"Se hace tarde y sin embargo quiero escribirte. Tú no estás aquí y yo no puedo estar sin ti; así que a veces imagino que no estamos lejos el uno del otro".
Vincent Van Gogh
Nuestra separación fue mi decisión.
Al principio no me dolió.
Seguía mi vida con normalidad, exceptuando tus llamadas, tus mensajes, tu voz y tu presencia.
Tu recuerdo me consume lentamente y sin apuro.
Sin aviso.
Solo llega de repente.
Y cuando creo olvidarte, mi mente te recuerda, como si ayer te hubiera visto nuevamente.
Un suspiro tras otro cada noche.
Un recuerdo tras otro al cerrar los ojos.
Los momentos marcados en mi piel se borran.
Pero los momentos marcados en el alma permanecen hasta mi última exhalación.
La primera noche sin ti, no me dolió pero me causo incertidumbre
Estaba tomando la decisión correcta?
Esa noche mi mente no durmió, no llore, pero lo sobre pensé.
La primera noche sin ti fue más fría de lo que recordaba, más solitaria y amarga de lo que alguna vez lo fue...
Las noches que le siguieron fueron llenas de mis anhelos, mi alma extrañando a la tuya, lamentando la decisión tomada y queriendo correr a tus brazos rogando que vuelvas a mí lado.
Todo volvía a ser tan monótono, enjaulado y deprimente.
Tu le dabas toques de colores a mi gris panorama, tu abrías la jaula en la que me encerraba.
Rogar que volvieras era una locura y una incongruencia a lo que yo misma había elegido, era hipócrita por lo que yo había cometido.
Tu abrías mi jaula, pero en vez de volar contigo me encerré de nuevo con un nuevo inquilino que solo llegó de paso a destruir mi nido.
El inquilino, parecía amable, antes de irse se llevó la llave de mi jaula y la perdió entre su vuelo lejos de mi alcance.
No estabas cerca cuando el inquilino llegó, no te culpo por eso, me culpo a mi por confiar y dejarme engatusar por un aletear ajeno.
Cuando regresaste ya todo había acabado, la llave de mi jaula estaba de nuevo conmigo pero yo no me sentía capaz de abrir mi jaula y salir a volar contigo.
Mi traición te alejo de mi, es comprensible, pero que regresaras a querer volver a intentarlo no lo fue, pero acepte y luego me arrepentí por qué sabía que no era buena para ti.
Me condenó yo misma a vivir encerrada, pero no podía arrastrarte conmigo, así que te solté.
Deje que desplegaras tus alas, fueras libre a dónde el viento te guiará.
Mi cuerpo anhela tu regreso, pero es egoísta querer mantenerte en el encierro.
