Capítulo 13~'Cuchilla'

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-¿A quién?-Pregunta ella, algo nerviosa.

-Al que vive aquí al lado, al que salía por la puerta al nosotros llegar

-Ah...lo habré visto alguna que otra vez, pero no lo conozco. ¿Cómo has dicho que se llama?

-Abraham, es Abraham-No me he quedado del todo satisfecha con su respuesta. Os juro que se tienen que conocer de algo. La estudio un momento y se ha librado de hacerle un interrogatorio porque le llaman al móvil. Consigo leer 'AB'. Es él de nuevo. El que antes le llamó. Amanda se sale de la habitación para entrar en el baño. No entiendo por qué tiene que irse. Yo la persigo y pego la oreja en la puerta. No soy cotilla, simplemente me gusta estar bien informada.

-Pero, ¿y a ti qué te importa a dónde vaya y a dónde no?-Conseguí escuchar tras estar un rato buscando un buen sitio para oír-¡NO!-Exclamó, haciendo que diera un salto hacia atrás por el susto. Me incorporo en mí misma y me pego de nuevo a oreja en la puerta.-No, por favor, no le digas nada, y menos ahora que estoy con ella. Vale sí, reconozco que la he cagado, pero te suplico que no digas nada....Joder, haz lo que te dé la gana, total, por uno menos...-Se abre la puerta y me echo para atrás-¿Qué hacías ahí?

-Nada, sólo que como escuché un grito quería ver si estabas bien...-Ahora mismo no podía controlar mi corazón. Me ha nombrado. Textualmente ha dicho: No, por favor, no le digas nada, y menos ahora que estoy con ella. ¿Qué tiene que ver que esté conmigo?

-Ah, era un amigo, tranquila-Se alisa un poco la camiseta y baja corriendo las escaleras, dejándome con la boca abierta.

-¿Nos podemos ir?-Pregunta ella a sus padres-Es que me duele la cabeza y me encuentro mal-Se coloca la mano en la frente, poniendo un gesto fingido de dolor

No puedo seguir escuchando porque ahora a la que le llaman es a mí. Era Abraham. ¿Qué quería ahora?

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Tras una rápida despedida de Amanda, me encuentro sentada en el banco, situado en el parque, con Abraham. Mi idiota.

-¿De verdad?-Veo como él asiente, suspiro y pongo los ojos en blanco-Ya decía yo que me ocultaba algo, pero, ¿y si se lo enseña a Marcos?-Pregunto, asustada

-No creo que sea capaz de eso-Piensa él. No paro de temblar. No quiero que Marcos se enfade conmigo, que me deje o algo por el estilo. Soy una completa imbécil. Lo único que hago es jugar con los chicos de una manera que ni yo misma me doy cuenta de ello.

Que si primero Abraham, después con Marcos y ahora no sé ni a quién pertenece mi corazón. No estoy contenta conmigo misma. A ambos les tengo un cariño muy especial. Pero esto no puede seguir así. No puedo tratarlos como una marioneta. El camino más fácil es tirarlo todo por la borda, ni Abraham, ni Marcos ni nadie. Los ojos se me encharcan en lágrimas. Abraham se acerca y me limpia con su pulgar las lágrimas que recorren mis mejillas.

-¿Qué te pasa?-No puedo responderle, pues, ya he echado a correr como una completa cobarde

Tengo muy decidido lo que voy a hacer. Es lo único que me puede aliviar ahora, y olvidar lo idiota que soy.

Llego a mi casa y tengo la suerte de que mi madre se haya quedado dormida en el sofá.

Voy directa hacia mi habitación y abro el cajón de la mesilla. No está. ¿Dónde está? Segundo cajón. Nada. Busco por los cajones del escritorio y no está. Entre la ropa del armario tampoco.

Tal vez con las mudanzas se hubiera perdido. Ya tanto tiempo sin usarla. La añoro en estos momentos. Rebusco entre las cajas de la cómoda y al fin doy con ella. Mi amiga, mi compañera, mi aliada, mi compinche. Me siento en la cama. No sé por qué, pero me siento igual de nerviosa que la primera vez. Cierro los ojos y me lo pienso por un momento. La sujeto con la mano derecha, mientras la sostengo justo algo por encima de la muñeca izquierda. Mierda, la ventana. La dejo con cuidado en la sábana, y me levanto a cerrar la persiana. Ahora nada ni nadie podrá detenerme. Vuelvo a donde estaba, y aún me lo sigo pensando.

Miles de imágenes abundan en mi mente, no puedo resistirme a llorar cada vez más. Me torturo con cada uno de mis pensamientos. No puedo tener amigos. Es que no puedo. Siempre tiene que salir alguien perjudicado, y ya estoy harta.

Respiro hondo. Veo una luz encenderse. Es el móvil. Me asomo para ver quién es. Abraham. Le doy un golpe al móvil, haciendo que se caiga al suelo y no me lo pienso ni una vez más. Deslizo la afilada cuchilla por mi muñeca repetidas veces. Ahora sí que me siento bien conmigo misma.

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Uh, Rebeca ha recaído. ¿Qué pasará? ¿Qué decisión tomará?

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