Capítulo VI: Auxilium desperandum prohibet.

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"Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales".
-Efesios 6:12

—Necesitamos un plan urgentemente —declara Jhooth, ante las miradas de Brant, Tzevaoh y los tres ángeles—.
—¿Desde cuándo tú eres el líder? —reclama Kefas, respaldado por Jerahmeel—.
—Desde que los saqué de Sheol y mantuve a K’naa más ocupado que ustedes.
—¿Y sólo por eso…?
—Basta —interpela Tzevaoh, mirando a Kefas—. Jhooth, ¿cómo piensas detenerlo?
—Eso es lo que no he pensado. Quise retenerlo para probar sus capacidades, pero no logré dar con ninguna posible debilidad.
—Tzevaoh —interviene Brant—.
—¿Qué? —pregunta Tzevaoh—.
—Tú eres él. O sea… Él es tú, o eso es lo que entiendo, ¿no? —mira a Jhooth—.
—¿Y eso qué tiene que ver? —pregunta Jerahmeel—.
—Tú debes tener alguna debilidad. Digo, si él es tu contraparte, y buscamos una debilidad en él, esa debe ser una que tú tengas.
—¿Qué te hace creer que nuestro Señor Memrá tiene debilidades? —lo asalta Jerahmeel—.
—¡Basta, ángel! —lo sujeta Tzevaoh—. El chico tiene un punto.
—Claro —expresa Jhooth—, es un buen punto, pero Jerahmeel tiene otro igual de bueno —mira a Brant—. ¿Cómo planeas averiguar alguna debilidad de K’naa, si hasta donde sabemos Tzeeva no la tiene?
—Claro que la tiene —interviene Azai—.
—¿Qué? —pregunta Jerahmeel—.
—Su paciencia —exclama Brant—.
Tzevaoh agacha la mirada y Jhooth lanza un suspiro seguido de una breve risa. Kefas mira a Brant en lo que éste se sienta en el suelo y mira hacia arriba.
—Ese tipo, K’naa, es muy similar a Jhooth.
—¿A qué te refieres? —pregunta Jhooth, intrigado—.
—Cuando apareciste por primera vez aquí ante mí, no te vi como una amenaza, pero sí como alguien de quién hay que cuidarse —Jhooth lo mira, intentando entender su punto—. Llegaste aquí haciendo afirmaciones sobre Tzevaoh y sobre nosotros y los humanos allá abajo, siempre burlándote de la poca paciencia de Tzevaoh; pero siempre mostraste tener la razón en tus puntos.
—¿Qué insinúas? —pregunta Azai—.
—K’naa y Jhooth tienen personalidades muy similares. Casi iguales.
—¿Entonces K’naa realmente no es parte de Memrá, sino que de Jhooth? —pregunta Jerahmeel, feliz de escuchar eso—.
—No —interviene Tzevaoh—. Él es parte de mí, pero de alguna forma, Jhooth es parte de él.

Se hizo un silencio ensordecedor, todos se miran entre ellos, intentando buscar una respuesta al dilema que se les presentaba en frente: ¿Cómo podía ser que alguien que nació gracias al poder de Tzevaoh pueda ser parte de Jhooth?
Kefas, perdiendo la paciencia, da un paso hacia Brant y, mientras Azai observa sus movimientos, lo llama a levantarse.

—Muchacho, no tengo nada contra ti, ¿pero adónde quieres llevarnos con toda esta charla?
—Nos encasillamos demasiado en la debilidad de Tzevaoh para vencer a K’naa, sólo digo que miremos más allá, pueden ser uno mismo, pero viéndolo pelear con Jhooth y contra ustedes, logré ver algo de su personalidad. Eso me dejó claro que NO son el mismo. K’naa sólo es producto de Tzevaoh, pero él mismo pudo haber influido en Jhooth.
—Y eso nos lleva a… —reclama Kefas—.
Brant, harto de la situación en la se había metido, frunce el ceño y se acuesta en el suelo. Jhooth crea un ojo con el que observa lo que sucedía en la tierra, viendo toda la destrucción causada por K’naa. La horda de criaturas ya se había expandido por casi todo el globo, arrasando poblados y países enteros. Tzevaoh no podía creer lo que veía, y Jerahmeel, sin pensarlo dos veces, abre un portal para ir a la tierra.
—¡Idiota! ¿Qué haces? —grita Azai—.
—Iré a salvar a la gente que aún no cae en manos de K’naa.

Jerahmeel cruza el portal, que inmediatamente después se cierra detrás de él, mientras Jhooth y Tzevaoh lo observan incrédulos.

—Parece que ese Jerahmeel no era sólo un niño llorón después de todo —comienza a abrir un portal—.
—¿Qué harás? —pregunta Tzevaoh—.
—Lo ayudaré.

Jhooth cruza el portal, seguido por Azai, que le dice a Kefas y Brant que se queden con Tzevaoh. Brant acepta la orden y mira a Kefas, dudando de su capacidad de seguir órdenes.

—Idearemos un plan de ataque, buena suerte —dice Brant—.

En el momento en que Azai termina de cruzar el portal, Brant se acerca a Tzevaoh y observa la tierra desde el ojo de Jhooth.

—¿Crees que Kefas esté de acuerdo en quedarse aquí? —pregunta en voz baja—.
—No lo está —responde Tzevaoh—. Pero sabe que si intenta ir a la tierra no se lo permitiré. Es de los pocos ángeles que no pueden ir sin mi autorización.
—¿Por qué?
—Por cuidado. Sé de lo que es capaz, su temperamento lo puede hacer destruir todo a su alrededor, por eso Azai fue asignado como su compañero.
—Porque es el único ángel que puede resistir y contener sus ataques,
—Sí.
—Pero… ¿Por qué lo aceptaste como ángel pese a lo que sabes de él?
—Por la misma razón por la que no lo dejo ir a la tierra. Por cuidado. Si lo hubiera dejado en el Sheol, estoy seguro que habría causado estragos en la tierra hace mucho tiempo.
—Ya veo. ¿Y qué haremos para detener esto?
—Honestamente, chico… No lo sé. Jamás pensé que mi propia ira pudiera desatar esto.
—Sugiero que estemos atentos a lo que pase ahora —interviene Kefas—. Tal vez podamos dar con una forma de vencerlo.

Tzevaoh y Brant miran a Kefas y asienten, luego se disponen a observar lo que pasaba en la tierra, siguiendo los movimientos de Jhooth, Jerahmeel y Azai, y estando alertas por si aparecía K’naa.

En la tierra, Jhooth sobrevuela los poblados buscando gente que aún no fuera alcanzada por las hordas de K’naa, guiando a Azai por entre las hordas y a Jerahmeel para ayudar a transportarlos a una zona segura.

—¡Rápido, no podemos dejar que se apoderen de todos! —grita Jhooth—.
—¡Tal vez sería más rápido si tú también ayudaras con estas cosas! —responde Azai, deshaciéndose de las criaturas que se aproximaban a un hogar donde había personas no afectadas por estas—.

Dentro del hogar, se encontraba Jerahmeel, sosteniendo un portal mientras ayudaba a la gente dentro de él a cruzar hacia la zona segura.

—M-muchas gracias —dice una mujer—. No sé si habríamos podido salir de aquí sin ustedes.
—Por favor, no agradezca —replica—, estamos aquí para ayudar.
—¿S-son ángeles? —pregunta, mirándolo con los ojos llorosos—.

Jerahmeel suspira y, viendo incluso la disponibilidad de Jhooth para ayudarlos, asiente con la cabeza y sonríe. La mujer, mirando en él a un hombre delgado y de cabello rizado, comienza a soltar lágrimas de felicidad mientras es llevada por un niño al portal.

—¿Estás bien, má? —pregunta el niño—.
—Sí, mijo, lo estoy —contesta la madre—.

El niño voltea a ver a Jerahmeel, sin poder ver una forma clara en él, pero sonríe al ver que logró hacer feliz a su madre. Jerahmeel le devuelve la sonrisa, sin saber que el niño no podía verla, y llama al resto de la gente para que sigan avanzando.

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