mommy's worst birthday

393 61 104
                                    

Cuando Kim Jungeun cumplió sus 18 años de edad, ella misma se obsequió una estadía de 4 años en la correccional de Daegu.

No fue intencional, pero los eventos que resultaron en este castigo si fueron momentos inmemorables. Y recordar de estos era lo que había echo cuando el autobús la trasladaba a la prisión, manos y piernas encadenadas en los compartimientos de este para mantener a ella y a sus compañeros sentados. Reflexionaba todo lo cometido y como siempre se preguntaba cuando tenía un percance con la ley: ¿Qué maldita hostias había hecho mal esta vez?

Jungeun se estaba repudiando, la frustración de ser ella misma ya siendo hasta físicamente doloroso de cargar.

Sus pensamientos fueron a el concepto de un cumpleaños. Este día que le tocaba celebrar un año más de vida no solían ser para nada especiales, sus padres no tomando ni la molestia de destacar ese día en sus calendarios. Así que no había un: “Feliz Cumpleaños, Jungeun” o un pastel que fuera igual de dulce que el cariño que todo infante merecía de sus seres queridos. Cuando el 10 de febrero llegaba, la vida se aseguraba de seguir normalmente y descartar toda importancia de Kim Jungeun en este plano de existencia.

Y ella no iba a permitir eso.

El alcohol, las drogas y la insumisión era lo que hacía de sus celebraciones un desbarajuste más que enganchaba de una inestable vida. No había excusas para una conducta tan insensata, pero si había explicaciones. Explicaciones que solo ella sabía, pero lamentablemente, no podía expresarlos.

Porque nunca le dejaron hacerlo, y todo ese agobio se volvió tan complicado que esta se traducía en acciones erráticas y no en precavida disciplina. Jungeun parecía no aprender de este patrón destructivo porque no había nada más que eso.

Destrucción.

La inexistencia de una figura ejemplar que estuviera en sus alrededores era una imposibilidad. Las viviendas proveídas por el sistema gubernamental, donde habitaban seres carentes de servicios básicos, no iban a hacer un ambiente donde la paz podría protegerlos.

No.

Todos estaban jodidos, y Jungeun estaba encabronada.

Así que, entre ese rencor y esa ceguera de emociones, sus irresponsabilidades fueron detenidas por la policía aquel 10 de febrero del 1998. Después de recibir muchas quejas de residentes de una calle opuesta sobre la alteración a la paz, resultó ser que la perpetradora de este era una Jungeun que estaba chillando gomas en la carretera mientras el reguetón explotaba en las bocinas.

Jungeun era una beoda, no había cuestión alguna de que ella tragaba sus aflicciones a compás de que ella tragaba esas bebidas alcoholizadas. Así que al escuchar y ver esas sirenas acercarse a su AMG Hammer rojo del año 86, la castaña empezó a estrellar su cabeza contra el guía tomando un segundo de consciencia para ver todo el desbarajuste que ella cometió nuevamente.

Fue detenida, halada de su auto, obligada en tomar la prueba de aliento, conducida a preguntas intencionadas para incriminarla; aunque ya su estado delataba de más para ponerle cargos en su contra. Fue una típica investigación policiaca que cumplía con el requerido proceso. Y al momento que el oficial le iba a dar una advertencia, el otro oficial alertó de un descubrimiento serio.

Algo que cambió el delito menor a un delito grave.

Una bolsita de cocaína.

Y antes de que Jungeun pudiera reaccionar, el oficial encargado de detenerla la empujó contra el suelo y colocó todo su peso encima de la ahora mujer. —Señorita Kim, queda arrestada por posesión de drogas—

¡Puta hostia, joder!

De ahí, Jungeun sonrió y al ser alzada con sus esposas puestas, ella no pudo evitar reírse. En vez de comer pastel, comió pavimento.

¡Feliz cumpleaños, maldita cabrona!

(...)


13 de junio de 2002

17:12PM


Jungeun ya había llegado a su hogar: la residencia Eclipse. Puros bloques de cementos con una paleta de colores grisáceas, una arquitectura que le chupaba el espíritu a cualquiera que presenciara de este. Las estructuras estaban podridas, el gobierno prefiriendo gastar en mantenimiento que invertir en una urgente remodelación.

Era una jungla para pobres, donde nadie el ser salvaje era permitido porque era la única forma de poder sobrevivir. Pero ya Jungeun estaba acostumbrada, eso era lo único que había percibido y experimentado. Lo único proveído por sus padres, y eso que usaron de ella para ganarse los beneficios del sistema. Y como quiera, no pudieron buscarse algo mejor. Eran egoístas, sus placeres iban primero que su propia sangre.

Sangre envenenada de tanta droga y malicia inyectada.

La cara de la castaña se volvió amarga, su ojo contrayéndose y sus puños tornando blancos al sostener la bolsa de compras. Bajó su cabeza para luego dar pasos firmes hacia al apartamento número 6, el hogar que compartía con su novia. Y cuando puso su mano encima de la manija, sintiendo la áspera oxidación, lo único que ella deseaba era que la otra le diera por lo menos un abrazo, un confort para darle la esperanza de que todo iba a salir bien después de todo.

¿Verdad?

Lee Joowon, era su soporte desde que se conocieron en la secundaria de la comunidad. Ambas rotas, pero comprendidas de la una a la otra. Kim Jungeun no juzgó y no tenía la necesidad de hacerlo, la contraria fue bienvenida a su corazón sin cuestión alguna.
Jungeun confía en Joowon, y ahora era tiempo de agradecerle por haberla esperado por cuatro años. No tenía el dinero para poseer de tal lujo, pero una propuesta de matrimonio se puede hacer sin costo alguno. Y aunque estuvo aislada por tanto tiempo, la meditación que conllevaban esas horas silenciosas dentro de su celda no abarcaban a un escenario perfecto para proponerle tan significante paso entre dos vidas.

A pesar de sus diferencias, la castaña estaba dispuesta a establecerse con la rubia porque todo el amor que ella exponía con la otra era ese que no pudo hacer por sus padres. Joowon estaba ahí para Jungeun, así era como ella lo había presenciada y no había nada que cambiase su perspectiva.

Jungeun suspiró profundamente antes de sonreír, teniendo la confianza de que iba a conseguir amor que ella tanto anhelaba detrás de esa puerta. En su hogar. Abriendo la barrera entre la frialdad del exterior y la calidez del interior, Jungeun alzó la mano que tenía la compra en victoria.

—¡Mi amor ya llegué!— la castaña pió, cerrando la puerta de un empujón que causó un estruendo a una grandiosa entrada —Vaya si supieras como fue este día, no me acostumbro a esta libertad todavía. Te traje la leche que me pediste y ahora podrás comer tus Zucaritas tranquila. Mis padres te mandaron las bendi- ¿¡PERO QUÉ CARAJOS ESTÁ PASANDO AQUÍ!?—

De tan alegrada distracción, Jungeun pudo caer en cuenta de la escena que estaba en frente de ella. La escena de su amada Joowon arrodillada en el suelo con un pene, de ese desconocido hombre que reclinaba de la pared, en su boca.

.
.
.
.
.
.

esta historia no va a hacer para nada como daddy attachment

no quiero repetir la misma formula para no aburrirles así que esto es más una obra satírica

habrán momentos turbios... eso se los garantizo

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 01, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

⬅️ ...mommy attachment || LipSoulWhere stories live. Discover now