Capítulo 28: Nueva primera cita

29 8 2
                                    


Nolam

El despertador aún no había sonado pero llevábamos un rato despiertos. Habían pasado unos días desde el primer beso que nos dimos en la cocina y, desde aquella noche, habíamos continuado haciéndolo. No se trataba de algo puntual, sino de algo que se había implantado en nuestro día a día. Aquella mañana habíamos dejado atrás el mundo de los sueños para adentrarnos en el real. El mundo de los besos había tomado protagonismo frente al de Morfeo. Cada uno de sus besos me hacía sentir como si fuera el primero. Podría decir que parecíamos adolescentes, pero no estoy de acuerdo en eso de considerar que el amor se puede vivir de forma diferente dependiendo de la edad y mucho menos minimizar ciertos sentimientos. A cualquier edad se puede intensificar las sensaciones que provocan un amor correspondido.

―Me encanta besarte... ―le susurré en la oreja antes de llenar su cuello de suaves besos que le hacían reír a carcajadas.

―A mí también... ―me respondió disfrutando del suave roce de mis labios.

Nuestras bocas volvieron a unirse de nuevo con gran apremio, disfrutando cada segundo que compartían. Me encontraba desabrochándole el segundo botón de su pijama cuando el despertador nos avisó de su presencia, haciendo que ambos mostrásemos nuestro fastidio. Acomodado aún encima de él, me fui retirando lentamente hasta quedar justo a su lado, con el cuerpo boca abajo pero con la cara girada para contemplarle mientras mi mano le acariciaba con suavidad sus tiernos labios.

―Ojalá fuera sábado y no tuvieras que ir a trabajar.

―En realidad este fin de semana no estaré aquí, voy a ver a mi familia ―me recordó.

―Bueno, cualquier otro sábado. Eso contando con que yo no tuviera que trabajar, claro.

―Ese momento llegará algún día. Y encontrarás algo mejor ―sentenció poniéndose de lado frente a mí.

Recibí un tierno beso en la nariz que me hizo sonreír de forma bobalicona. Me mordí los labios antes de besarle en los suyos.

―Creo que lo mejor es que te prepares si no quieres llegar tarde ―dije sentándome en la cama.

―Tienes razón. Además, no quiero que emplees de nuevo tu magia conmigo.

Joel se puso de rodillas detrás de mí. Cerré los ojos cuando sentí sus manos rodear mi cintura y disfruté de una rápida dosis de besos en mi cuello que me hizo soltar algún que otro suspiro. Tras un último beso en los labios, se marchó al cuarto de baño.

―Recuerda que hemos quedado a las ocho con tu nueva cita ―le recordé antes de marcharse.

Como respuesta recibí un sonoro suspiro de su parte.

―¿No la podemos anular o algo así?

―Sabes que no. Además, con todo el lío que hemos liado no está la cosa para que anulemos nada.

―Supongo ―respondió encogiéndose de hombros―. Nos vemos al medio día ―se despidió dándome un pico.


A las ocho de la tarde nos encontrábamos en la puerta del bar donde Joel había quedado con Rosa, su nueva cita. Un rato antes de salir de casa, le había recordado algo muy importante: no podía mencionar el hecho de que la joven no era su primera cita sino la cuarta. Pese a no entender los motivos de mi petición, me había confirmado que no diría nada.

Cuando entramos, la chica ya se encontraba en la mesa que compartirían. En contraste con su nombre, se había teñido el pelo de azul eléctrico. Además, llevaba un vestido de manga corta de color huevo, lo que le hacía parecer bastante pintoresca. Ya en las fotos que habíamos visto Joel y yo, lo habíamos imaginado cuando nos la encontramos con el cabello morado.

Tu cupido personalWhere stories live. Discover now