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El casamentero Kim Seungmin observó horrorizado mientras su cliente, Roseanne Park, irrumpía en la oficina. El cabello rubio de la mujer estaba amarrado en un moño desordenado y sus ojos marrones oscuros denotaban frustración. Seungmin había visto esa mirada antes. Era una mirada de rabia intensa.

—Me acomodaste con un rufián— exclamó Rose —Anoche la cita fue un desastre. Se presentó en mi casa en moto y me llevó a comer costillas. ¡Costillas, por amor de Dios! Llevaba una chaqueta de punto. ¿De verdad crees que quería comer costillas? Hice un lío de mí misma.

Seungmin hizo una mueca, apartando el cabello de su frente. —Te pondré con alguien que no sea Jaebeom— dijo rápidamente —Me dijiste que pensabas que todos tus novios anteriores fueron aburridos, así que quise probar con alguien que, bueno, no lo fuera.

—Solo porque no quiero a alguien aburrido no significa que tengas que ponerme con un hombre que tiene un tatuaje de calavera en llamas en sus bíceps— Rose sorbió —Por amor de Dios. Mi tío es senador. ¿Qué sobrina de senador saldría con alguien así?

Seungmin pensó que la mujer iba demasiado lejos. Estaba hablando mal del chico como si fuera un leproso. Claro, el hombre era un poco duro por fuera, pero no era malo en el interior. Por desgracia, no podía replicarle a una clienta, porque los malos rumores podrían hacer o deshacer un negocio como el suyo. A decir verdad se habría negado a trabajar con una mujer así en circunstancias normales, pero Rose había tenido un mejor comportamiento... hasta después de que firmó el contrato de un año.

—Te voy a emparejar con alguien un poco más a tu gusto esta vez— trató de darle una sonrisa alentadora.

—Asegúrate de hacerlo— lo señaló amenazante. —Sin tatuajes, aretes, ni motos.

—Entiendo.— se puso de pie, con la intención de agarrar papel para tomar notas, y rápidamente estrelló su pie en la pata de la mesa.

Una serie de palabrotas de gran talla de las cuales nunca había oído Rose salieron de su lengua. Su padre era un marinero, así que tomó su vocabulario colorido de él. Por desgracia, a juzgar por la expresión de la chica, las blasfemias no eran tan naturales para su familia.

—Asqueroso. ¿Dónde aprendiste modales?— negó y salió de la oficina.

Oh, hombre. Se dejó caer en su silla, sosteniendo su dolorido dedo del pie, mientras sus ojos se humedecían. ¿Qué estaba mal con ir a comer costillas de todos modos? Si alguien alguna vez lo invitara a salir, estaría más que feliz de hundir sus dientes en alguna barbacoa de cerdo. Aun así, no era un Park, y definitivamente no era el sobrino de un senador o de algún estimado director ejecutivo. Su madre era camarera y su padre era un marino retirado. Su familia no había tenido mucho dinero, pero tenían más que suficiente amor para compensar eso. Sus padres incluso estaban al día con el hecho de que no podía caminar cinco pasos sin causar un accidente.

Mientras suspiraba, se dio cuenta de que estaba siendo una cobarde con todo el asunto. ¿A quién le importaba si Rose pensaba que estaba haciendo un mal trabajo? Era un buen casamentero... Bueno, tal vez no lo era todavía, ¡pero lo sería!

Frunció el ceño con determinación y se volvió a su computadora. Era el momento de buena música ambiental. Miró su protector de pantalla y suspiró soñador. Bang Chan, famoso rapero, compositor, productor y el ex líder del trío 3RACHA era su protector de pantalla. Reprodujo la canción más famosa de Chan, Broken Compass, y miró sus inquietantes ojos de color marrón oscuro. El tipo era magnífico, más magnífico que cualquiera que hubiera conocido. Su cabello era oscuro, haciéndolo parecer viril y embrujado. Había algo acerca de ese hombre misterioso que agitaba su corazón. Me pregunto qué diría si supiera que un fan viajó hasta Seúl para estar cerca de él. Le gustaba la idea de encontrarse con él en algún lugar al azar en una cafetería, en el supermercado, en medio de la calle.

Sí, era un idiota. ¿Realmente tenía veinticinco? Todavía soñaba como si fuera un niño. Tal vez debas hacer algunas cosas de adultos. Como, ya sabes, trabajar.

Hizo una mueca y revisó su sistema de mensajería de correo electrónico. El primer paso para que los clientes potenciales lo contrataran era llenar el formulario en su página web. La información era enviada a su correo electrónico. Hoy tenía tres clientes potenciales. Uno era un fracaso, alguien había rellenado el formulario con el nombre de Choi Woobin, pero la segunda persona parecía extraordinaria. Sonrió mientras leía su información.

Nombre: Hwang Hyunjin.

Altura: 1.80.

Peso: 65 kilos.

Color de ojos: Negro.

Color de cabello: Negro.

Ocupación: Guardián.

Salario: Más de lo que necesito.

La persona podía enviar una foto junto con la información y Hyunjin había hecho precisamente eso. Se quedó sin aliento con la fotografía. Mierda, ¡ese chico era precioso! Su cabello negro era largo y tocaba sus hombros. Sus ojos parecían media lunas mirando desde sus cejas oscuras. Una mandíbula cincelada. Pero lo que era deslumbrante, sin embargo, era su sonrisa. Tenía la sonrisa de un hombre que era un tipo sin problemas, es decir. De acuerdo, este tipo debía tener un defecto de personalidad horrible por necesitarlo. La mayoría de sus clientes estaban en su sano juicio, personas que se veían normales en busca del amor, pero este chico estaba más allá del aspecto normal.

—Tiene que ser un dios griego— susurró. —O tal vez alguna otra criatura etérea.

Inmediatamente apuntó su número de teléfono y empezó a sudar nerviosamente cuando pensó en llamarlo. Esta era la primera vez que podía recordar la sensación de inseguridad acerca de llamar a un cliente. Marcó su número y se sorprendió de que su tono fuera un coro de aleluya. Elección extraña de música. Oía una gran cantidad de tonos de llamada, pero no ese.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Hyunjin contestando.

—Hola— dijo el hombre en tono cansado y molesto.

—Ugh, hola— respondió. —Soy Kim Seungmin. Usted contactó mi negocio de citas ¿Cómo está hoy?

—No muy bien— murmuró —No me gusta el trabajo. Creo que me deberían permitir jugar todo el día.

¿Odias tu trabajo? Casi me arranca el cabello una mujer con uñas de seis centímetros.

—Eso es muy malo— parte de su asombro ante la buena apariencia de este hombre se fue desvaneciendo. La personalidad era mucho más importante que una cara bonita —¿Está todavía interesado en mis servicios? Si es así, me gustaría programar una reunión. Cobro cinco mil…

—No importa lo mucho que cobre— lo interrumpió Hyunjin, siguió sonando tan gruñón como antes. —Iré a la reunión. ¿Cuando estás disponible?

—Tengo una agenda abierta— esto no es vida en absoluto —¿Cuándo está libre?

—Esta noche— dijo.

—Está bien— abrió su libro de citas —¿A las seis está bien? La dirección de la oficina está en la lista en mi sitio web.

—¿Nos reuniremos en tu oficina?— preguntó —Tenía la esperanza de que nos encontráramos en un restaurante o algo así.

—Normalmente no me encuentro con clientes fuera de la oficina. Podrá salir a cenar con sus citas.

—Serás difícil, ¿verdad?— dijo Hyunjin, sonando frustrado.

¿Por qué hacía que sonara como si fuera él, el que iba a trabajar?

—¿Perdón?— frunció el ceño —Me temo que no entiendo lo que quiere decir.

—Por supuesto que no— le espetó. —Nos vemos esta noche a las seis.

—Por-

Antes de que pudiera terminar, Hyunjin le colgó.

—Idiota.— murmuró.

Qué día. Subió el volumen a su música de nuevo y comenzó a tararear. Por lo menos siempre tendría a Chan para calmar su dolorido corazón.

𖦞 𝖺𝗇𝗀𝖾𝗅 𖥧Where stories live. Discover now