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Agarré mi mochila y salí del salón. Era la hora del almuerzo, y la hambre que tenía era infernal.

En la mañana solo había podido comer una manzana porque me olvidé de poner el despertador y mi madre me tuvo que venir a despertar. Por lo cual, no alcancé a hacer mucho y terminé viniendo con una manzana en la mano-la cuál me comí viniendo en camino en mi bicicleta-.

En cuanto entré al comedor pude ver varias mesas. La mayoría de ellas estaban vacías, pero algunas estaban ocupadas.

Giré mi vista hacia la mesa en la que me sentaba algunas veces con Donna, permitiendome verla a ella y a alguna de sus amigas.

Miré en la mesa de al lado, no estaba ocupada por nadie.

Sin pensarlo dos veces, comencé a caminar hacia la mesa. Me senté en ella y saqué mi carpeta.

Necesitaba terminar un trabajo de Historia que no había completado, y mientras comía el sándwich que me había preparado ayer, escribía en la hoja.

-Hola -escucho que me saludan. Me doy vuelta, permitiendome ver a Bruce y algunos de sus amigos.

-Hola -le devuelvo el saludo, más respetuosamente a todos.

-¿Podemos sentarnos contigo? -pregunta uno de los chicos, sonriendome amable.

-Claro... -le respondo, sonriendole también.

Los tres chicos se sentaron junto a mi en la mesa y comenzaron a almorzar. Hablaban sobre temas sin sentido, y sorpresivamente me incluían en esos temas, como si nos conociesemos de siempre.

Es decir, si los conozco de siempre, pero nunca hablamos tanto como para decir que somos amigos.

Les agarré confianza con solo unos minutos de almuerzo, y al parecer, ellos a mi también. No pensaba que de repente iban a venir tres chicos e iban a simular una amistad de toda la vida, pero sin embargo, no me molestó para nada.

Creo que Bruce quiso ser amable y en cuanto me vió sentada sola en una mesa, le propuso a sus amigos la idea de venir y sentarse a mi lado.

No me gusta la idea de que se hayan sentado conmigo por pena, pero igualmente no se si fue exactamente por eso.

-Y, escuchen; si hubiese un apocalipsis zombie, ¿Que arma usarían para defenderse? -pregunta uno de los chicos, creo que se llamaba Louis.

-¿Cuchillo? -responde Winston, sonando más una duda. No se si Winston y Louis eran amigos o si eran primos, cerca sé escuchaba hablar de ellos pero nunca supe si eran parientes o no.

-Yo digo que espada -respondo. Louis me da la razón.

-¿Ven? Esa es buena -dice, y desvía su mirada a Bruce.

-Yo dejaría que me maten -responde, con un tono de obviedad.

Los tres lo miramos, más ofendidos que sorprendidos.

-¿Cómo vas a dejar que te maten? -pregunta Louis, dándole un sorbo a su jugo-. Es horrible que un zombie te mate.

-Si, es decir, no va a ser una buena muerte -dice Winston. Bruce frunce el ceño y lo mira.

-Ninguna muerte es buena -le dice, informando.

-Si, pero la muerte de un zombie es peor que todas -digo, haciendo que Bruce desvíe su mirada hacia mí.

-Y, ¿por qué? -pregunta confuso.

-Porque los zombies muerden -responde Louis-, si quieres que te maten, vas a tener que esperar una eternidad para que lo hagan. Es decir, te matan con los dientes, no es una muerte muy rápida.

-¿Podemos dejar de hablar de esto? -pregunta Bruce-, estamos comiendo...

-Tú me seguiste el juego -le responde Louis.

Los cuatro seguimos hablando de estupideces hasta que sonó la campana. Ya era hora de irnos a nuestras casas, a excepción de algunos que tenían horas extra.

Winston comienza a recoger sus cosas y las empieza a meter en la mochila. Desvía su mirada hacia mi, que también estaba guardando mis cosas y cuestiona:

-¿La bicicleta que siempre está en el árbol de manzanas es tuya? -me pregunta, curioso. Yo asiento con la cabeza como respuesta.

-Podrias irte con nosotros -dice Bruce, invitandome. Lo dudo.

-No creo que vayamos para el mismo lado -digo, cerrando mi mochila.

-Yo vivo a dos casas de la tuya -dice Louis, mirándonos a Bruce y a mí-, podríamos hacer el recorrido hasta la casa de Winston y Bruce y luego volvernos juntos -propone, yo asiento convencida.

-Esta bien -digo, con una sonrisa.

Los cuatro comenzamos a caminar hacia las bicicletas. Primero tomé la mía-la cuál quedaba más cerca- y luego fuimos a buscar a las de los chicos.

-¿Nunca se te ocurrió dejar tu bicicleta en la entrada de la cancha de BaseBall? -pregunta Bruce, a lo que yo niego.

-No, ¿Por qué?

-Te la podrían robar si la dejas en el árbol -responde Winston-, en la entrada de la cancha hay cadenas.

-Si, pero es más lejos -le digo, frase con la cuál terminó la conversación.






-¡Hey, Bruce! -lo llama Louis. El nombrado desvía su vista hacia él y le hace una seña con la cabeza para que siga hablando-. Te hago una carrera hasta la línea amarilla.

Winston me miró con el ceño fruncido, antes de cuestionarme;

-¿Cuál línea amarilla? -me pregunta, más en un susurro. Yo frunzo el seño confusa.

-¿Qué? -le pregunto, acercándome más a él mientras andábamos en bici.

Mi manera de escuchar no es muy buena-nunca lo fue-, así que supongo que susurrarme algo no es la mejor manera para hablar.

-La línea amarilla -me responde-, no la veo.

-Ah, ahí -digo, y señalo con mi mano izquierda a la línea amarilla por la que Bruce y Louis hacían una carrera.

Winston pareció haberla visto, ya que se alejó asintiendo y mirando hacia la línea.

-¡Gané yo! -exclama Bruce, una vez que llegaron a la linea. Ambos dejaron de pedalear y se quedaron justo encima de la línea amarilla. No se muy bien quien fue el ganador, ya que me había quedado pensando en que era lo que iba a comer en la noche-. Vamos, no seas tramposo. La línea la toqué yo primero.

-No -responde Louis con obviedad-, es obvio que la línea la toqué primero yo. Iba a más velocidad que tú.

-Chicos -nos llama Bruce, girando su cabeza para vernos-, ¿Quien ganó?

Winston y yo nos miramos a la vez.

-Si vieron quien ganó, ¿No es así? -vuelve a preguntar, esperando a que digamos que si.

-Yo no he visto nada -le digo, dejando de pedalear para ponerme al lado de ellos.

-Yo tampoco -dice Winston, haciendo que ambos chicos suspiren rendidos.

-Sigamos -nos susurra Louis, antes de comenzar a andar en bicicleta de nuevo, haciendo que los tres lo sigamos detrás.


See U Later, Bruce YamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora