto, Kilian —estrechó su mano.
—Bien, las dejo para que hablen —salió de la habitación no sin antes dedicarme una última sonrisa.
—¡Dios mío, es un verdadero dios griego!, ¿amiga de dónde lo sacaste?. Esta bien bueno, ahora veo por que te trae loquita eh —dijo pícara subiendo y bajando las cejas, reí por su comentario —¿no tendrá algún hermano por ahí que me presente?.
—Sobre eso, hay algo que debo contarte —ella me mira atenta esperando a que continúe —Adal, nuestro profesor de gimnasia es su hermano menor.
Vi como sus ojos se abrieron en sorpresa, permaneció en silencio unos minutos con la mirada pérdida como si estuviera metida en su propio mundo.
—¿En serio?, quien iba a pensar que ambos fueran hermanos y ni siquiera tienen algún parentesco físico —pronunció aún con la mirada pérdida.
—¿Y como van las cosas con él? —ella suspiró y bajó la mirada.
