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Jane parpadeó cuando su gemelo, Alec, volvió a repetir su nombre

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Jane parpadeó cuando su gemelo, Alec, volvió a repetir su nombre. Con solo una mirada se dio cuenta a donde se había ido.

Los recuerdos seguían allí.

Aunque era obvio, los vampiros nunca olvidaban. No como los humanos. Muchas cosas que sucedieron hace siglos atrás aún estaban bien presentes en su cabeza.

Eso era lo malo de la inmortalidad.

Todo por lo que pasaban, había muy pocos recuerdos felices.

Los vampiros disfrutaban de quedar inmóviles por una razón, se petrificaban porque era más cómodo para ellos. Pero había muchísimas ocasiones en donde Jane y Alec ni siquiera pueden quedarse quietos, al final del día son el arma más poderosa de la guardia y Aro se asegura de hacerles saber para quien trabajan.

Seguían ahí porque no conocían nada más, era rutina.

Los efectos de Chelsea estaban pasando...

Más rápido de lo normal y se sentían extraños.

Durante siglos sentían que tenían un propósito y una misión, servir a Aro y hacer que él siempre ganara en cada batalla. Inclinarse ante él y obedece órdenes. Afilar sus dones y ser imparables... para Aro.

No había otro propósito.

Pero ahora... ¿qué tenían que hacer? La eternidad se veía aburrida. Se veía confusa y algo incierta.

Jane al menos tenía a una persona en mente, una persona a la cual podría intentar perseguir de nuevo. Volver a ganarla.

Sin embargo, Alec...
Alec era otro caso aparte.

Se sentía vacío.

Claro que también tenia a cierta persona pasando el tiempo en sus pensamientos. Pero lo veía imposible. Sus naturalezas no coincidían y tenía terror.

Por primera vez se estaba sintiendo insegura de aquella palabra.

"Amor"

Se cuestionaba si valía la pena, si era especial o si era posible sentir aquellas mariposas. Aún estando muerto, se veía sonriendo de manera tonta junto a esa persona. Riendo después de siglos en donde trataba de tener una expresión de indiferencia.

Saliendo de sus pensamientos, Alec noto como su gemela respiraba el aire. Estaba oliendo algo. Un olor medio desconocido, pero que hace siglos pudo oler alguna vez.

Era una mezcla de tierra y madera. Madera seca.

Y entonces, recordaron para que estaban allí.

Ambos salieron de entre los árboles persiguiendo el aroma. Corrían tan rápido que si un humano estuviera en el bosque, ni siquiera los hubiera visto y solo sentiría una brisa violenta chocar con él.

El otro vampiro era muy rápido.

Con una mirada de Jane, Alec tomó otra ruta para encontrárselo de frente. Así dejándolo sin escapatoria.

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