Te tengo.

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Golpeas tu cabeza contra el escritorio, el amanecer del tercer día había llegado y habías acabado el trabajo de dos semanas hacia unas horas, la cuarta jarra de café ahora estaba vacía, pero incluso sin sus efectos no serias capaz de dormir.
Ni tu mente ni tu corazón habían logrado calmarse, incluso dos noches después la sensación del beso cruel de Sebastian continuaba en tus labios, aquella decepción en su mirar no era algo que pudieses olvidar.
-Carajo- golpeas de nuevo contra el escritorio- necesito vacaciones.

-Planea estar en vela toda la semana?- pregunta tu mayordomo desde la puerta.
"No puedo dormir, idiota" piensas al quedarte en silencio, no podías responder de una manera tan grosera ya que él había permanecido a tu lado, en silencio, haciendo cualquier cosa que necesitaras sin que se lo pidieras.
-Tampoco tengo deseos de comer- respondes al mirar la bandeja en sus manos- ya te lo había dicho.
Regresas la vista hacia las partituras en la mesa, era el inició de una melodía triste que habías escrito por pura inercia.
Levantas la vista cuando las ágiles manos enguantadas te quitan las hojas de las manos.
-Qué estas..?
Sebastian te mira severo, eras un desastre y esa mirada era suficiente para sacudirte.
-El tiempo esta en su contra- dice al fin con seriedad- debe tomar una decisión ahora mismo.
-La tomé hace tiempo- respondes desviando la mirada. Sebastian espera que digas algo más pero no era el momento más oportuno- cierra la puerta cuando salgas.
Extiendes la mano exigiendo tus partituras, él las entrega con resignación.
-Sebastian- le llamas antes de que saliera- aún confió en ti.
-Morirá por obstinación.
-Prefiero llamarlo determinación- respondes, él cambia su expresión por una más amable- cumpliré con nuestro contrato, claro, si aún quieres.
Sebastian deja salir un respiro de resignación, mantiene los ojos cerrado mientras ladea la cabeza buscando tranquilizar su mente.
- Tendrá que disculparme, ya que no tengo una respuesta- suelta mirándote con desgano- con permiso.
Él sale del despacho dejándote una sensación de vacío, golpeas de nuevo el escritorio dejándote caer sobre las hojas llenas de letras y notas.
El aroma del té de ceilán te hace mirar en dirección a la bandeja que él había dejado en quien sabe que momento, tu estómago gruñe, pero la tensión aun mantenía un nudo en tu garganta.

Las horas pasan mientras escribes las notas sobre las líneas, había tanto que escribir que pronto terminas con el montón que tenias en el escritorio, levantas la vista, Sebastian no había vuelto aún, debías ir por ellas tú misma.
Caminas por los pasillos hacia la biblioteca buscando con la mirada a alguno de tus sirvientes pero no los había por ningún lado, miras por la ventana del tercer piso encontrado a Gideon balanceándose sobre el barandal de piedra de los jardines.
Tampoco habías vuelto a hablar con él y no planeabas hacerlo pronto, evitarlo era la mejor opción.
Te alejas de la ventana sin que él lo notara, debía haber alguien más.
Llegas a la biblioteca abrazando con fuerza tu obra incompleta contra tu pecho, podrías continuar trabajando en ella en ese gran sitio sin que nadie te molestara.
Comienzas de nuevo dejándote caer sobre el cómodo sofá intentado descifrar la melodía en tu cabeza, después de un rato tus ojos parecen pesados y sin poder evitarlo caes dormida soltando todas las hojas que se riegan por la alfombra.
Te despierta la sensación cálida sobre tu boca, abres los ojos dando un salto pero la mano de Sebastian te tranquiliza volviendo a colocar el dedo sobre tus labios.
-No debería tirar esto de manera tan descuidada- se queja mirando las partituras- es hermoso, pero algo me dice que no es lo que busca.
Te quedas en silencio mirando la manera relajada en la que se había sentado junto a ti, jamás lo habías visto tomar asiento.
-Donde estabas? - respondes encogiendote ante la sensación cálida de la manta que ahora te cubría- cuanto a pasado?
-Solo un par de horas, lo lamento, sé que no le gusta estar sola- Sebastian se encoge de hombros- pensé que estaría afuera, hace un buen clima.
Lo miras sin entusiasmo causando que sonriera, sientes una punzada donde la marca se hacia cada vez más grande, disimulas desviando la mirada hacia un librero.
-Duele?- pregunta al acercarse para examinar la marca.
-No- sueltas sin mirar al sentir su mano deslizarse por la piel amoratada- es más como algo que se clava y te deja vacío poco a poco, es difícil de explicar.
Muerdes el interior de tu boca conteniendo tu respiración por unos segundos, extiendes la mano para alcanzar su pecho pero él se levanta de inmediato apartándose de tu alcance.
-Tú puedes tocarme, pero yo no a ti- sueltas con un poco de resentimiento- a veces me pregunto que rayos piensas.
-En no perder el control- la respuesta sale tan automática que parece sorprenderlo más a él que a ti- debe dormir, me aseguré de que nadie entre aquí o a su habitación, lamento haberla molestado.

"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Sebastian Michaelis y tú.Where stories live. Discover now