Judy desaparecida

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Narra Atenea

Desperté sola en mi habitación, aunque se me hizo normal ya que Judy estaba patrullando con Eugene; por lo que no me preocupé por ella.

Ethan entró con una patada a la puerta en mi habitación, cargando sobre su propia espalda a Zion, que se estaba desangrando.

Atenea: ¡¿Qué pasó?!

Grité preocupada. Ethan no dijo palabra hasta que apoyó a su amigo sobre mi cama.

Ethan: Salimos a por comida, y los zombies le dañaron.

Zion tomó mi mano débilmente, lo que me hizo abrir exageradamente mis ojos y mirarlo más preocupada que antes.

Atenea: ¡Zion!

Ethan me tiró un botiquín de medicinas.

Ethan: Ahí hay tratamientos que pueden ayudar a Zion. Aún no pasó la hora desde que le mordieron, así que puedes curarle antes de que ocurra.

Asentí y cogí vendas y desinfectante para ayudar a Zion que agonizaba mientras agarraba mi mano sin fuerza.

Atenea: Esto puede causarte escozor...

Cerró con fuerza los ojos por el picor que le causaba el desinfectante en la herida.
Me di prisa en terminar de vendar su brazo, tras eso se calmó y Ethan me dio las gracias para después salir se mi habitación y dejarme sola con el pelirrojo.

Atenea: ¿Estás mejor?

Pregunté con una sonrisa ladeada, mirándolo con un brillo en los ojos.

Zion: Sí, gracias a tí...

Respondió bajo ya que aún se estaba recuperando.

Atenea: Bueno, voy abajo para recibir a Judy, que ya habrá terminado la patrulla con Eugene.

Me levanté después de revolver el pelo de Zion, que me cogió por la pierna antes de que comenzara a andar hacia la puerta de mi alcoba.

Zion: No te vayas, por favor. No me gustaría quedarme solo aquí...

Asentí y tumbé a mi mayor en la cama para taparlo después y sentarme yo a su lado.

Retiró la manta y dio palmadas sobre el colchón. Acepté su petición y me tumbé a su lado, tras eso rodeó mi cuello con su brazo izquierdo mientras yo me recosté sobre su pecho y coloqué mi mano en este también.

Sin darme cuenta finalmente acabé dormida.
Dormimos por bastante tiempo, pero escuché un portazo en mi habitación y me asusté, despertándome. Y entonces vi a Eugene.

Eugene: ¿Interrumpo algo?

Su expresión cambió de preocupada a totalmente seria y fría. Rápidamente negué.

Atenea: ¿Ocurre algo?

Él asintió.

Eugene: Si no te importa, preferiría que lo hablásemos en privado

Atenea: Zion está dormido, ¿No quieres hablar aquí?

Eugene: No. Acompáñame a mi habitación, por favor.

Eugene salió de la habitación y me esperó en la entrada de mi alcoba para que juntos fuésemos a la suya.

Tras menos de dos minutos llegamos y me ofreció asiento en una de las sillas de su clase.

Atenea: Bueno, ¿Qué es lo que ocurre?

Pregunté con el ceño fruncido, pues ya llevábamos más de media hora allí y Eugene aún no había hablado, y tampoco parecía que lo fuese a hacer tras mi pregunta.

¿Hay Esperanza Para Nosotros? | ᵈᵃⁿᵍᵉʳᵒᵘˢ ᶠᵉˡˡᵒʷˢWhere stories live. Discover now