Capítulo 8.

3.8K 182 23
                                    


Amanda Turner

El lunes cuando me levanté, y como se había vuelto costumbre en estos días en Doncaster, Louis no se estaba a mi lado. Casi todos los días, cuando bajaba ya vestida a desayunar solía encontrármele cuidando de Doris y Ernest, hablando con sus hermanas o simplemente observando a su madre cocinar sentado en la encimera.

Salí de la cama, abrí la ventana para que se ventilara la habitación y con unos vaqueros y una sudadera con capucha azul más una camiseta básica además de la ropa interior, me metí al baño. Me di una ducha rápida y me sequé el pelo. Me vestí y me recogí el pelo en una coleta alta dejando algunos mechones sueltos.

—Ya salgo —contesté a la persona que llamó a la puerta del baño desde fuera. Me miré una última vez en el espejo, cogí el pijama más las braguitas sucias y me dispuse a salir encontrándome con el único miembro de la familia al que no había caído demasiado bien—. Buenos días, Charlotte.

—Buenos días —saludó mientras yo salía en dirección a la habitación de Louis—. Amanda —me llamó y me giré.

— ¿Si?

—Me gustaría hablar contigo, si tienes un minuto —fruncí el ceño, extrañada por el tono en el que me estaba hablando: por una vez en casi tres días no usaba un tono despectivo al dirigirse a mí.

—Sí, claro —acepté haciendo un pequeño asentimiento con la cabeza.

—Ahora te busco por allí abajo —concluyó antes de encerrarse en el baño.

Hice la cama y recogí un poco la habitación para que no pareciera desastrosa antes de bajar a la planta inferior de la casa.

—Buenos días, Jay. ¡Qué bien huele eso! —halagué entrando en la cocina.

—Es la comida de hoy, pero vas a permitirme que no comparta mi receta secreta —dijo misteriosa, removiendo con una cuchara de palo lo que hubiera en la olla.

—Claro, claro. Secreto profesional. ¿Puedo salir a desayunar al jardín? —pregunté. Desde la ventana había podido apreciar que hacía un día fantástico y la casa de los Tomlinson tenía un jardín genial en la parte trasera.

—No hace falta ni que preguntes. ¿Te ayudo llevando algo? —se ofreció y me negué.

—Puedo sola, gracias.

Cogí una taza para prepararme un té y de un armarito saqué un paquete de galletas de chocolate. Según Phoebe y Daisy era el armarito secreto donde guardaban las gemelas sus alimentos más preciados. Un armarito que no era secreto para nadie pero que a ellas les gustaba llamar así.

Cuando la tetera me indicó que el agua estaba listo para mi té, lo serví en la taza, me eché un poco de leche y con las galletas en la mano, salí al salón para atravesarlo y llegar al jardín.

—Buenos días, Amy —me saludó Fizzy al verme entrar en el salón.

— ¿Qué ves? —me asomé por detrás del sofá.

—Es una reposición del programa de Big Brother de la semana pasada.

—Otra igual que tu hermano... —murmuré y ella sonrió. Louis estaba muy enganchado a ese programa— Hablando de él, ¿sabes dónde se ha metido esta mañana?

—Ah sí. Le ha llamado Stan y ha salido casi corriendo a su encuentro —explicó divertida—. Me ha dicho que cuando estés lista, le llames y viene a buscarte. Quiere presentarte a su mejor amigo —asentí con la cabeza.

Never Been Better. (L.T.)Where stories live. Discover now