Dulce Hogar

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Cuando Vegas llegó a casa miró un auto gris estacionado en la entrada, sintió su corazón apretarse y acelerarse. Pensó en regresar a el lugar donde estaba para evitar cualquier confrontación con ellos, olvidarse de quienes eran y regresar hasta el día siguiente.

Se quedó afuera pensando, si entraba su padre le hablaría si no entraba todo seguiría exactamente igual.

El quería ser igual que ellos, pero como siempre había ese algo que no lo dejaba serlo. Pensaba que después de todo seguía siendo un esperanzado a que las cosas cambiaran.

Sacó su llave para abrir la puerta y entró, los dos estaban sentados en la sala de estar, sin saludar o voltear a verlos fue directo a las escaleras para subir a su cuarto.

Al final quería mirarlos y saber que estaban bien.

Se detuvo cuando su gato se restregó contra su pierna dándole la bienvenida, sonrío y le acaricio la cabeza.

—¿No nos vas a saludar? —escuchó a su papá hablar, la tensión se posó en sus hombros.

—Que va —respondió sin mirarlo, la incomodidad se pasó por su casa como una ola.

—Déjalo... —su mamá tomó del brazo a su progenitor, tratando de calmarlo.

Calma.

Tenía tiempo sin sentirla.

—Ven a saludar Vegas, no te lo repetiré de nuevo —Vegas sintió impotencia volteando su cuerpo y atención donde lo llamaban, el enojo rompió el borde de su paciencia y camino para encararlo.

Todo lo que guardo se desbordó en un segundo, pero lo volvió a guardar.

—No pelearé contigo —se volteo de nuevo, el corazón latiéndole como advertencia, el dolor punzante porque todo seguía igual.

Roto.

Los escuchó murmurando, espero que su mamá defendiera su nombre, su persona.

Que jodido era esperar todo el tiempo, comprender a quienes no miraban ni por encima la situación propia.

—Siempre será nada, aunque quieras verlo de otra forma —sentenció su papá, volteando a mirarlo.

—¿Qué expectativas te has hecho de nuevo? —preguntó regresándole su mirada retadora.

—Nunca cambiarás —su papá lo apuntó con el dedo— seguirás siendo el mismo fracasado de siempre —palabras que tenía tiempo sin escuchar le volvieron a doler.

Pensó haberlas superado.

—Lo que soy ahora no fue por un golpe —los miro a ambos, tratando de ser fuerte y sin querer demostrarles lo vacío que estaba, que tan podrido era que sentía cavar su propia tumba y caer ahí, porque después de todo, todo en el estaba muerto— lo que soy ahora es porque ustedes me hicieron alguien con esperanza y cada vez que pudieron acabaron con lo que me esperancé. Todo esto es una puta miseria porque nunca hubo nadie para mi -y como un cristal, basto que un movimiento en falso lo tocara para romperse.

Fue su destino desde el día en que nació.

En el estaban las tormentas de sus padres, en el estaban todas las tristezas que sus padres sintieron y que botaron en el. Pensaron que porque era un niño olvidaría, pero no fue así, porque cada desaire que le hicieron a su pequeño corazón le creó un sentimiento que lo marcó y no lo dejo vivir como hubiera querido.

—Vegas nunca te dejamos —su mamá lo miró con ojos llorosos y solo pudo desear no haberlos visto nunca.

Ojos mentirosos que deja ver las mentiras aunque tenga lágrimas.

—¿Cómo ibas a dejarme? ¿¡Cómo!? —alzó la voz— ayer y hoy sigues siendo nada para mi, lo único que me hace ser unido contigo es que seas mi mamá.

—¡Vegas! —reclamó su papá.

—¡Cállate! —le gritó de regreso— solo cállate por favor solo cállate —limpio su cara desesperado, sin realmente saber que reacción tener— lloré de ser abandonado por ustedes y suplique por su amor como un perro.

Pensó en ojalá no hubiera entrado a casa, deseó un amor, un buen amor que le hiciera sentir bien. Siempre deseó un abrazo lindo, un beso cálido en la mejilla, deseó todo lo bonito del mundo, ¿por qué se le fue negado? Después de un tiempo se hartó de desearlo y por ende termino rechazándolo, odiándolo en el proceso aunque todavía era un recuerdo que pensaba con nostalgia. Por alguna razón le daba algo de lástima y ternura su persona anterior, tan tonta y esperanzada a lo bueno que terminó siendo lo que nunca imaginó.

Se perdió a sí mismo para no volver a encontrarse con lo que algún día fue.

Te mate, y ya no existes mas.

—Nunca estuvieron, me hice miserable y me hace sentir así —desesperado, angustiado, sin control.

¿Qué podía pensar su madre? ¿Qué podía pensar su padre? Lo que fuera; nunca habría un perdón que podría sanar las heridas profundas que tenía su hijo.

—Vegas eso ya es el pasado —su mamá exasperada por su reacción se acercó— ya no estás ahí, tienes que avanzar.

—No me toques —alejó las manos intrusas que trataron de calmarlo —los rodeo llegando hasta la salida— claro que entiendo que es el pasado —dijo abriendo la puerta— solo que aún duele, pero no creo que me entiendan —y salió.

Que roto se sentía.

Ojalá nunca hubiera visto a sus padres de nuevo y se hubiera ahorrado revivir lo que llevaba arrastrando en silencio.

¿Qué era eso?

Le dolía la cabeza, le dolía el pecho, le dolía todo dentro de su cuerpo. Sentía ganas de llorar y un nudo dentro de él, Dios, sentía todo muy mal.

Salió rápido yendo directamente donde siempre habría paz.

El parque.

Las campanas de la iglesia sonaron dando a entender que ya había terminado misa.

7:00pm

Entre Nosotros - VegasPeteWhere stories live. Discover now