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—¿Chip? ¿Miguel? —llamó, pero sus amigos no estaban a la vista

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—¿Chip? ¿Miguel? —llamó, pero sus amigos no estaban a la vista. Quizás

no habían venido hoy a Freddy Fazbear. Quizás estaban a salvo.

Asustado, pero sintiéndose como si tuviera que saber lo que estaba

pasando, caminó en la dirección opuesta a todos los demás con una

creciente sensación de pavor.

Delante de él estaba el hombre con el disfraz de conejito amarillo... si

era un hombre ahí abajo. El conejito abrió una puerta que decía PRIVADO

y entró.

Oswald lo siguió.

El pasillo era largo y oscuro. El conejo lo miró con ojos en blanco y una

sonrisa inmutable, luego caminó por el pasillo. Oswald no perseguía al

conejo. Estaba dejando que el conejo lo guiara, como si estuviera en una

versión aterradora de Alicia en el país de las maravillas, bajando por la

madriguera del conejo.

El conejo se detuvo frente a una puerta con un letrero que decía SALA

DE FIESTA e hizo una seña para que Oswald entrara. Oswald estaba

temblando de terror, pero tenía demasiada curiosidad para negarse.

Además, seguía pensando; «no puede lastimarme. Ni siquiera he nacido».

Una vez dentro de la habitación, tardó unos segundos en registrar lo

que realmente estaba viendo y unos segundos más para que su cerebro lo

procesara.

Estaban alineados contra la pared que estaba pintada con imágenes de

las mascotas del lugar: el oso sonriente, el conejito azul y la niña pájaro.

Media docena de niños, ninguno de ellos mayor que Oswald, con sus

cuerpos sin vida apoyados en posiciones sentadas, con las piernas estiradas

frente a ellos. Algunos tenían los ojos cerrados como si estuvieran

dormidos. Los ojos de los demás estaban abiertos, congelados en una

mirada vacía, parecida a la de una muñeca.

Todos llevaban gorros de fiesta de cumpleaños de Freddy Fazbear.

Oswald no podía decir cómo habían muerto, pero sabía que el conejo

era el responsable, que el conejo había querido que él viera su obra. Quizás

el conejo quería que él fuera su próxima víctima, que se uniera a los demás

alineados contra la pared con sus ojos ciegos.

Into The PitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora