𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑽𝑰𝑰𝑰

Leer las notas por favor, gracias y disfruten :)

Emma nunca había vivido en un sitio rodeado por bosques.

Antes del barco vivía en una gran ciudad, el sonido de los gritos y los carros impulsados por los caballos aún hacía eco en sus oídos. Lo recordaba como si fuese ayer, los revolucionarios con sus pancartas y gritando a los cuatro vientos lo que otros creían que era disparates. Los murmullos crueles de los nobles hacia la plebe, o incluso hacia ellos mismos.

Su ciudad estaba llena de traidores, no hacia la patria sino hacia su persona misma. A la mínima que te descuides ya te clavaban un puñal en la espalda, una diana en la frente o la zancadilla hacia el borde de un barranco.

Por eso le gustaba Avonlea, los árboles brindaban cierta seguridad, eran como una barrera que los protegía de todo mal que hubiese en el exterior.

Emma podía pasarse horas viendo la corteza de un roble, intentando descubrir qué secretos ocultan, los árboles confiaban sus secretos al viento, al igual que ella se los confiaba a los árboles.

Caminaba mirando el alrededor, Anne hablaba sobre el espléndido día que hacía, aunque en realidad hubiese nevado y Cole la miraba con una sonrisa en la boca.

Hace apenas diez minutos ambos jóvenes se habían presentado en casa de Gilbert, la habían cogido de la mano y prácticamente la arrastraron fuera.

— Ya verás, Emma. — dijo Anne respirando hondo — La obra va a ser una hermosura. ¿Acaso no te parece maravilloso?

— ¿El qué, Anne?

— El poder dar vida a las historias atrapadas entre las hojas de un libro, leerlas es una cosa fascinante, no me malinterpretes, pero ver cómo van dando rienda suelta a la creatividad, como los personajes consiguen voz y presencia, como los sentimientos se transmiten como si estuviera dialogando para ti y solo para ti. Llámame loca Emma, pero creo que es algo verdaderamente fascinante.

La castaña no tardó en descubrir que Anne tiene un vocabulario... fuera de lo común, por no decir extravagante. Pero eso fue lo que más la atrapó en un principio.

De pequeña su madre siempre la regañaba porque se movía por el mundo según sus intereses, y no los de sus progenitores. Ella hablaba solo con cierta gente, y a los demás los ignoraba de manera cordial.

Pero ella no buscaba oro, grandeza, un buen nombre o un contacto en la corte, sus intereses eran más bien conocer a alguien distinto, alguien interesante por su forma de ser o pensar, y no por que su cifra bancaria tenga más ceros que la suya.

Emma no entendía de cifras, entendía de sentimientos, y se acercaba a aquellos que pudiesen tocar su alma con una melodía, una risa o unas palabras.

Emma se interesó en Anne por que era diferente, por que sabia como expresar todo aquello que anhelaba con decir una frase, sabia describir la belleza cuando esta era indescriptible.