II

2.4K 204 6
                                        

Rhayna siempre había sido la más insolente, impulsiva e irrespetuosa de ambas, carácter que ninguno de sus dos padres compartían, por lo que su actitud había sido una sorpresa.

Pero no una muy grande, ya que ese era el carácter del dragón, y una buena cantidad de ancestros antes de ella habían tenido ese carácter.

Claro, con el paso de los años ella había aprendido a comportarse como dama en los momentos en que más se requiriera, y las personas a su alrededor se fueron acostumbrando a su fuerte comportamiento.

Ella solía ordenar cosas no solo a sus doncellas y sirvientes, sino también a gente a la que según dictaba las reglas sociales, les debía respeto, como a su Septa, al Maestre e incluso a su prometido.

Pero era inevitable para ella no hacerlo, nació en una posición superior a la de ellos o a la de cualquiera, provenía de la Casa Del Dragón después de todo, pero eso no evitaba que fuera regañada por su Septa continuamente, el Maestre tenía un carácter tan débil que poco hacía por defenderse, y su prometido la atesoraba tanto que no le importaba seguir sus órdenes.

Su comportamiento no había hecho más que tomar fuerza en los años lejos de la capital, al principio había sido difícil, estar lejos de todo y de todos a los que conocía.

La primera vez que habló con Jason, él le pareció el más grande narcisista, ególatra, presumido y desdeñoso idiota bañado en oro con el que se pudo haber comprometido, por esa misma razón pasó la mayor parte de sus días sola.

Encerrada en su habitación, o junto a las jaulas de los leones bajo el castillo, eso la hizo más despectiva a la hora de convivir con otras personas, creyendo que no eran lo suficiente como para interesarle.

Pero Lord Jason, a tan corta edad le suplicó a su padre que construyeran una réplica de Fozo Dragón ahí mismo, y cómo regalo de diez días de nombre, se lo obsequió a su prometida, quien para ese momento, ella ya se había acercado a alguien, y no se mantenía tan sola como antes.

Ese alguien no fue ni más ni menos que Tyland Lannister, Hermano gemelo de su prometido, con quien ella sentía que podía hablar sin medir el tiempo o sufrir de aburrimiento.

Lord Tyland la escuchaba atentamente por horas enteras, reían mientras veían a los leones ser alimentados, y en una ocasión incluso le permitió acariciar a su dragón.

— Una vez leí que los dragones son igual o más inteligentes que los hombres — Mencionó el joven Lord, apoyado sobre el mismo árbol que la princesa, quien sonrió al oírlo.

— No es muy difícil ser igual o más inteligente que los hombres, ellos suelen ser unos idiotas — Respondió Rhayna con una mirada juguetona que ablandaba el corazón de ambos gemelos.

— No digas locuras — Dijo él y ella levantó una ceja.

— ¿No crees que las mujeres podamos ser igual o más inteligentes que ustedes? ¿Acaso osas cuestionar a la princesa?

Hubo un silencio entre ambos, hasta que estallaron en risas, pero la diversión no duró tanto cuando vieron al próximo Señor de Casterly Rock caminar hacía ellos.

La joven princesa se paró al instante, y sin despedirse se marchó sin mirar atrás, pasando el enorme arco en que la esperaban sus damas de compañía.

No pasó más de siete minutos cuando Lord Jason las interceptó en un pasillo, hasta ese momento, aún habiendo vivido en el mismo castillo los últimos tres años, ellos realmente no se habían acercado tanto, teniendo contadas conversaciones en ese tiempo.

Pero la altanera actitud de marca Lannister que tenía aquel chico se había evaporado cada que estaba en presencia de la princesa.

Era algo casi automático, después de todo esas contadas conversaciones habían sembrado prósperos frutos en el corazón del niño, quien envidiaba la relación de su prometida con su hermano.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Où les histoires vivent. Découvrez maintenant