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Varias estrellas fugaces recorrieron el cielo y en cada una de ellas un beso, un dulce beso acompañado de suaves caricias en las mejillas y el cuello. Lía se sentía como en una nube, el mundo había dejado de existir a su alrededor. Los sueños que siempre había tenido ahora no eran tan solo puras fantasías, eran reales, reales como los ojos que la miraban con ternura mientras sus manos apartaban los mechones que el viento había desordenado sobre la frente de Yunho.
- No me quiero ir -susurró el chico -me quiero quedar toda la noche aquí, contigo -la voz tan suave, tan tenue que pareciera que estuviera cantando una nana. Le besó la frente y la envolvió entre sus brazos, apoyando su cabeza en su pecho.
- Y yo -respondió ella dejándose llevar, cerrando los ojos.
Sentir su respiración, aspirar su aroma, acariciarlo, besarlo, Lía no quería que esa sensación de paz se detuviera por nada del mundo pero entonces pensó en Mingi y los demás. ¿Qué harían al día siguiente? ¿Admitirían que estaban juntos o era demasiado pronto?
- ¿En qué piensas? -susurró Yunho mientras las manos recorrían perezosamente la zona baja de su espalda.
- Pensaba en Mingi y... -las palabras cesaron de golpe. Un escalofrío la invadió al notar sus manos sobre el vientre y unos besos demandantes en el cuello. Luego una risa y un suave beso sobre la frente.
- No te preocupes por eso, yo hablaré con Mingi y se lo diré. Tú puedes contárselo cuando te sientas preparada. A los demás ya se lo iremos anunciando, aunque creo que lo verán por si solos -sus ojos brillantes la miraron con dulzura, dedicándole una de las sonrisas más bonitas de las que había visto hasta ahora.
- Está bien, ya me quedo más tranquila. Yo también hablaré con Mingi cuando tenga ocasión -Lía lo abrazó fuertemente, escondiendo la cabeza en el hueco existente entre su cabeza y su cuello. - Deberíamos volver, nos vamos a resfriar -susurró escondiéndose del frío.
- Vamos al coche, traje una manta pero me olvidé de sacarla. Lo que dije sobre no volver a la cabaña... es cierto -suspiró y le besó la cabeza al notar la frialdad de su cuerpo buscando calor humano - Me sentiría mal por Mingi, no quiero incomodarlo. Mañana hablaré con los chicos por si alguno quiere intercambiarse conmigo -explicó con calma, frotando los brazos de Lía con las palmas de sus manos para aliviarla.
- Eres un sol, Yunho -añadió pensando en las palabras que Mingi le había dicho antes de salir de la cabaña. Ciertamente, Yunho haría todo lo posible para evitar herir a alguien, más cuando esas personas eran sus dos mejores amigos.
- Vamos por la manta, estás helada -concluyó Yunho al fin, poniéndose de pie y tendiéndole una mano para ayudarla a levantarse - Podemos dormir en las hamacas que hay cerca del embalse, son un poco incómodas pero nos las apañaremos.
- También podríamos dormir en el coche -sugirió Lía mientras caminaban. Yunho negó con la cabeza, el asiento trasero no era lo suficientemente amplio para los dos - Entonces busca una sudadera. No quiero que te resfríes.
