Shin Soukoku 4

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La tortura de Atsushi comenzó el día en el que se le ocurrió bañar a su compañero. En ese momento los sentimientos de ambos salieron a la luz, así como las hormonas reprimidas de dos jóvenes con mucha vida por delante.

El albino se encontraba haciendo el desayuno recién levantado, dudaba en lo que le dijo Akutagawa el día anterior, sin embargo, este apareció por la cocina, sin camiseta, abrazando la espalda del menor mientras daba suaves besos a su nuca.

Al parecer todo era verdad, demasiado verdad, pues metió las manos por su pantalón, masajeándole el culo.

- R-Ryu...

- Mmm

- No es momento...

Y sin más, se alejó de él, sentándose en la mesa a la espera de algo que llevarse a la boca, algo que él deseaba que fuese un tigre.

Hora de la comida, Akutagawa dijo que él se encargaría, lo que el jinko no sabía es que el pelinegro lo agarraría y lo pondría sobre la mesa.

- Tu eres la comida

- Pero... tengo hambre – y su barriga rugió, le era imposible pensar en algo que no fuese comida con el estómago vacía.

- Eres un tonto – y sin más fue a preparar algo mientras soltaba una tenue risa, que dejó impactado al contrario.

- ... tienes una risa muy bonita – lo dijo casi sin pensar, lo que provocó que se sonrojase levemente, al igual que su, ahora, pareja.

Así pasaron el día, Akutagawa tratando de meterle mano a Atsushi en todo momento, quería escucharlo gemir de nuevo, quería que sucumbiera ante él, que le rogara por más o por menos, quería que fuese suyo.

Por otro lado, Atsushi apenas se negaba, solamente se abrazaba a él o le decía alguna excusa si no quería, pero no mentiría, adoraba aquello.

Y así finalizó el día, con ambos jóvenes al fin juntos.


Solo un diamante puede pulir a otro diamanteOù les histoires vivent. Découvrez maintenant