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Frente a la espléndida y gigantesca mansión se agolpaban numerosos reporteros y cadenas de televisión. La noticia de que la menor de los Vidore estaba a punto de casarse trajo conmoción en todo el país.  Mayormente por qué era la primera de la generación en contraer matrimonio públicamente.

Los preparativos para esta gran gala matrimonial, habían sido lujosamente preparados en el gran salón. El aire limpio y puro que hace mucho tiempo no recordaba le trajo una gran tranquilidad a su mente revuelta. Aunque tampoco negaba que había estado intranquilo mientras el lujo lo rodeaba, no estaba acostumbrado a ese tipo de ambientes por lo que era evidente su incomodidad.

Hace una horas que había llegado a la residencia de los Vidore, donde casualmente
la mujer que había visto en la pantalla aquella vez en la calle iba a celebrar su matrimonio.
Puede ser coincidencia, o simplemente los azares de la vida haciendo de las suyas. Sea cual sea la razón, Ian estaba más ocupado y concentrado en realizar la tarea por la cual había sido enviado allí. Había explorado todo el área al primer momento de que nadie había sospechado de él; miró y exploró los rincones de cada lugar al que se le tenía acceso, contó puertas y ventanas, lugares donde se podría acceder fácil a la cámara principal donde no hubiera mucha seguridad, aunque claro, no había sido sorpresa para Ian que en realidad no había lugar que no estuviera fuertemente resguardado y vigilado.

Ian suspiró suavemente, encogiéndose de hombros mientras pensaba fuera de lugar.
Miró a su alrededor, pasando copa por copa a uno de los empleados que los acomodaba pulcramente una encima de otra en una mesa para que formara una figura de pirámide. Con cuidado de no dejar que el vino de ninguna de las copas de vidrio se caiga, Ian dejó su tarea excusándose de que debía buscar más vino. 

Camino hacia la cócina organizando su chaleco negro que combinaba con los otros empleados. No sabía cómo fue que John, el hermano menor de Jhonathan, había conseguido infiltrarse en la residencia en primer lugar. Había escuchado vagamente de Dona que habían secuestrado al empleado original, pero no estaba lo suficientemente seguro como para opinar; la información no se le había permitido, en mayoría, ningún tipo de información valiosa que lo ayudará a entender lo que pasaba en realidad. Sin embargo, no reputo ni se quejó, no si eso era lo que le daría dinero.

Al menos, Ian estaba seguro de que si se esforzaba y acataba todas las órdenes dadas, podría rápidamente salir de sus problemas.

El basto bullicio siguió recorriendo el lugar, los pasos frenéticos de todos los empleados aún se escuchaban por todas partes. Ian miró furtivamente el gran espacio decorado, su mirada que siempre se mantenía inexpresiva de repente se volvió una mueca cuando sus adentros se revolvieron suavemente. No se había alimentado correctamente en todo el día, siento solo una taza de café cargado que lo había ayudado a mantenerse en pie durante el transcurso. Ahora que el día se está empezando a acabar, el hambre estaba empezando a tomarle factura fuertemente y el suave e incluso pegaso aroma de la comida siendo servida en las mesas no hacía más que mirearlo y hacerle temblar las extremidades en un temblor casi susurrante.

Tristemente consciente de el entorno en que se encuentra, lo que no se consumiría esta noche iría directo a la basura, donde se pudriría y se olvidaría entre los mordiscos de los perros vagabundos.

Sin dejarse más tentar por sus pensamientos, Ian apresurado llega al enorme y exagerado patio de la mansión. No era raro que todo sea tan bonito y grande, ya que el lugar era sumamente gigantesco, siendo esta una enorme residencia en lo alto de una montaña alejada de la civilización, cerca de un risco donde el mar llegaba. Además, era tan grande y brillante que a tan solo mirar el exterior se podía ver una imagen fascinante de la naturaleza haciendo de las suyas.

MAFIA In the morning [Bl]Where stories live. Discover now