🥀 Vida eterna 🥀

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Gyeon acariciaba la espalda de Namjoon en una muestra de consuelo. El hombre de piel canela y semblante duro no encontraba manera alguna de poder salvar la vida de sus amigos y de la mujer que, para bien o para mal, amaba.

—¡No puedo hacerlo! Es imposible poder salvar sus vidas, perdieron demasiada sangre, además de que... No pude, ese niño. No logré...

—¿Salvarlo? Namjoon, no eres Dios. ¿Qué podías hacer por ellos? Es una suerte que aún no hayan muerto.

Namjoon solo seguía llorando amargamente, tratando de limpiar sus manos tan manchadas de sangre.

—Probablemente ese niño... Era mi sangre.

—¿Hijo de Seokjin?

—Deberías solo callarte, no digas más ya.

Seokjin entró hecho pedazos; no podía creer lo que había sucedido esa noche, todo el calvario que Levana y sus amigos tuvieron que soportar. Ellos solos eran desgarradores.

Min YoonGi estaba inconsciente, al igual que Hoseok. Sin embargo, Levana, su tierna y bella Levana, había perdido al ser que se encontraba en su vientre. Ella no podría, ella no se recuperaría de ese dolor. SeokJin la conocía; sabía de sobra que Levana no soportaría aquello.

—Déjanos solos, Gyeon —la mujer de ojos azules lo miró con desprecio antes de salir del lugar—. ¿Qué pasará con ellos?

—No lo sé.

—Esa respuesta no me dice nada, Namjoon. Necesito saber: ¿qué va a pasar con Levana?

—¡No lo sé! ¿No entiendes? Perdió demasiada sangre; además, la herida en su pecho aún no sana. No lo sé, SeokJin, no tengo respuesta para eso.

—¡Me niego a perderla!

—¡Yo también! ¿No entiendes? No quiero que se vaya, quiero seguir mirándola, aunque sea de lejos. Quiero seguir respirando su aroma al pasar, necesito seguir perdiéndome en sus profundos ojos y quiero seguir mirando su rojizo cabello. ¡Necesito a Levana desesperadamente! Pero... ¡no puedo! No puedo hacer nada.

Seokjin se quedó mudo ante las palabras dolidas de su hermano, quien le estaba confesando que, al igual que él, estaba perdido en Levana. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Fue muy estúpido no haberlo notado.

—Dilo más despacio, Namjoon. ¿Estás enamorado de ella?

Namjoon intentó negar con la cabeza, pero sus sentimientos ya le habían ganado; ya no podía, ni mucho menos quería seguir ocultándolo.

—Siempre lo estuve.

Solo esas palabras bastaron, solo eso para que Seokjin uniera pieza por pieza el rompecabezas que tenía en desorden. Namjoon había arreglado el mejor matrimonio para él con Gyeon. La noche que se comprometió con ella, Namjoon también quiso hacerlo con Levana. ¡Qué decepción! Qué estúpido era.

—¿Qué más debo saber?

SeokJin se miraba tan afectado, devastado por toda aquella miserable situación.

—El niño de Levana...

—¡No! Espera, eso no.

—También era tu hijo.

Concluyó a pesar de la súplica de SeokJin por no saber aquella desgarradora verdad. Lo peor era que SeokJin lo sabía; su corazón no lo engañaba, pero fue un cobarde de lo peor. No luchó, no intentó con todas sus fuerzas. Era su culpa: perder a Levana era su culpa y perder a su hijo también lo era.

Salió a toda prisa de aquel lugar; su interior estaba completamente roto. No tenía ni siquiera fuerzas para enfrentarse a lo que venía. Si Levana fallecía, él lo haría junto con ella; no se quedaría a vivir una vida donde ella no existiera. Entre sollozos y lamentos, no se percató de que Gyeon lo observaba detenidamente.

—Deja de llorar.

SeokJin se estremeció por la impresión que le causó escucharla hablar.

—¡Lárgate, Gyeon!

—Deja de ser estúpido y escúchame por una vez. Deja de llorar y haz algo por Levana y tus amigos.

—¿De qué hablas?

—¿Conoces la leyenda de los dioses Sanshin?

—Son leyendas infantiles; no existen tales dioses —contestó, molesto.

—Sabes que en esta región se encuentra aquella montaña llamada Baektu-san. Se dice que esa montaña tiene el poder de dar o quitar vida.

—¿A dónde quieres llegar con estos cuentos de hadas? Gyeon, déjame tranquilo.

—Es posible salvarlos. Solo debes ir a la montaña y pedir un milagro. Al final de la montaña, en lo más remoto y olvidado, donde ningún hombre pisa, en ese lugar existe un invierno eterno. Caminarás entre blanca y densa nieve hasta llegar al pedestal de rocas; justo ahí está una rosa blanca y en ella el poder de la vida eterna. Solo debes dar muerte al ser que la protege y la vida eterna será de quien la tome. Levana puede salvarse y también tus amigos.

—Deja de decir estupideces.

Una tercera voz se unió...

—¿Y si hay verdad en eso? La montaña es sagrada.

Namjoon estaba detrás de ellos, acompañado de Taehyung.

—Yo lo haré, iré a buscar esa rosa para Levana y mis hermanos. —Taehyung se mostraba decidido y valiente.

—Iré contigo —afirmó Namjoon.

—Sí, Hyung, les diré a los demás.

Taehyung fue a buscar a Jungkook y Jimin, quienes sin duda alguna irían en busca de aquella efímera esperanza. Debían luchar y lo harían.

Esa tarde fría y sombría, cinco hombres ensillaron sus caballos y se adentraron en un camino lleno de tupidos pinos. Todos estaban decididos a traer vida de la sagrada montaña y no volverían sin alguna esperanza; eran familia y debían luchar tan fuerte como pudieran.

Leyenda o verdad: todos subirían a lo alto de la montaña, donde buscarían aquella rosa blanca para poder así tener un poco de consuelo para ellos mismos y algo de esperanza para quienes estaban inconscientes y al borde de la muerte.

─ ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

En la gran casona se encontraba Gyeon, aquella bonita mujer de ojos del mar. Lo que ellos no sabían es que Gyeon no era una mujer ordinaria; ella era una poderosa hechicera que se había enamorado de aquel dios protector de la rosa de la vida eterna.

Ella era una hechicera blanca que ayudaba a los mortales, pero en su tórrido enamoramiento no se percató de que aquel ser protector de la vida eterna jamás se quedaría a su lado. Noches y días eternos lloró sobre aquel pedestal; necesitaba que él se quedara a su lado y, en un acto de egoísmo, intentó con un hechizo destruir aquella rosa, lo que le trajo terribles consecuencias: ¡Serás maldita de por vida! Los dioses Sanshin la habían castigado por su osadía y fue desterrada de aquella sagrada montaña.

El ser al cual ella amaba se llamaba SeoHi, magníficamente hermoso, pero demasiado cobarde y egoísta; él no luchó por su amor.

Llena de dolor, tristeza y resentimiento, juro que se vengaría del ser que la enamoró y la abandonó en su destierro. Le juro a SeoHi que algún día acabará con su vida. Aun con todo eso, al despedirse, SeoHi puso un pétalo de aquella rosa sobre su pelo, prometiéndole vida eterna y que en algún momento se volverían a encontrar; ella no moriría y él la buscaría aunque fuera en otro cuerpo u otra vida.

Después de más de cien años, Gyeon había encontrado la manera de llegar a SeoHi de nuevo. Esos siete hombres perdidos en el amor de aquella mujer, Levana, eran una descendiente de aquel poderoso aquelarre y era la mujer perfecta para manipular a todos. Gyeon tomó al más frágil, que era Namjoon, y lo envolvió entre hechizos y mentiras para poder llenar de odio sus razones. Namjoon era una marioneta para Gyeon y, al final, todos lo fueron. Ahora se encontraban rumbo a lo desconocido, con el corazón roto pero sus esperanzas en alto.

Eran hombres guerreros, quienes sabían cómo luchar y defenderse, porque en aquella época era normal vivir empuñando una espada o alguna arma que cuidara de su vida.

Ellos sabían luchar contra el enemigo, pero... nadie les enseñó a luchar contra lo desconocido, contra lo oscuro y perverso. Nadie les dijo que, si hacían tratos con brujas, habría terribles consecuencias.

PROMESA DE MUERTE |ᵇᵃⁿᵍᵗᵃⁿ ᵒᵗ7 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora