PRÓLOGO. La puerta a un mundo de titanes

45 6 5
                                    

Era 15 de mayo, un mes equilibradamente caluroso y la fecha de mi nacimiento, exactamente de mi cumpleaños 16.

En este día soleado no había nadie con quién festejar y por otras varias razones decidí visitar a mi abuelo. Su personalidad es muy seria y no habla mucho sobre sus gustos, rara vez comentaba algo diferente que no fueron sus días de lucha en la guerra.

Aún así vine a su casa, una estructura que se desmoronaba igual que él, ambos tanto la casa como mi abuelo eran demasiado viejos.

Lamentablemente no podía decírselo a la cara, temía que le diera un infarto. Pero no es tan malo visitarlo de vez en cuando, además hoy es un día especial y necesito de al menos un poco de su presencia.

Con un taxi me dirigí a su casa en las zonas rurales y apresuradamente caminé enfrente para intentar observar por la ventana si todavía seguía con vida.

"Tin"

Sin captar muy bien el interior, arriesgué mi suerte al entrar y afortunadamente no había nada extraño. Bueno, solo mi abuelo es el único extraño y más con su rifle acomodado en su brazo derecho al mismo tiempo que disfruta de un buen vino en su sofá.

- Hola abue...

- ¡¿Quién eres?!¡¿Como entraste a mi casa?!

Sorprendido, ni siquiera me dio tiempo de acabar de saludarlo correctamente. Sin embargo, ya estaba acostumbrado que mi abuelo me olvidará en un lapso de dos días como mínimo, desafortunadamente padecía de alzheimer.

Pero todavía recordaba sus eventos como veterano en la segunda guerra mundial, supongo que fueron sucesos demasiado traumáticos como para que su mente tuviera la capacidad de olvidarlos fácilmente.

- Soy yo abuelo, tu nieto.

- ¿Mi nieto? Así que eres Fran...

- Hmm si, soy ese "Fran".

- Ja, ja finalmente haz crecido, aunque sigues siendo feo para tu edad.

Lo siento Fran, donde quiera que estés espero que no escuches sus palabras.

- Tienes razón abuelo, tu nieto Fran es extremadamente feo.

- Y ¿a que viniste?

- ¡Oh!, casi lo olvido, vine a recoger los 100 dólares que te prestó mi mama cuando compraste tus nuevas botas.

- ¡¿Qu-é?! No recuerdo haber pedido tanto dinero. Ah, no importa, creo que hay 100 dólares en algún cajón de  mi habitación, puedes tomarlo y entregárselo.

Por supuesto que no lo recuerdas, jamás en tu vida pedirías dinero, y en especial a la malhumorada de tú hija.

Además, como un ex-militar recibe una jugosa pensión de forma mensual, pero ni siquiera sé si lo recuerda ya que lo recibe bajo los cuidados de mi madre.

- Entonces abuelo, ¿te puedo ayudar en algo?

Quizás sea malévolo aprovecharme que tiene alzheimer para ganar cien dólares pero no tanto si se lo retribuyo de alguna manera, en éste caso intento apoyarlo mínimamente.

- No, no, eres un inútil si se trata de arreglar cosas, pero bien puedes comenzar acomodando mi garaje.

- Está bien, simplemente voy a acomodar ya que solo vengo de pasada. Después de todo es mi cumpleaños.

- ¿Tu cumpleaños? Asi que por esa razón siento el día muy tormentoso.

Al decirlo el abuelo expresó la mayor molestia que existía en la vida de su intranquila consciencia. En palabras simples, no conozco la razón pero mi abuelo nunca me había tratado bien, para él soy la cucaracha de la familia que teme que se reproduzca en la sociedad.

Shingeki no Kyojin: Bajo Ataque Where stories live. Discover now