CAPITULO 1

60 10 38
                                    

El plato metálico contra el piso genera un ruido estruendoso.

Un segundo después de haber hecho eso, empiezo a arrepentirme. Es como si simplemente hubiera estallado todo lo que venía guardando dentro mío durante meses.

Estoy asustadísima de las consecuencias que puedan haber, pero no quiero demostrarlo. No merecen ver ni una pizca. Entrecierro los ojos para que solo pueda verse mi mirada orgullosa. Incluso mi barbilla se eleva un poquito.

El guardia está furioso. Sé bien lo que hacen con los rebeldes, los buscapleitos, los que se portan mal. Pero de repente todo ha dejado de importarme. Solo quiero volver a casa. Hace meses que he olvidado como es sentir algo por otro ser humano, y sentir esta bronca corriendo por mi sangre es un ligero alivio.

El hombre de gris da un paso hacia adelante. Está furioso. Incluso el cucharon quedó inmovil en sus manos debido a la sorpresa.

-Exijo que nos den algo más que esa pasta asquerosa-digo tartamudeando un poco, porque mi parte cuerda está haciendo hasta lo imposible para logar hacerme callar- Ni a un perro se lo alimenta de esta manera- pero claramente no le está funcionando.

El hombre de gris suelta el cucharón, que aterriza encima de todo el brebaje derramado y pone las manos en forma de cuello. Sí.

-¿Que va a hacerme? No puede matarme enfrente de todas estas personas.

-La vas a pasar en grande encerrada el resto del viaje,-dice bajando las manos para buscar las esposas en sus bolsillos. Sabemos de sobra que todos tienen un par de ellas.

Da el paso que le falta y me toma la muñeca con fuerza. Mucha fuerza. Y luego la gira hacia mi espalda salvajemente. El dolor hace que me quiera retorcer, pero me muerdo la lengua y los ojos se me llenan de lágrimas. Sacudo la cabeza para que se evaporan inmediatamente y nadie llegue a notarlas.

-Yo me encargo-dice un random salido de la nada. Le enseña al guardia su carnet vip y pone el brazo entre medio de mi espalda y la fuerza bruta del guardia.

El guardia parece sorprendido pero se aparta unos centímetros. Lo suficiente para que este desconocido ponga su brazo al rededor de mi cuello y me presione contra él.

-Soy Alex, la llevo directo a donde tiene que estar. Y aquí no pasó nada.-Dice levantando la mano que tiene libre en dirección a todos los curiosos que estaban presenciando mi berrinche.

Empieza a caminar y yo sigo siendo medio ahorcada por su brazo.

-¿Alex?-Le pregunto, haciendo fuerza para lograr mirarlo. Es rubio.-¿A dónde me llevas Alex?

No responde nada pero siento que me presiona aún más. No me duele. Pero estoy confundida. No quiero ir a ese sitio y me aterra pensar pasar meses ahí, pero más sola de lo que estoy no puedo estar, así que al fin y al cabo da igual. Él sigue avanzando decididamente por los pasillos.

-Okay, ya basta-grito y empiezo a intentar safarme por primera vez-¿Quién cornos eres?-me desespera que siga sin responder-maldición ¿a dónde me llevas?-grito más fuerte de lo que tenía intencion de hacer.

Él cambia de dirección en un segundo y me deja atrapada entre la pared y él. Pasa gente por detrás, pero él tapa toda la visión ahora.

Pone su mano en mi boca, con firmeza, pero delicadamente. Se acerca a mis ojos. Usa un perfume dulce que está impregnándose sin permiso en mis fosas nasales.

GEN X Where stories live. Discover now