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MIO, TUYO; NUESTROS

Yeonjun contuvo la respiración cuando el alfa tanteó los alrededores de su húmeda entrada.

Lo miró, batiendo sus pestañas solo para él después de que le besara el pezón derecho y de que pasara la punta de su lengua con lentitud sobre el mismo.

—¿Puedo? —preguntó con voz ronca.

La respiración del menor estaba errática, y lo veía con el rostro sonrojado y esos ojos color miel nublados por el placer del momento.

Más que deseo y lujuria, dentro de aquella habitación había un desbordante cariño y la urgente necesidad de volverse uno. De recorrer hasta el último rincón del otro, y unir sus cuerpos en un intento por transmitir el amor que florecía entre ellos, sumándole la tensión sexual que se les acumuló con el paso de los meses.

Yeonjun asintió en respuesta mientras acariciaba los mechones negros que caían sobre la frente del alfa. Este último se acercó a besarle la frente, después bajó a su boca y mientras comenzaba a besarlo lenta y profundamente, introdujo su dedo medio con lentitud.

Un gemido se ahogó en su boca, pero no provenía de él, provenía del chico bonito debajo suya, quien arqueó la espalda y apretó las piernas por la intromisión. Tenía los ojos cerrados y sus cejas profundamente fruncidas.

Soobin no cerró los ojos en ningún momento, precisamente para apreciar las expresiones ajenas y así poder saber si algo le molestaba.

—¿Te duele? —murmuró contra su mejilla, muy cerca de su oído.

Yeonjun se encogió hacia ese lado, sintiendo cosquillas en la zona por lo estimulado que se encontraba.

Las feromonas con aroma a almendras combinadas con las suyas danzando invisibles en la iluminada habitación, lo tenían muy susceptible y sensible a cualquier estímulo.

No podía dejar de pensar en que era la primera vez que Soobin, siendo un alfa dominante, liberaba sus feromonas al tope de su capacidad, haciéndole saber que se sentía cómodo a su lado. Intentado impregnarlo con su aroma para que cualquier alfa a un metro de distancia lo oliera y supiera que era solo suyo cuando salieran de casa y caminaran por las calles.

—U-Un poco... pero no pares —contestó contra sus tersos labios.

Soobin le dio un beso corto y siguió moviendo su dedo en el interior ajeno, disfrutando de sobremanera los gemidos delicados que le regalaba Yeonjun para hacerle saber que lo estaba disfrutando.

Después de unos minutos, un segundo dedo fue agregado y el omega soltó un chillido a la vez que se aferraba a los anchos hombros del alfa con fuerza.

—Shh... entiendo. Ahora respira, bebé —susurró con voz dulce.

Yeonjun abrió los ojos y lo miró embelesado por cómo un par de palabras suyas lograron hacerlo respirar con más calma.

Era tan gentil y considerado que Yeonjun de verdad se sentía afortunado de tenerlo.

No, más que fortuna, tener a Soobin era una bendición.

No sentía miedo. Por mucho tiempo intentó evitar tener relaciones con Soobin, no porque no quisiera, sino porque temía que la expresión gentil de su amado fuera opacado por la sombra de su pasado. Que esas suaves manos se convirtieran en aquellas garras que le lastimaron las caderas.

Pero cuando rebuscó en sus memorias, (aquella noche desafortunada permanecía como una maldición que lo atemorizaba, sí), pero tener a Soobin a su lado y la dicha que sentía con cada roce, cada mirada y cada beso que le regalaba, iluminaba su vida como la luz del sol haciendo acto de presencia en un dia lluvioso.

𝗠𝗬 𝗧𝗥𝗨𝗟𝗬 𝗔𝗖𝗛𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora