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Ese día Hyunjin salió un poco mas temprano de su trabajo y fue a la biblioteca de nuevo esperando encontrarse con el peli rojo.

Había terminado de leer el último libro, estaba encantado, era una de esas personas que no creía en los destinados.

Hace muchas décadas que no se presentaban esas parejas.

Todos habían dejado de creer en eso incluso el, ¿pero que lo había hecho cambiar de opinión?

¿Acaso el pecoso pelirrojo tenia algo que ver?

O quizás la historia que había leído estaba muy bien escrita y los personajes lo habían atrapado desde un principio.

Al igual que los otros dos libros con la misma temática, diferentes historias, pero al fin y al cabo parejas destinadas.

Debía admitir que le gustaría sentir el aroma de su omega, que su lobo aparezca y le diga que esa persona es de ellos. Pero eso no iba a pasar, porque la Luna les quito aquello.

O bueno eso creía el.

La cabeza de Hwang estaba gacha perdida en el suelo cuando a su vista quedaron una jordan de color blanco y negro.

Y luego escucho una voz ronca.

—  Mi sillón.

En ese momento supo que el pelirrojo estaba frente suyo, subió su mirada lentamente viendo de nuevo aquel rostro angelical.

—  ¿Tu sillón? No veo que tenga tu nombre o algo así, ¿me equivoco?

Felix se tiño del mismo color que su cabello al darse cuenta que quizás lo que había dicho era algo tonto.

—  Perdón no quise sonar así… solo que lo uso muy a menudo.

Hyunjin soltó una pequeña risa y luego se levanto de aquel lugar.

—  Descuida cerecita, entiendo, estaba esperándote.

—  ¿A mi?

—  Si, a ti. Quería entregarte yo mismo el libro.

—  Oh ya veo, no tenias porque. Podrías habérselo dado a Jisung y te ahorrabas esperar.

—  Yo decidí esperarte porque quería entregártelo personalmente. Me gusta tu cabello. Es un color bonito.

Se miraron por unos segundos ambos perdidos en sus propios mundos.

Felix no podía negar que el aroma del alfa lo volvía loco y tampoco podía negarse que no estaba enfermo o algo por el estilo. El de verdad sentía el olor a tierra mojada que emanaba el contrario.

¿Debería decirle? Que puede sentir su aroma… ¿pero que pasa si no le cree? Su madre no le creyó, ¿Por qué el si lo haría?

—  Y bien cerecita, ¿aceptarías una taza de café? Podríamos debatir sobre los libros, no se, algo así.

—  Claro, podemos ir a la cafetería que esta alado. Es del omega de Jisung.

—  Por mi esta bien.

PETRICOR | HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora