Parte 1

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Si, porque generamente sufro de una patologia llamada Sindrome de La Serie Finalizada (jajaja alguien que me interne en un sanatorio).

Seguramente se preguntaran ¿Por qué empieza otra historia si aun no actualiza las otras? Perdonenme de verdad pero tengo una característica que nunca he sabido si es mala o buena y es que tengo que escribir cualquier idea que se me pasa por la cabeza o me pierdo.

Es la primera vez que escribo para BL y aunque KINNPORSCHE no es la primera que veo es la que me ha marcado mas.

Si alguien lee en ingles está siendo publicada en ese idioma en AO3. Aqui les dejo el link


https://archiveofourown.org/works/40724193


Sin nada mas que decir, aquí va.




Vegas

Quizá una de las decisiones mas difíciles y trascendentales que Vegas tuvo que tomar fue aquella de dejar de darle la espalda a Pete. El pequeño Pete le rogaba que lo mirara, le decía que tenía hambre y que solo su dueño podía alimentarlo. Que había abandonado a la primera familia para encontrar a su dueño.

Si, Pete estaba aceptando que era de Vegas, y era así como este último lo percibía; su mas preciada y adorada posesión, la posesión que amaba mas que a nada en su vida. Más que a sus erizos, mucho mas que a su padre. Más que cualquier otro activo de su propiedad. Pete era su adorada mascota, su adorada persona. La posesión a la que lastimó seriamente en sus primeras interacciones.

Fue increíble que, en el poco tiempo que estuvieron juntos, desarrolló un sentimiento como el que Pete le inspiraba. Vegas, que siempre fue la sombra de su padre. Vegas, quien materializaba su instinto de lucha en la dominancia sexual, que era lo único que podía controlar verdaderamente, se enamoró por primera vez de una de sus mascotas. La más bella que alguna vez tuvo, tan espinoso como los erizos (era mentira que nunca les dió nombre, dentro de sí el primero que tuvo a los siete años se llamaba Amiguito I. Cuando este falleció le siguió Amiguito II, hasta que llegó el último de ellos, Amiguito V, aquel que enterró en un adorable y silencioso ritual, en compañía de su mascota humana, que en vez de escapar como lo hubiera hecho un animal o humano razonable, permaneció a su lado), pero que le inspiraba una ternura incluso mas profunda que aquellos animalitos. Pete, quien compartió su dolor de una manera tan única que fue en ese momento en que se percató de lo profundo que el escolta se incrustó en su alma.

Al sentir que todo aquello que amaba lo abandonaba para Vegas fue mas fácil intentar probarle a Pete que él, al igual que todos los que lo rodeaban, lo quería usar.

Jugar con las emociones de Pete fue sencillo (y ardientemente doloroso) y creyó tener exito diciendole que sabía lo mucho que al joven escolta lo excitaba ver a Vegas de mal humor. Sin embargo no podía negar su naturaleza controladora y apartarse de Pete diciendole que alguien como él (espinoso como los erizos), que no se rendía voluntariamente, no era nada divertido. Fue el perfecto finale hasta que el chico lo detuvo de irse con la última palabra para estrellar sus bocas con tanta fuerza que los dientes de ambos chocaron, en un beso fogoso e infernal. Fue solo en ese momento que Vegas se permitió dejarse llevar por primera vez, sin tener un motivo ulterior (no venganzas), sólo el placer del toque de alguien.

Contrario a lo que su propio interior creía que iba a pasar, Pete le entregó su sumisión, un regalo con el que Vegas no contaba pero que atesoró de la única manera que sabía; entregando dominación y placer a cambio.

Ahora, en ese presente, Pete le decía que lo quería y que deseaba ser suyo. Le pedía que lo mirara y no lo dejara.

Pero Vegas no tenía nada que darle a Pete, ni tampoco nada para sí mismo. Seguramente con la muerte de su padre el tío Korn quedaría a cargo de la familia menor y Vegas, al ser hijo de Khan, y haber participado en el complot para derrocar a la familia mayor, tendría un blanco dibujado en la parte de atrás de su cabeza.

Pero Pete estaba ahí. Pete que, al venir tras él, estaba dando la espalda a la primera familia que, de acuerdo a las largas conversaciones que mantuvieron despues de tener relaciones sexuales, lo salvó de morir en un cuadrilatero de boxeo y proveía para la abuela de Pete en todo momento.

¿Querría Pete quedarse con el penoso despojo que ahora usaba la piel de Vegas?

Tenía que comprobarlo, aunque fuera una última vez, ver en los ojos oscuros y rasgados de Pete (ojos que, recordaba bien, se ocultaban del todo tras sus mejillas cuando su hermosa mascota sonreía, porque sonreía con todo el rostro). Todo aquello que veía cada vez que los ojos de ambos se cruzaban cuando Pete se sometía y Vegas lo dominaba, algo con lo que nadie nunca lo había visto antes. Como sí Vegas fuera valioso, como si todo aquello que tenía en su interior, lo oscuro, lo dominante, lo diabólico, fuera algo sumamente fascinante.

Pete se reveló ante Vegas como un masoquista creando una poderosa mezcla con los propios fetiches de Vegas. Nunca estuvo tan en sintonía con alguien como con Pete. Era eso una señal? Era verdad que amaba a Pete?

Se dió la vuelta y finalmente lo vio, con la cara contraída de dolor y ojos llenos de lágrimas,lo que provocó su llanto también, porque la sonrisa triste que se dibujó en el rostro de Pete cuando Vegas capituló no fue lo suficientemente amplia para ocultar la añoranza en los ojos de Pete y la misma mirada de fascinación que siempre asocio al escolta. Si, Pete seguía siendo suyo, aunque no tenía nada, aunque tenia una sentencia de muerte colgando de su cuello, Pete era suyo.

El primer impacto fue en su pectoral derecho, un golpe que le sacó el aire con fuerza mientras su cuerpo era alcanzado por otros proyectiles, los suficientes para ponerlo de rodillas y quedar tendido en el piso. Aun cuando cerró los ojos porque todo a su alrededor se puso oscuro pudo escuchar el grito herido de Pete y los sonidos de más balas, pero ningún impacto lo tocó más. Sentía mucho frío y parecía que la poca vida que le quedaba estaba abandonado su cuerpo por los agujeros que tenía.

Aunque estaba seguro de que moriría su piel todavía era sensible al tacto y podía notar las manos de Pete tocando su rostro delicadamente y después cada una de las heridas de bala mientras lloraba sobre él. Ese dolor era algo con lo que estaba familiarizado, era el dolor de perder algo que se amaba y mientras la conciencia finalmente se empezaba a evaporar

Vegas supo que el rostro de Pete, sus ojos y sonrisa alegre, era lo único bueno que alguien podía ver antes de morir.

LIFE AFTER DEATH / A KINNPORSCHE THE SERIES STORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora