Siete

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Con la expresión incrédula —y herida de cierta forma— atravesó la gran sala, tropezó con uno de los camareros en medio de su torpeza. Azael le daba la espalda, sentado en la cabecera de la mesa cuadrada. A su lado estaba Thomas; ellos sin darse cuenta de lo que sucedía, hablando entre murmullos y conversaciones tensas. El resto, en cambio, la vio.

Primero fue Milosh, quien masculló algo rápidamente y llamó la atención de Nish, los ojos de los gemelos cayendo en ella al instante. Luego fue Earlier, quien bajó la copa de vino de sus labios solo para observarla cuidadosamente, alguna emoción indescifrable tras los ojos negros.

Fue Lobríah —Ría— la que habló, inclinándose sobre la mesa con elegancia y quitando la servilleta con la que se limpiaba las comisuras de los labios. Su voz fue un sonido curioso y cortés, demasiado afable para sonar real.

—Aurora —llamó suavemente y los ojos de la chiquilla cayeron sobre ella. Ría alzó ambas cejas, su expresión centellando con sorpresa por un segundo que le tomó transformarlo en amabilidad... pero ya toda la mesa se había quedado en silencio. El resto del mundo también, tal vez. Thomas había callado, llevando sus ojos hacia ella y Azael permaneció quieto. Indescifrable —¿Sucede algo?

Pero Aurora no respondió al comentario —que en el fondo se tornaba preocupado más que curioso— de la menor de los Harvet, no. sus ojos permanecieron fijos en él, intentando indagar en algo más que su postura tensa y su mirada oculta. Su conversación con Thomas había cesado ante su llegada y, aun así, él no la observó ni por un segundo.

Las emociones tomaron cabida; sintió su labio inferior temblar, esa sonrisa que llevaba desvaneciéndose con el miedo.

—¿Aurora? —uno de los gemelos la llamó esta vez, incitándola a sentarse porque ya más de una mirada caía sobre ellos y la chiquilla temblorosa frente a la mesa. La mayoría había terminado sus comidas, solo bebiendo de las copas y sirviéndose hasta que concluyera el horario; Aurora ni siquiera sentía apetito. No cuando un nudo comenzaba a formarse en su garganta.

Sin embargo, sus ojos verdes se posaron sobre uno de los chicos de iris negros. Forzó a sus comisuras a alzarse débilmente, sacudiendo la cabeza.

—Yo... —susurró— me quedé dormida al final del salón. Perdí la noción del tiempo.

El rostro de Earlier Harvet —de facciones finas y bellas, la chica moviéndose con elegancia y cuidado— se tornó burlón, cubriéndose con discreción bajo el bordecillo de la boca para ocultar una mueca. Pero su comentario, repleto de desagrado y amargura, fue lo suficiente bajo para que solo ellos la escucharan.

—La pequeña princesa perdió la noción del tiempo, ¿Deberíamos, tal vez, sentirnos avergonzados?

Ni siquiera la forma en la que las palabras de Earlier eran burlona y destinadas a perjudicarla, la mirada dura que el resto le dio para acallarla y la forma en la que la sonrisita de la chica cayó cuando se dio cuenta de la expresión de Aurora, nada de ello, logró quitarle la mirada. Como si el resto de la sala hubiera enmudecido y lo único que sucediese en ese momento fuera el corazón de Aurora latiendo como loco contra su pecho y el aire saliendo frío de su boca.

—Aurora, toma asiento —intento Ría, su tono enseriándose poco a poco y fue como si, de repente, cada uno de ellos supiese lo que sucedía. —Hazlo y come algo antes de que acabe el horario.

Por un momento Aurora pensó que obtendría alguna reacción de él por el comentario de Ría —creyó que se voltearía, la preocupación ganándole y finalmente hablando para sentarla a su lado y verla comer, él cuidando de cada detalle en la forma en la que lo hacía— esperó eso, al menos el más mínimo movimiento. No ocurrió y ahí fue cuando verdaderamente se siento preocupada, temerosa –estaba tan simplemente aterrada. ¿Qué había pasado lo suficiente malo para que él no pudiera siquiera... mirarla?

Prohibido ©Where stories live. Discover now