04| Vida de civil

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Se preguntaba muchas veces, durante variadas horas en el día: ¿Por qué había aceptado?
La decisión de quedarse enganchado por toda una eternidad con un imbécil de cara sonriente, pese a ser la única alternativa que tenía, seguía cuestionándose en qué momento se había vuelto tan conformista.
Maldecía en sus adentros la falta de motivación que tenía para hacer algo al respeto, una personalidad tan resignada a lo que el mundo pudiese ofrecerle que se había formado con los años de tragedia. "El mundo es un caos sin sentido, para qué intentar dárselo." Porque a final de cuentas: ¿qué más da? Su existencia, su estabilidad no importaban ni le importarían a nadie, estaba condenado de cualquier forma y no había nada que pudiese hacer para evitarlo. Poco importaba.

Debía admitir, algo de alegría le trajo ver a un muchacho tan comprometido en dar su mejor cara hacia él, como si su apariencia a los ojos del felino fuese una situación de vida o muerte.

Las cosas parecían mejorar, era evidente, pues se fugó de toda aquella zona del anillo en la que había residido desde su llegada. Claro que se presentó un único problema a raíz del contrato firmado hace unas semanas con aquel alma vieja. Había despertado una mañana, tirado en el suelo luego de una noche de alcohol (probablemente un coma etílico). . . ¡¿Con malditas alas?!

Comprendía que se elevaría de poder luego de unir fuerzas con otro demonio, pero no imaginaba cambios tan drásticos en su apariencia y morfología. ¿Por qué alas? De todo lo que pudo haber adquirido; rayos láser, manipulación, control total sobre la economía del anillo, pero no.

Alas.

¡Era alérgico a las plumas! Eran jodidamente pesadas y estorbosas ¿Era acaso una clase conspiración formulada especialmente para hacer de su infierno aún más tortuoso? No se veían nada mal de cualquier forma, apreciaba los patrones de la baraja inglesa en sus plumas, un punto por estética.

Muchas veces se sorprendía abriendo la puerta principal, topándose con gran cantidad de mueblería rústica: sillones, closets, cortinas, alfombras, ¿cabezas de animales en taxidermia?, librerías junto a cajas repletas en libros desgastados, de papel amarillento y poroso, inclusive una mesada completa de cocina. Qué se creía ese tipo, ¿que era una clase de quién sabe qué, que le instalaría todo con la mejor estructura posibles, con la mejor de las voluntades y totalmente gratis? ...

...Pues sí, no tenía de otra.

Claro que, los gustos de su nuevo compañero eran quizás demasiado excéntricos, se deshizo de muchas decoraciones, y procuró hacer del lugar un espacio minimalista, que funcionase bien para ambos aún pese a tener otro sentido de la moda de épocas y espacios distintos, y el hecho de que rara vez se manifestaba en el lugar le daban ciertas libertades para elegir cómo decorar el sitio.

En realidad, tuvo muy presente el consejo de su compañero: "conseguir un trabajo". Pasaba que, no tenía la mejor de las disposiciones, tampoco era constante, mantenía un horario bastante irregular. Se había dedicado todo ese tiempo a entrar y conocer casinos, bares, sitios clandestinos que le hacían sentir en confort, era un genio en el arte de la ludopatía, después de todo se crio en el precioso estado de Nevada, la ciudad de Las Vegas, una vida nocturna y llena de apuestas en cada rincón, mafias incluso. No era imbécil, sabía cuándo dejar de apostar, una vez lograba conseguir el dinero suficiente para continuar su vida de vicios, se retiraba. Un adicto responsable, pese a la obvia contradicción de ambas palabras en una sola oración.

La casa de a poco comenzaba a parecer más habitable, algo a lo que llamar hogar, refugio incluso. La sala principal tenía cerca de la pared un ancho sofá de un color marrón muy oscuro, cerca del negro. Una alfombra al centro que lograba aislar el frío,  bibliotecas en todos los rincones, repleto de libros de los que nunca había oído hablar, una sección enteramente dedicada a cuentos infantiles. Un tocadiscos, a su lado un mueble especialmente hecho para albergar gran cantidad de discos de vinilo muy bien conservados. Nombres como: "Billie Holiday", "Chet Baker", "Louis Armstrong", "Ray Charles", "Ella Fitzgerald", "Stan Getz", y muchos otros grandes de la historia del soul y el jazz se encontraban allí acumulados. Música de la cual no era muy fan, no era su género favorito, pero conocía varios títulos. Y ya que tenía el dinero, se encargaría de comprar también algunos vinilos de sus propios gustos personales: Bee Gees, Michael Jackson, Prince, The Beatles, quizás Frank Sinatra, entre otros.

Otro de sus aportes en la composición de la casa fue un pequeño bar, logró acumular variadas marcas de whisky, vinos, licor, ron, todas ellas perfectamente ordenadas por color y tipo, sin ninguna pizca de polvo sobre el vidrio. Mercadería no, le daba pereza cocinar, siempre ordenaba por delivery lo que sea que pudiese llenarle un rato, mantenía en efecto una alimentación bastante pobre, a veces incluso en su propia tristeza se olvidaba de comer durante días.

— ¡Bueno, pero si no es mi gatito favorito! Buenas tardes Husker, amigo. 

La puerta de abrió súbitamente, con gran energía el joven sonriente se manifestó en la casa al fin y luego de una semana sin señales de vida. Cerró sus ojos y respiró con intensidad el aire del ambiente, un aire fétido a alcohol cubría la sala de estar más de lo que quisiera, pero una vez prestando la suficiente atención al sitio, se percató de lo bien ordenado y colocado que estaban puestas las decoraciones y mueblería de la casa, su compañero tenía buen gusto.

— Adoro el trabajo que hiciste con la casa, sin duda yo... No lo habría hecho mejor. Tenía en mente algo mucho más saturado. Y sin embargo me gusta, me gusta. 

El felino que no estaba haciendo nada realmente productivo en ese momento, se sobresaltó asustado a más no poder debido al portazo, sentándose en la alfombra en donde había pasado la noche desmayado de un coma etílico. Un golpe que le puso alerta enseguida, le hizo prestar atención al hombre cerca de la entrada. 

— Alastor. Sí... Perdona el desastre con las botellas. Tanto tiempo. -Se reincorporó, mirando con una expresión de cansancio en el rostro hacia el joven, quien analizaba la situación al derecho y al revés.

El demonio de la radio estaba levemente decepcionado, en realidad.
Esperaba que su compañero sufriera de una depresión profunda, sí, pero no que fuese al nivel de dejar el suelo alrededor cubierto en botellas, y un ambiente apestoso.
No deseaba lidiar con problemas emocionales de ese calibre, no era lo suyo.

— ¡Bah! No te preocupes por eso gatito, nada que un poco de magia y luz no arreglen. 

Mencionó en lo que se deshacía de las botellas, dirigiéndose a abrir las cortinas con rapidez. Cosa que logró irritar a su mascota, que debido al cambio tan drástico de iluminación le hizo encandilarse, soltando gruñidos y quejas, la luz que penetraba en sus pupilas con intensidad y quemaba sus retinas. Una risilla casi como un ajuste de audio, con mucha estática, resonó alrededor del cervatillo.

— Bueno, no perdamos más tiempo. Te doy cinco minutos para prepararte, tenemos trabajo que hacer.

Empezaba a odiar las llegadas repentinas, el temperamento explosivo del joven. Quizá sí había tomado una mala decisión después de todo. Un suspiro con extrema frustración y maldiciones salió de sus labios, resignado nuevamente al destino que el otro tuviese planeado para él.

It's always you - RadiohuskWhere stories live. Discover now