Baile de Máscaras.

3K 242 245
                                    

Esto es estúpido, muy estúpido. Robin cree que es de las cosas más tontas que ha hecho en la vida y decir eso es mucho. Está en un baile con temática de misterio; como en aquellas épocas antiguas dónde se usan máscaras y no conoces a nadie.

La liga de la justicia organizó el baile en este día; no hay motivo ni razón y el calendario dice que hoy no se celebra una fecha especial. No entiende, realmente no comprende pero sabe que media ciudad está ahí, después de todo el lugar dónde se está celebrando algo que no sabe que se celebra es un salón grande, mucho en realidad.

Robin sigue pensando que es algo estúpido. Él no quería venir, está ahí porque los Titanes literalmente lo obligaron a usar un traje medio elegante de civil, un corte de cabello diferente y una máscara. Sí, también hicieron qué lo que usa normalmente para cubrir su identidad se la quitará.

No ha visto a ninguno de sus amigos o quizás sí pero no reconoce a nadie y tampoco ha conversado con alguien en lo que va de la noche. Nunca fue bueno socializando, él es un pequeño enano gruñón, como dice todo el mundo. Piensa en irse, que en este momento podría marcharse y no lo notaría, con eso en mente se da la vuelta y, al dar un paso, choca con alguien.

—¡Tonto! —grita molesto—, fíjate por dónde caminas.

—Lo siento —se disculpa la persona con una risa apenada. Al oír la voz, algo le suena tan familiar que eso le hace entrecerrar los ojos, sí, hasta los ojos y el cabello rojizo le dan el aire de conocerlo.

Sin embargo, ha visto a cientos de pelirrojos hoy con el mismo color de ojos que tampoco asume que sea su peor enemigo. Camina, pasándolo de largo sin contestarle siquiera. Némesis o no, algo le dice que no le cae bien.

—¡Oye, maleducado! —escucha el grito desde atrás  y a los segundos alguien sujetándolo con su mano—, no puedes chocar con alguien y luego irte como sí te valiera un comino.

—No me interesa realmente, quiero irme.

—¿Por qué tanto apuro? —pregunta divertido el chico—, ¿Nadie te ha invitado a bailar?

—¿Cuál sería el problema si no? —contesta Robin frunciendo el entrecejo. La sola presencia de esa persona lo está molestando.

A pesar de la máscara, el chico pelirrojo lo mira con arrogancia y suelta un risa burlona antes de agregar: —Vaya, que persona más desdichada.

—Cállate —escupe la palabra enojado—, eso no te importa.

—Veo que no bailar te está poniendo de malas, ¿Por qué no te invito yo?

—No soy gay —responde Robin rápido.

—No es como sí te fuera a besar —contesta divertido el chico pelirrojo—. No me digas, ¡No sabes bailar! ¿Es eso lo que te da miedo?

—¿Miedo, yo? Esa palabra no existe en mi vocabulario —declaró con altanería.

—Demuéstralo, Chico Maravilla.

Sintió un escalofrío recorrerlo cuando él lo llamó así. Algo, como un tipo alarma, se encendió y le dijo que era mala idea. Pero Robin no es cobarde y tampoco se retracta ante un reto. Además, que le dijera «Chico Maravilla» puede ser solo una coincidencia.

Tres horas después y Robin está sudando. Dejaron de bailar para salir a la calle a tomar aire. Están riendo y está ha sido una excelente noche con el extraño pelirrojo que aún le sigue pareciendo familiar por su personalidad y sus ojos. Se sientan en el suelo, sobre la fría acera y cuando Robin gira la cabeza para mirarlo, un beso fugaz se le fue robado de los labios.

—Dijiste que no me besarías —señaló Robin pero no fue un reclamo. No era gay pero le había gustado.

—Es cierto, ¿Quieres devolverme el beso, Chico Maravilla?

—¿Por qué me sigues llamando así?

—¿Cómo? ¿Chico Maravilla? —cuestiona el muchacho pelirrojo. Asiente—. Es porque lo eres.

—¿Ah?

—Eres Robin, el primer compañero de Batman. El chico maravilla —él muchacho pelirrojo se ríe de él y de su cara de estupefacción. Traga saliva pero el chico continúa—. A pesar de ser entrenado por el mejor detective, no sabes quién soy.

—¿Quién eres? —pregunta con miedo pero maldice la respuesta. Sabía quién era desde el inicio, sin embargo, hay millones de pelirrojos.

—Chico Flash.

La altanería de cada palabra fue un suplicio para sus oídos, su corazón se alborotó y aunque ninguno se quitó las máscaras ya sabían quiénes eran.

—Mierda —insulta en voz alta—, baile con la persona que más odio e incluso, dejé que me besará.

¿Se arrepiente de haber pasado la fiesta de máscaras con la persona a la cuál le quebró la pierna un par de veces?

No.

—Auch —Chico Flahs finge una lágrima—, me lastimaste. Supongo que ahora te irás, claro, no sin antes darme una buena golpiza por engañarte.

—¿Sabes qué? —pronuncio— sigo sin ser gay pero vuelve a besarme.

Chico Flash sonrió de lado y sin ser lento ni perezoso volvió a sus labios. Por ahora, todo valía mierda, incluso el amor que le tiene a Starfire.

¡Con Temática BirdFlash De Los TTG!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora