Testigo silencioso

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«Tic tac tic tac» el reloj suena una y otra vez anunciando un evento extraordinario, uno que ningún mortal puede presenciar.

La luna de nuevo intenta ser fuerte pero no puede evitar llorar por la crueldad de la oscuridad; las estrellas intentan consolarla, sin embargo, ella llora desesperada incapaz de evitar las atroces acciones de la humanidad.

Entre lágrimas ruega por un milagro, de esos que los humanos ruegan a ella, al sol, al mismo universo. A quien sea que escuche.

Pero no hay mucho que se pueda hacer por estos seres destructivos. Un padre matando a su hijo, una madre olvidando a un bebé indefenso, un roble rogando no ser cortado, una bestia moribunda dando sus últimos respiros a solo unos pasos de sus crías. Eran un panorama tranquilo para las muchas acciones repugnantes y avariciosas que había cometido la humanidad.

Aunque para un alma tan pura como la luna, estas pequeñeces le provocaban un llanto desgarrador que, irónicamente, la hacía resplandecer con más intensidad.

El sol preocupado por el dolor de su amada decidió tratar de animarla mostrándole las cosas buenas del mundo y así quizá conseguir que ella sonriera.

Llamando a cada criatura del mundo les ordenó que trajeran buenas noticias para animar a la luna y así fue como una lechuza amable, un gato montés y un pequeño cuervo emprendieron un viaje para buscar historias que pudieran alegrar el corazón de la luna, sin embargo, la oscuridad hizo de las suyas.

La lechuza amable había sobrevolado bosques encantadores y lagos vibrantes hasta llegar a un valle peculiar que estaba impregnado de una energía cálida y encantadora, los colores y sonidos habían dejado encantado al animalito, que se quedó observando a sus habitantes durante tres días.

Presenció cantos hermosos y vestimentas humildes impregnadas de magia que brillaba cual lucero, se percató de que los humanos ahí eran extraños, precavidos y un tanto temerosos, pero eso no cambiaba el hecho de que se desarrollaban historias que memorizaba para animar a la luna. Estos humanos eran amables miedosos, pero amables.

O al menos lo fueron durante los primeros días de la visita de la lechuza.

Pasada una semana la lechuza amable decidió que era tiempo de regresar, decidida a narrar una hermosa historia sobre un pueblo lleno de luces y de música extendió sus alas para volver junto a sus compañeros de misión, pero cuando estaba a punto despegar la oscuridad le nublo por completo la vista.

El dolor la hizo quejarse, pero lo que respondió a su suave quejido nada tenía de cálido o encantador. Más bien se parecía a un quejido de ratón, entre la confusión el instinto de caza, despertado por el quejido de roedor, la hizo agitarse, pero eso solo provoco que los humanos golpearan nuevamente su hermosa cabeza emplumada.

Poco a poco las luces se perdieron y los gritos de los humanos que parecían culparla de un crimen se hacían más lejanos, el animalito se quejó una última vez, tratando de aclarar el malentendido, pero no sirvió de mucho, porque a los humanos no les importaba sus explicaciones

Sin fuerzas para luchar el ave fue cerrando sus enormes ojos entregándose a la muerte, no sin antes vislumbrar la mirada horrorizada de un pequeño cuervo que era cubierto por la oscuridad.

Y así se perdieron dos bellas historias recolectadas por seres amables que solo querían terminar con la tristeza de la luna. El cuervo no pudo regresar a contar ninguna historia, ni la suya, ni aquella que había presenciado, desde las sombras, junto con la lechuza amable.

En cuanto al gato no se supo nada de él, se cree desapareció de la vista del sol, al no poder encontrar nada bueno que contar. Algunos creen que su desaparición tuvo que ver con el pequeño cuervo.

Pues se dice que la muerte se disfraza de cuervo devesencuando.

Lo que sí es un hecho es que el pequeño cuervo aprendió de la crueldad del hombre de la forma más aterradora posible.

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Pregúntale al cuervoWhere stories live. Discover now