v e i n t i s é i s

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Jimin esperó mirando la pantalla de su celular una respuesta que no llegó

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Jimin esperó mirando la pantalla de su celular una respuesta que no llegó. Se fue a dormir con los ánimos bajos. Acurrucó su cuerpo con la prenda que se perfumaba en una fina estela en el aroma de Yoongi.

Su padre notó de inmediato el ambiente tenso cuando llegó y solo encontró a su esposa sirviendo la cena, esperándole. Sonrió por lo bajo, su mujer intentó hacer lo mismo, pero el gesto no alcanzó sus ojos. El aire abandonó sus pulmones, en una exhalación. Dejó su maletín y se retiró el saco antes de ir a dónde se encontraba ella.

― ¿Día difícil? ―preguntó en un susurró Habaek cuando la rodeó en sus brazos.

La mujer asintió, lentamente.

―Démosle tiempo, un día o dos. Hablaremos seriamente con Jimin después, pero dejémoslo recuperarse.

Sunjin asintió a las palabras de su alfa. El calor de su esposo la reconfortaba ante la frustración de no poder acercarse más a su hijo.

Cuando Jimin se presentó como omega, creyó que sería el pilar en que su hijo se apoyaría ante la nueva realidad que se le presentaba. Sunjin quería estar para su pequeño, pero parecía que Jimin buscaba alejarla más y más cada que ella intentaba dar un paso a él.

Sus ojos se llenaron de lágrimas involuntariamente y se escondió en el pecho de Habaek. El alfa la sostuvo con mayor fuerza y suspiró. La sala estaba sola, el televisor apagado y ninguno de sus hijos parecía estar haciendo el barullo que era habitual. La casa se sentía tan solitaria. Estaba seguro de que ninguno de sus hijos bajaría a cenar.

Se alejó delicadamente de su esposa y buscó verla al rostro. Notó el brillo en sus ojos que delataba su llanto contenido y trató de animarla.

― ¿Cena para dos? ―sonrió.

Sunjin sonrió ante la propuesta de su esposo y una lágrima se deslizó por su mejilla. Asintió corriendo esa gota salada de su rostro con el dorso de su mano.

Yoongi tomó su mochila cuando estuvo a punto de salir del auto. La herida en su cuello estaba protegida por un apósito antiséptico que Hyori compró en la farmacia para asegurarse de que no se infectaría por la acumulación de humedad. Estaba serio y realmente no había dicho mucho después de que Minsuk le encontrará escondido en el armario con el teléfono celular que se le fue confiscado.

―Recuerda que mamá y yo te cuidamos. Regresa a casa de inmediato, si necesitas algo usa el teléfono de mamá.

El joven alfa torció ligeramente el gesto. Estaba molesto porque aunque rogó no se le permitió responder el último mensaje de Jimin.

Lo obligaron a salir del armario, triste e incomunicado.

―Sí, madre ―respondió con toque seco.

―Hey, ese tono ―advirtió la mujer.

Yoongi se giró a ella y forzó una sonrisa, sabía que no debía ser un contestón, pero suplicó por misericordia y no se le dio.

EL ENCANTO DE LA BESTIAWhere stories live. Discover now