PROBLEMA DIECIOCHO

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No me percaté de cuando había amanecido ni de cuando la puerta de la entrada se había abierto con tranquilidad. Lo único que en estos momentos no comprendía, era el dolor insufrible que tenía en mi cuello luego de haberme quedado dormida justo en el hombro de Armin. Él parecía estar descansando plácidamente, apoyando su cabeza sobre la mía. No tenía idea de cómo podía levantarme sin despertarlo, así que con cuidado, me separé lentamente de su lado, apoyando su rostro sobre la pared y levanté mi cabeza del hombro de Armin, esperando que no notara mi ausencia. Traté de acostumbrar mí visión de la repentina luz que salía de la lámpara del living, justo donde todos estábamos

Nadie parecía haber escuchado el ruido de la puerta pero sin embargo yo lo hice. La luz apenas comenzaba a entrar por las ventanas de la cocina. Observé en silencio como todos parecían estar durmiendo sin problema aunque posiblemente cuando todos despertaran, estarían llorando por el dolor en sus cuerpos. Hitch fue la única inteligente que había mudado todo su cuerpo a mi cama porque no estaba en el sofá con el resto. Mikasa y Eren compartían una cobija, ambos chocando sus cabezas mientras que Sasha y Connie parecían haber jugado una partida de twister por la manera particular en la que Sasha cruzaba toda su pierna justo debajo del cuello de Connie. No sabía muy bien cómo describir lo que posiblemente era la peor posición para dormir.

Reiner y mi padre se encontraban de pie. Reiner estaba sonriendo mientras que mi padre solamente parecía perplejo por la situación inusual en su casa. Apreté mis labios con fuerza y salté de mi lugar, esperando llegar sin problema hasta donde estaba mi padre. Reiner alzó una ceja pero no dijo nada y se dirigió hacía la cocina tarareando como si disfrutara del momento.

-Annie... -susurró mi padre, dejando de lado su maletín y extendiendo sus brazos hacía mí. Seguí mi camino hasta sus brazos y abracé todo su cuerpo robusto y diminuto. No recordaba la última vez que había recibido un abrazo de mi parte pero pensaba disfrutarlo en este momento, al menos hasta que tenga que explicar qué pasó anoche. Apoyó sus labios sobre mi cabeza-. Me alegro que estés mejor.

No dije nada, no necesitaba responder en estos momentos, simplemente decidí apreciar el abrazo que tanto estaba ansiando desde que había llegado a casa. Probablemente podría morirme de vergüenza si alguien más se despertaba y me veía en ese tipo de situación, sin embargo no pasó nada y agradecí profundamente que nadie se hubiera levantado hasta que Reiner empezó a aplaudir, esperando que todos se movilizaran a la mesa del comedor para desayunar.

-¿Qué hora es? -preguntó Hitch, bajando de las escaleras como si nada. Entre cerré mis ojos, dudando si seguiría permitiendo que seamos mejores amigas, pero cuando ella vió a mi padre y chilló como una niña, terminé disimulando una pequeña sonrisa-. ¡Señor Leonhart! ¿Cómo está?

Mi padre sonrió un poco y respondió cortésmente-. Bien Hitch, veo que tú también.

-La cama de Annie siempre es mejor que el suelo. -Respondió sin vergüenza mientras se deslizaba sobre la puerta de la cocina como si viviera en esta casa hace años. Seguí a Hitch, pisándole los talones junto a mi padre y Reiner señaló hacía donde estaba el resto.

-Deberías ir a despertar a los demás. -lo miré, esperando que eso le diera una idea de que no tenía pensado moverme justo cuando mis ojos frenaron en unas donas que antes no estaban en la mesa. Reiner tomó la caja antes de que pudiera agarrar una y alzó el dedo mientras lo negaba justo en mi cara-. No hay donas para niñas desobedientes.

Abrí la boca, esperando que un hilo de insultos siguiera luego de haber escuchado la palabra niña pero la risa de mi padre me dejó helada. Incliné mi cabeza mientras Hitch sonreía, tomando el café que Reiner le acababa de servir con una sonrisa cerrada.

-Voy a hacer más café. Annie llama al resto.

Antes de que pudiera sentarme a protestar, simplemente me giré y seguí las órdenes de mi padre. No quería discutir con él, sobre todo porque apenas había llegado de su viaje, probablemente cansado hasta los huesos. Abrí y cerré la boca, sin saber cómo despertar a los adolescentes que parecían disfrutar de mi sillón. Giré mi cabeza, observando a Armin descansar sobre la pared acurrucado.

SIN FIN. Annie x Armin (ARUANI)Where stories live. Discover now