𝐍𝐚𝐮𝐠𝐡𝐭𝐲 𝐛𝐨𝐲.

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El hoyo de tierra cada vez era más profundo. Había estado escavando, tal y como Bruce le aconsejó.

El hombre entró con la bandeja en la que seguramente llevaba un huevo revuelto y una soda.

Cerró los ojos y trató de aparentar que dormía.

—Se que aún no estás dormida...

—Tengo hambre.

—Dime tu nombre.

—¿Por qué te importa?

—Usualmente no lo hago pero... a la larga me entero por el periódico. Con una grande y linda foto, con todos los detalles que podría desear.

—¿Por qué es diferente está vez...?

—Es complicado... es demasiado complicado... Todo es diferente, nada va bien.

—Puedes dejarme ir. —Propuso tan rápido como su lengua se lo permitió.

—Lo he pensado.

—Prometo no decirle nada a nadie. Puedes taparme los ojos y dejarme en medio de la calle, no dire nada. Lo juro...

—Dime tu nombre.

—Hally... Hally Thompson.

El hombre lanzó la bandeja contra el piso. Dejando así un desastre. Sacó algo atorado en su cinturón y se lo lanzó.

—Me empezabas a caer bien, ¡Olivia!... Casi te dejo ir...

Nuevamente había dejado la puerta entre abierta y esta vez siquiera lo dudo, iba a subir.

Pero como de costumbre el teléfono sonó.

—¿Hola...? ¿Bruce? ¿Billy?

Pero nadie contestó.

El hombre la esperaba arriba, desnudo. Con un cinturón en manos.

Sus intenciones eran claras.

-

Jugaba con sus manos en aquel sucio colchón.

Un molesto ruido no le permitía conciliar el sueño.

Era como un goteo.

Finalmente se topó con gotas derramadas en el piso.

Eran rojas.

—¿Qué...?

Alzó un poco más la vista y encontró al dueño de esa sangre.

Cayó al piso, intentando huir de esa siniestra escena.

Definitivamente estaba alucinando.

Aquello que parecía ser un niño señaló el teléfono.

Dudosa, se levantó y lo tomó.

—No te queda mucho tiempo. El raptor no ha dormido. Puede ser el final... lo va a descubrir...

—¿Descubrir qué?

—Su hermano. Arriba.

El niño comenzó a reír.

—Eres Griffin...

—¿Quien?

—Griffin Stagg.

—Es un poco confuso... pero supongo que sabes nuestros nombres.

—No te conocí...

—Nadie de lo hizo.

—No tienes mucho tiempo.

—¿Por qué no me ha matado?

—No estas jugando. Debes jugar, si no juegas no puede ganar.

—¿Qué juego...?

—"Niño malcriado". Si tu no juegas el raptor no puede ganarte. Y si no te gana no puede hacer la siguiente parte, y la siguiente parte de "Niño malcriado" es su favorita...

—¿Qué es lo siguiente?

El niño comenzó a reír nuevamente.

—No te queda mucho tiempo.

—Ya dijiste eso.

—No ha dormido.

—También lo dijiste.

—Bueno, ahora duerme. Durmió esperando a que jugaras.

—¿Y eso de que me sirve...? —Trató de pensar en algo. —La puerta. Esta abierta.

—Si.

—¿Salgo? ¿Solo así?

—Hay un candado con combinación. Era el candado de mi bicicleta...

—¿Cual era la clave?

—No recuerdo...

—¡Griffin!

—Tenia tanto miedo que no la recuerdo... por eso la dejé escrita...

—Espera... ¿Donde?

—El muro... use la tapa de la botella.

—¿Qué muro? ¿¡Qué muro!?

—El de la derecha. A la altura del hombro estando sentado.

Y busco, su visión era poca, pero sus ansias muchas.

Y la encontró, encontró la combinación.

—Dos, tres, tres, uno, siete... —Repitió.

Y lo grabo en su mente.

Tomó el teléfono en manos nuevamente.

—Dos, tres, tres, uno, siete.

—Si tu lo dices...

—¿Pero... es veintitrés, treinta y uno, siete? O ¿veintitrés, tres, diecisiete? O... ¿Dos, veintitrés, diecisiete?

—No recuerdo...

—Griffin.

—No lo recuerdo, lo siento.

—Deben intentar... se silencioso.

—Si... gracias.

Finalmente la llamada terminó.

First and last time - Robin Arellano. || the black phone. Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon