Gel de aloe vera y otros desastres en Camét

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Cuándo leer este extra: Al terminar el capítulo 30

Contenido delicado: no

Cantidad aproximada de palabras: 6100

Ubicación temporal: Octubre de 2021 (entre el capítulo 30 y 31 de la novela)

★ Ubicación temporal: Octubre de 2021 (entre el capítulo 30 y 31 de la novela)

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Pablo

—Kevin pasó a decir que Holly está bien.

Samu está recostado en la cama, con la cabeza y los brazos colgando del colchón, vestido apenas con un short de gimnasia. Apoya las manos en el suelo y se deja caer hacia atrás en una pirueta que no es para nada fluida, pero que le hace sonreír.

—Van a salir.

—¿Quiénes? —pregunto, desorientado.

Tiene la costumbre de bombardearme con información cada vez que entro a un cuarto, como si quisiera ponerme al tanto de todo lo que ha pasado en mi ausencia porque no podemos funcionar sin que el otro tenga el mismo panorama. Ahora, recién duchado y secándome el cabello, me siento en la cama a intentar comprender de qué rayos está hablando.

—Los cuatro. Kevin, Lelo, Tomás y Holly. Se van a no sé dónde.

—Ah, okay.

—Pero pasó a decir que Holly estaba bien porque dijo que te veías preocupado.

—Sí, le pedí que me avisara.

Samu sonríe. En general, adoro que sonría porque lo hace de una forma muy expresiva; puedo adivinar exactamente lo que se le cruza por la cabeza solo viéndolo sonreír. Y por eso mismo ahora no me gusta lo que veo.

Su mueca es una curva ascendente de un solo lado, ojos entrecerrados y cejas que suben y bajan un par de veces en cuestión de segundos. Luego, como estoy esperando que haga, se muerde el labio inferior y se inclina hacia adelante, manos debajo de la barbilla, y aletea las pestañas.

—¿Todavía no lo superas?

—¿A quién? —inquiero, poniéndome de pie para dirigirme a mi bolso dentro del armario.

Los cuatro —Tahiel, Mateo, Samu y yo— acordamos que ordenar nuestras pertenencias fuera de los bolsos era un desperdicio para estar solo un día en la habitación, así que los mantenemos amontonados unos encima de otros y sacamos las cosas necesarias de allí. Los otros dos se fueron del cuarto hace rato y fui el último en bañarme, así que mi bolso se quedó hasta abajo. Lucho con las correas hasta que las manos me empiezan a doler. Mi salvación llega en forma de metro ochenta y con unos brazos bien bronceados.

Samu saca mi bolso como si fuera una réplica de la escena de Juego de gemelas. Él es la niña super fuerte que ayuda a Hallie en los primeros minutos de película y yo, la gemela de California que se queda embobada viéndola.

—¿Todavía no superas a Holly? —dice, entregándome mis cosas. Casi se las arrebato de la mano para alejarme de él y buscar algo con lo que vestirme. Estoy pasándome la camiseta por la cabeza cuando lo escucho preguntar, con un tono suave que roza el susurro—: Oye, ¿estás bien? No debí bromear, ¿no? Soy un idiota.

Extras | Tres pasos atrásWhere stories live. Discover now