Capitulo II

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Aturdido ante a situación frotó sus dedos sobre su frente calmando su respiración, levantó su mirada unas veces comprendiendo que no se trataba de una pesadilla, todo a su alrededor se sentía irreal. Tampoco se dio cuenta en qué momento dejó de rechazar el toque ajeno y eso lo molestaba, no quería tener nada que ver con un criminal aun cuando se trataba del hombre por el cual alguna vez sintió amor.

Se levantó de su asiento con dificultad, apartando al rubio que lo sostenía entre sus brazos para dirigirse a una de las paredes buscando a tientas alguna señal de la puerta debido a la escasa luminosidad, el toque viscoso en las paredes le hacía imaginar el material con el que estaban tapizadas, más no deseaba comprobarlo.

-Ahí no está la salida. –Dijo el rubio permaneciendo en su lugar, esperando que se girara a mirarlo, pero este continúo buscando a tientas, ignorándolo. –Te mostraré la salida si vuelves aquí y hablas conmigo.

Bufó antes de añadir -No tenemos nada de qué hablar.

- ¡Por supuesto que sí! No nos hemos visto en años y...

- Junmyeon no puedes aparecer en mi vida en la peor situación posible y fingir que no ha pasado nada. ¿Siquiera pensaste en cómo me sentiría? ¿Alguna vez te han importado mis sentimientos? Porque no lo parece. –Reclamó manteniendo fija su mirada sobre los ojos ajenos. –Y sabes que no hablo solo de lo que sucedió hoy.

- Ya me disculpé por mis acciones. –Exclamó acercándose un poco. -Lo siento por hacerte llorar.

El azabache lo observó incrédulo negando con la cabeza, convenciéndose a sí mismo de que todo era un mal chiste, el hombre frente a él no podía ser más idiota. El coraje que había reprimido en el pasado cuando lo abandonó y la furia que tenía en ese momento lo hacían querer gritarle, golpearlo tal vez lo calmaría, pero no valía la pena dedicarle ni una palabra.

-Muéstrame la salida. –Masculló mirando al suelo.

-No quiero que te vayas, aún es muy pronto.

- ¡Muéstrame la salida! –Exclamó sujetándolo con rudeza de los hombros. - ¡Entiende que no quiero verte! ¡No te quiero en mi vida!

La mirada serena que hasta el momento permanecía en Junmyeon cambió, ahora arrugando el entrecejo para liberarse del agarre de Sehun golpeándolo en las costillas haciendo que perdiera el equilibro y aprovechando el momento para juntar sus labios con fuerza contra los del alto en un beso.

- ¡Pero yo si te quiero en mi vida y no te vas a deshacer de mí! – Dijo separando un momento sus labios y volviendo a besarlo aferrando con fuerza su cuerpo impidiendo que Sehun se separara.

El azabache falló en cada uno de sus intentos por separarse, aquella acción hacia que su mente no pudiera pensar con claridad, no tenía idea de cómo sentirse, solo podía sentir su vista nublada y sus mejillas húmedas. Junmyeon estaba furioso por cada palabra que este había dicho; se había preocupado por él y por supuesto que el saber que se encontraba en Nápoles lo hacía feliz, quería verlo y la única forma en la que podía era llevándoselo en contra de su voluntad.

Pudo haberlo besándolo hasta que sus labios sangraran si no fuera porque su equipo interrumpió, avisando la llegada de la policía y pidiéndole que escapara del lugar de inmediato. Torpemente acarició la mejilla del espía disculpándose esta vez por el golpe y dejándolo solo en la habitación.

Sehun maldijo con todas sus fuerzas, nada de lo que había ocurrido era agradable, tocó sus labios sintiéndose usado y seguro de haber sido tratado como un juguete, Junmyeon era una persona horrible. No pasó ni un minuto para que el agente D.O apareciera en la oscura habitación acompañado por varios policías los cuales se apresuraron a auxiliarlo. Aturdido no se percató del momento en que llegaron al hospital, todo a su alrededor parecía ir deprisa sin darle el tiempo de analizar la situación.

Pasiones (In)CorrectasWhere stories live. Discover now