Capítulo 6

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Cuando me levanto mi hermano sigue en casa, pululando como un alma en pena, imagino que pensando en cómo decirle a Ana el motivo por el que se portó como una mierda con ella.

Miro el reloj para descubrir que son casi las diez y media de la mañana. Últimamente nos despertamos tarde y somos poco productivos los fines de semana, y creo que eso debería cambiar, pero lo dejaremos para la semana que viene, creo que Yon se merece descansar después de ayudar con la mudanza de Leo.

Suena el timbre y algo se encoge en mi pecho. Tengo un mal presentimiento. Al mirar por la mirilla descubro a Ana, Leo, Asher y Aura. Inconscientemente suelto un sonido agudo, como el que podría hacer cualquier roedor, y maldigo interiormente por tener que gestionar esto sin Yon.

—Buenos días, vecinos, traemos churros con chocolate para agradecer que ayer Yon nos ayudase con la mudanza.

Ana entra alegremente meneando la bolsa de los churros. Observo que se han comprado un carrito doble, para poder llevar a los dos peques juntos.

—Buenas —saluda mi hermano con cara de no entender nada.

—Ayer se quedó a dormir —informo a Ana—. No pensaba que vendrías, y menos tan temprano.

—No importa —eso dice, pero su cara muestra cierto desagrado—. Es tu hermano después de todo —coge a Leo del brazo y le hace dar un paso hacia delante—. Él es el padre de Asher —el pobre se muestra algo sorprendido mientras Ana saca a los niños del carro y los deja en el sofá—. Teo, él es Leo, mi pareja. Y esta preciosidad es su hija, Aura.

Leo se acerca a mi hermano y le ofrece la mano con una sonrisa cordial.

—Encantado.

—Lo mismo digo —Teo aún sigue en shock.

—Espero que nos llevemos bien, especialmente por Asher —Teo asiente—. ¿Te quedas a desayunar?

Puedo ver que lo dice en serio. Leo es capaz de pensar en el bien del niño y dejar los sentimientos a parte. Realmente es un buen padre.

Teo ha aceptado la invitación por parte de Leo para quedarse a desayunar, imagino que para pasar tiempo con Asher.

Pocos minutos después se despierta Yon, está tan encantado de ver que tiene churros para desayunar que ni se da cuenta de la tensión en el ambiente.

—¿Se llevan bien?

Teo hace referencia a los dos críos.

Ana y Leo asienten a la vez.

—Han estado juntos desde que nacieron, literalmente —se ríe Leo—, así que son como hermanos.

—Se conocieron en el hospital. Estuvieron en la misma habitación ingresados tras el parto —aclara Yon.

Yo, al igual que Ana, me centro en comer churros. Por dentro suplico una y otra vez que a Teo no se le ocurra pedirle a mi amiga la custodia compartida. Al menos no antes de contarle lo sucedido con la chihuahua.

—Bueno, yo tendría que ir tirando —mi hermano se levanta de la mesa y le revuelve el pelo a Asher, que suelta una carcajada—. Tengo cosas que hacer.

—Como quieras —Yon se levanta y le acompaña a la puerta.

—Siento si todo esto ha sido muy incómodo —le digo a Ana—. Apareció anoche sin previo aviso.

—No te preocupes, en serio.

—Creo que quiere estar más presente en la vida de Asher.

Ana se sorprende.

—¿Eso te ha dicho? —asiento lentamente—. Que lo hubiera pensado antes —contesta de forma contundente—. No ha hecho bien las cosas, así que no tiene derecho a reclamar nada. Una cosa es que le deje estar con él un rato si coincidimos, y otra muy diferente es que pretenda hacerse cargo de él.

Leo se mantiene al margen de la conversación, se limita a juguetear con los niños y mirarnos de reojo.

Cuando Yon vuelve a la mesa se nos queda mirando por unos segundos, sabe que algo ha pasado, debe notarse en el ambiente. Pero no pregunta, se limita a sentarse e iniciar una conversación con Leo.

Más allá de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora