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Ume se encontraba sentada en la parte trasera del auto rojo, en medio de Hisoka y Chrollo mientras que Illumi conducía.

Nadie más que Hisoka estaba hablando, y este repetía lo emocionante que fue pelear por un corto momento y probar lo fuertes que se habían vuelto, pero nadie le prestaba atención.

Cuando Ume se cansó de estar en silencio, se dirigió a Chrollo.

—¿Por qué estás aquí? Creí que irías tras Kurapika.

Chrollo la vio de reojo y le sonrió.

—Lo mataré tarde o temprano, pero no sin antes haberlo torturado por la muerte de mi amigo.

—Probablemente me maten primero los Zoldyck que tú.

—Ya no pienso matarte. Encontré otra forma de usarte y hacer sufrir a tu novio.

—¿Otra forma? ¿Cuál? —preguntó, viéndose curiosa y preocupada a la vez.

Chrollo puso un dedo sobre sus labios y luego dirigió su vista a la ventana.

Ume apretó sus labios y enterró sus uñas en sus rodillas.

Después de un rato más en silencio, volvió a hablar, esta vez con Illumi.

—¿Van a usarme para obligar a mi tío a hacer algo?

—Sí —respondió sin voltear a verla.

«Así que Kurapika tenía razón. Me torturarán y usarán a mi tío como su títere. No puedo dejarlos hacer eso, tengo que hacer algo. Tengo que...».

Se detuvo de pensar en cuanto una idea se le pasó por la cabeza.

Era una idea tonta, una medida desesperada, una decisión que jamás podría revertir y que terminaría dañando a las personas cercanas a ella, pero al menos evitaría que la usaran.

«Para liberar a mi tío de ser manipulado, debo acabar con mi propia vida. De esa manera no habrá nadie más a quien puedan utilizar contra él, y así tendrá toda la libertad de asesinarlos».

Ume había tomado su decisión. Debía suicidarse antes de llegar al lugar donde estaba su tío, pero no podía hacerlo si era vigilada por esos tres. Seguro la detendrían y la someterían para asegurarse de que llegue con vida.

Cuando al fin se le ocurrió una forma de librarse de ellos, bajó la cabeza con vergüenza.

—T... Tengo que ir al baño...

●☆●☆●☆●☆●

—Creo que ya sabes que huir es imposible, y más si estás sola —dijo Illumi mientras arrastraba a Ume del brazo.

—Sí, ya lo sé. No tengo la intención de escapar, sólo quiero hacer mis necesidades en paz.

Tan pronto como estuvieron en lo profundo del bosque, Ume se zafó del agarre de Illumi.

—Puedes irte. No escaparé, y si lo hago de todas formas me atraparán.

—No tardes o vendré por ti —dijo antes de marcharse.

Ume esperó un momento antes de dirigir su mano por debajo de su falda, dónde se hallaba un pequeño cinturón en su muslo con una daga.

Dirigió lentamente el filo hacia su cuello y presionó ligeramente contra su garganta. Sus manos le temblaban y estaba a punto de soltar en llanto, tenía miedo, pero sabía que no era lo suficientemente fuerte para detener el plan de los Zoldyck. La única opción que tenía era suicidarse para ya no ser un estorbo.

Se tragó sus sollozos, apretó la daga y cuando estaba por cortarse el cuello, alguien tomó su mano y la jaló.

—Que interesante decisión —dijo Hisoka con una sonrisa.

Ume trató de jalar su brazo, pero al no conseguirlo, intentó sacar otra daga que tenía en el mismo cinturón bajo su falda. Hisoka, al darse cuenta de su movimiento, le dio la vuelta, sostuvo sus manos detrás de su espalda y empezó a acariciar su pierna.

Ume no podía usar la daga que aún estaba sosteniendo debido a que Hisoka inmovilizó por completo sus manos, la espada se había quedado en el acantilado, demasiado lejos de ella, por lo que su nen no podía alcanzarla, y no había tocado ninguna otra daga en el lapso de veinte minutos, así que su nen tampoco servía.

—Tener la valentía de acabar con tu propia vida, que emocionante.

Su mano fue subiendo muy despacio y se detuvo a mitad de su muslo, donde hizo pequeños círculos con su dedo.

—¿Q-qué haces? —Ume movió bruscamente su pierna, pero en vez de que Hisoka quitara su mano, apretó su muslo.

—¡Eek! ¡Hisoka!

Hisoka se rió y desabrochó el cinturón en el muslo de Ume. Luego soltó una de sus manos, le arrebató la daga y la llevó casi arrastrando hasta el auto.

Illumi estaba apoyado contra el auto y Chrollo seguía adentro.

Hisoka lanzó a Ume hacia el interior del carro y luego entró el también.

Illumi entró poco después y volvió a conducir.

—Sabías que intentaría hacer algo, ¿no? Por eso Hisoka estaba cerca.

—Sí, lo sabía. No ibas a quedarte de brazos cruzados después de saber que íbamos a manipular a Enoch a través de ti. Pero no permitiré que mueras, no aún.

Ume contuvo las maldiciones que quería dejar salir, pero no pudo contener las lágrimas.

No salvó a su tía, dejó que capturaran a su tío, la secuestraron dos veces y ni siquiera fue capaz de quitarse la vida. Se sentía completamente inútil y desolada.

No estaban sus tíos, sus amigos ni Kurapika para consolarla. Estaba rodeada de asesinos, sólo se tenía a ella misma en ese momento.

A esas personas no les importaba lo mal que se sintiera, sólo se burlarían de ella. Así que pensando en eso, secó sus lágrimas y calló el llanto que estaba por soltar.

Pasaron unos largos minutos hasta que el auto se detuvo.

—Llegamos —anunció Illumi.

Ume se asomó por la ventana y vio un lugar que sólo le habían enseñado a través de imágenes: la montaña Kukuroo.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Where stories live. Discover now