Capítulo 8. De vuelta en el tiempo

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Llevamos recorriendo mucho tiempo por las zonas más arraigadas de los muros.

Suena tonto pero deduzco que aún no podemos llegar a conocer el lugar donde nos dejó descansar el destino.

— Abuelo, un señor nos esta mirando muy mal.

Hablé de manera sigilosa para evitar sucumbir al pánico de ser secuestrado.

— Estate atento, puede que tenga cómplices y busquen obtener nuestra mercancía.

— ¿Cuál de las dos mercancías estamos hablando?

El abuelo solo miró de reojo las bolsas a un costado del carruaje mientras reflejaba un poco de incertidumbre.

— Las piezas. No dejes que las toquen.

Dijo con un tono preocupado.

No importa que tan relevante seas en el mundo después de todo un arma puede quitarte la vida.

— ¿Cuanto lograste vender?

Pregunté con una voz curiosa. Si deseas tener una buena vida en el interior de las murallas necesitas siempre del dinero. Es de ley.

Para la pregunta el abuelo limitó su boca en pronunciar dos palabras.

— Lo suficiente.

La respuesta me pareció gratificante. Después de riñas entre algunos comerciantes finalmente nos permitieron circular en la economía de los muros.

— Entonces propongo que vayamos a un bar. Es de cultos que en la antigüedad nunca ha faltado el buen vino.

Asintiendo ligeramente mi conductor se ofreció complacido por la propuesta. Un semblante de alegría resonó en su rostro arrugado.

Continuamos avanzando ignorando los ojos puestos en nosotros. Diariamente no ves un carruaje lleno de piezas metálicas extrañas.

— A este paso completaremos su construcción antes del anochecer. Puedo decir que valió la pena todos estos meses para armarlo.

Dije mirando el cielo con una nube extrañamente obscena para mi vista, degenerado que soy.

Sacudiendo la cabeza de un lado a otro decidí romper nuevamente el silencio entre el abuelo y yo con preguntas recurrentes.

— ¿No tienes más alimento guardado en tu mochila? Últimamente tengo más hambre.

Sostuve mi estómago por unos segundos fingiendo untarlo y expresar la hambruna contenida.

— Soportalo, no eres un bebé para no contener el hambre. Si me dices lo contrario no te dejaré beber ni una sola gota de vino.

— No seas duro. Aunque puedo hacer una excepción, si es por vino claramente.

Sonreí maliciosamente ocultando mi faceta de tonto solo por un momento.

En el mundo original no se tiene permitido a los menores consumir alcohol. No obstante aquí es diferente, que beban los que puedan.

— Disculpe buen hombre, ¿un bar cerca?

Expresó el abuelo al notar pasar un hombre de mediana edad con un aspecto ebrio. Él caminaba a un lado asi que giró la cabeza y se acercó un poco para responder.

— Si giras en la esquina puedes llegar rápidamente a un bar pequeño que vende lo necesario. Creo que se llama "Borás".

Mencionó colocando el dedo en su mentón para finalizar con el nombre del bar.

— No sabe con certeza su nombre, ¿por casualidad no es un cliente habitual?

Excudriño el abuelo al hombre que parecía tambalearse al notar la duda que mostraba el anciano a su respuesta.

— ¿Que supone? Creo que hay un malentendido, no conozco mucho de bares y alcohol asi que no puedo responder con firmeza.

Habló con velocidad al momento que agitaba las manos pareciendo un poco agitado. Para su desgracia el abuelo solo trató de conocer más.

— Lamento el malentendido simplemente observé su cara pálida y pensé que venía después de beber.

Dijo disminuyendo el tono en las últimas palabras de su confesión, sin embargo, buscó de alguna manera enmendar su error suponiendo ideas suyas.

— ¿Es así? Soy un hombre pero conservo mi honor.

Habló con una sonrisa forzada que levantaba el autoestima de una persona en decadencia.

— Es una fort-

El abuelo intentó comentar hasta que fue abruptamente interrumpido por la persona que se mostraba demasiado ocupada.

— Disculpeme, mi mujer me encargó ir a conseguir algunos alimentos para la casa. Quizás nos veamos en otra ocasión.

Dijo para desaparecer en un parpadeo. El abuelo miró en la dirección donde se había ido corriendo el hombre para únicamente liberar un suspiro.

Luego su mirada me enfocó a mí que esperaba ir al bar.

— Tom, quiero que sepas una cosa. En el mundo existen tres circunstancias que agobian el pensamiento del hombre; el dinero que nos embriaga, el alcohol que nos cambia y la mujer que nos esclaviza. Tu puedes escoger entre una de ellas y terminaras perdiendo la libertad.

Mirando la dirección donde se perdió la espalda del hombre entendí sus palabras. Mi más sentido pésame.

— Es un soldado más que no encontró su guerra.

Expresé con la cabeza agachada para terminar las condolencias de mis pensamientos.

— ¡Afortunadamente no somos nosotros! ¡Tom, caballos a toda potencia!

— ¡Si!

Grité jalando las cuerdas que sostenían a los caballos. En una mano agité la primera cuerda para indicar el avance y en la otra aflojé la cuerda para restirarla después.

Los caballos caminaron alarmados con el choque que significó la cuerda en sus traseros.

— Un giro a la esquina...

Lamentablemente un giro a la esquina significaba recorrer más de tres cuadras para detenernos en lo que se esperaba era el bar.

— Maldito analfabetismo, mira cuanto nos tardamos en encontrar algo decente.

Habló furioso el abuelo mientras maldecía el letrero que señalaba el bar supuestamente indicado por el hombre.

— Cualquiera comete errores. Mira el lado bueno, encontramos un lugar donde podemos vender aceite en polvo.

Me burle para calmar la ira de mi acompañante que parecía explotar de vergüenza por preguntar a diestra y siniestra sobre un lugar sumamente tabú para cualquier hombre razonable.

— Espera y verás ¡voy a encontrar a ese bastardo!

— Wow, tranquilizate viejo.

Dije para sujetarlo fuertemente, el viejo aún estaba en forma así que sin mucha dificultad se soltó de mis brazos y tomó su escopeta para volver.

— Calmate.

Razonando lo golpeé con mi puño y terminé rematándolo con un codazo en su espalda.

— ¡Agh!

Escuchando su dolor me mostré ligeramente arrepentido y por eso acabé la situación con un puñetazo en la cabeza dejándolo inconsciente en el acto.

Para mi sorpresa no estábamos solos y una señora de edad avanzada fue testigo de los sucesos. Sonriendo con la cara levantada y agitando la mano respondí.

— Jajaja así jugamos nosotros, anda abuelo deja de fingir...

El abuelo no se levantó y la señora estaba a un momento más de desmayarse.



































~•~

Bueno, finalmente me decidí acabar este capítulo aunque lo estaba postergando por mucho tiempo.

Espero lo disfrutes y nos leemos en el próximo capítulo...

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2023 ⏰

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