El pelirosa se despojaba de su ropa suspirando, con sus ojos cerrados y sus dientes apretados. El dolor aún ni desaparecia, eso es algo obvio.
Aunque no lo parezca, las situaciones que se presentaban recientemente en su vida lo estaban cansando y estresando, sin embargo, él no lo hacia notar. Siempre estaba con una sonrisa y sin ganas de preocupar a los demás.
Tus brazos eran su hogar, eran aquel lugar donde el podía llorar, reir y ser el mismo sin necesidad de que lo juzguen.
"Lo siento, manche toda tu camiseta" Se disculpaba, tallandose los ojos con los labios fruncidos.
"No te preocupes" Le sonreiste, pero el desvío la mirada. "Hey Yuji, ¿qué es lo ha pasado?" Pasaste tus dedos por su brillante y llamativo cabello.
Itadori bajó su mirada y rápidamente se metió entre las sábanas, ignorando por completo tu comentario. Te reiste por ello, a veces podía parecer un total niño infantil, algo muy encantador del chico. Imitaste su movimiento quedando enfrentados, tus ojos estaban clavados en él y éste le observó con una triste mirada.
"¿Recuerdas a Junpei?" Hiciste memoria y asentiste en silencio, "Acaba de fallecer", hubo un silencio entre ambos, el chico volvió a hablar "Si hubiera hecho las cosas mejor, estaría con nosotros" Su rostro, el cual era la ventana a sus sentimientos, estaba cansado de todo, solo quería ser un chico normal.
"Oh Yuji" Tus brazos lo rodearon de nuevo, pero con la diferencia de que ahore él también te abrazo con fuerza.
"No debiste guardarlo, sabes que puedes contarme todo".
"Lo sé" Sonrió a la nada apoyando su cabeza en tu hombro, pero sin dejar de abrazarte. Sin embargo, sus lágrimas no podían dejar de salir de sus ojos, la tristeza de toda la situación de ese momento lo seguía carcomiendo.
"Descansa un poco, ¿quieres?. Te lo mereces" El contrario asintio mientras cerraba sus ojos y aún en tu hombro, cayo en manos de morfeo.
Es algo corto, lo sé. Pero es que hace mucho no subía nada.
