4.- Un plan perfecto

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Juls

Los siguientes días Riley y yo nos escribimos mucho y he firmado varios papeles de acuerdos con Harry. Tener un bebé con mi desconocido marido no es peor que hacerlo en un banco de esperma con un donante anónimo. Y entiendo que él no quiera ayudarme con el hijo de otro. Solo le pedí una condición al respecto, que añadiésemos una cláusula en el acuerdo que dijese que, si no le veía capacitado para cuidar de mi bebé, renunciaría a la custodia voluntariamente. Nunca dejaría al niño en manos ineptas. Eso es fundamental. Y él aceptó.

Hemos pasado de los emails a los mensajes por WhatsApp, que es más cómodo para decidir cosas de forma rápida. Acordamos que la boda se haría en San Valentín, dentro de poco más de un mes. Las prisas no son buenas, pero queremos quitárnoslo de encima cuanto antes. Supongo que Riley tiene mucho más dinero que yo, porque ha organizado todo muy rápido. Le dije dónde quería que fuese la ceremonia y él consiguió reservar la iglesia. El restaurante lo elegimos a medias, más o menos, a mí me da igual. Eso sí, he elegido las invitaciones, que aún no he mandado. No hemos puesto límite de invitados, pero hemos acordado que cada uno pague lo suyo. Parece una buena solución.

―Así que vas a hacerlo ―me dice Clark, cuando entra en el piso que compartimos.

Estoy tendida en el sofá, mirando una revista de vestidos de novia. Sé que mi madre no me perdonaría que no fuese de blanco, pero es complicado elegir sin verlos en persona. He quedado con ella y un par de amigas para ir mañana a una tienda y poder elegir. En realidad, aún no les he contado dónde vamos ni que voy a casarme, se lo diré cuando vayamos. Me parece el mejor momento.

―Claro.

―Estás loca, Juls ―me dice, sentándose con pesadez en el sillón a mi lado―. ¿Y si es un psicópata o un pervertido sexual?

Eso me lo he planteado yo también, porque no estoy loca de verdad, pero eso me hace pensar en que hemos acordado tener un bebé, pero no la forma. Para mí estaba claro que no iba a ser por el método natural, ¿él lo tiene igual de claro? Porque no es un matrimonio de verdad.

―No lo es ―le digo a Clark, antes de sacar mi móvil, que se ha escurrido entre los cojines del sofá, y escribirle.

Juls: Debemos incluir en el contrato que tendremos el bebé mediante inseminación. Supongo que estás de acuerdo en no complicar nuestro matrimonio con sexo.

Clark resopla, leyendo sobre mi brazo. Bajo el móvil para mirarle un poco, pero vuelve a recostarse en el sillón y agita la cabeza. Me hace un poco de gracia lo mucho que le horroriza.

―¿Has pensado en quedar con la chica bocadillo? Es mona ―le digo, por cambiar de tema―. Y le gustas.

―Huele a barbacoa.

―Pues dos por uno. ¿No es más genial así? Aunque quizá te de hambre cada vez que la huelas. ―Me doy golpecitos en el labio con el móvil justo cuando vibra, me apresuro a mirarlo.

Riley: Estoy totalmente de acuerdo.

―Qué falso marido más expresivo ―se mete Clark conmigo―. Y que apasionado. Claro que seguramente que no te la meta a ti, no significa que vaya a guardarla en sus pantalones. Ni siquiera sabes si tiene una novia de verdad. ¿Y si tú eres la otra? Voy a ducharme.

Se levanta sin más y me deja hecha un mar de dudas. No quiero ser la otra. He tenido malas relaciones con infidelidades, sin embargo, no tengo derecho a pedirle que me sea fiel, cuando nuestra relación es falsa, ¿no? Escribo y borro un millón de veces, mientras busco la forma de decirlo sin parecer una chalada total.

Juls: No tengo derecho a pedirte fidelidad cuando esto no es de verdad, pero... Si vas a estar con otra en lo que dure nuestro matrimonio, ¿podrías ser discreto y hacerlo muy lejos de mí? Yo, como te dije, no tengo intención de estar con nadie más, así que eso por mi parte no es un problema.

Si en diez años...Where stories live. Discover now