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Se suspendieron las clases y se aplazaron los exámenes luego de que los mortífagos abandonaran por completo Hogwarts

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Se suspendieron las clases y se aplazaron los exámenes luego de que los mortífagos abandonaran por completo Hogwarts.

En el Gran Comedor se respiraba una atmósfera de profunda melancolía. Todos llevaban sus túnicas de gala, pero nadie parecía tener hambre. La profesora McGonagall había dejado vacía la silla del centro de la mesa del profesorado, más grande que las demás. La silla de Hagrid también estaba vacía; cambio, el lugar de Snape lo había ocupado, sin ceremonias, Rufus Scrimgeour.

En la mesa de Slytherin, Crabbe y Goyle cuchicheaban con las cabezas muy juntas. Y aunque ambos eran fornidos, parecían indefensos sin la alta y pálida figura de Malfoy a su lado, dándoles órdenes. No había dejado de pensar en Malfoy desde que abandonó el colegio junto a los demás mortífagos. Me preguntaba constantemente si él estaría bien, ya que lo vi muy afligido cuando Snape se lo llevó lejos de mí.

¿Dónde estaría ahora? ¿Y qué estarían obligándole hacer?

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando he visto a la profesora McGonagall ponerse de pie.

—Ha llegado el momento —anunció la profesora—. Por favor, sigan a vuestros jefes de casa a los jardines. Los alumnos de Gryffindor esperen a que salga yo.

Los estudiantes nos levantamos de los bancos y desfilamos casi en silencio. Cuando llegamos al vestíbulo, vimos a la señora Pince de pie junto a Filch: ella iba con un tupido velo negro que le llegaba hasta las rodillas, y él con un viejo traje y una corbata negros que apestaban a naftalina. Los tibios rayos del sol me acariciaron la cara cuando salí hacia el jardín.

Habían colocado cientos de sillas en hileras a ambos lados de un pasillo y encaradas hacia una mesa de mármol que presidía la escena. La mitad de las sillas ya estaban ocupadas por una extraordinaria variedad de personas: elegantes y harapientas, jóvenes y viejas. También estaban presentes los fantasmas del castillo, que solamente eran visibles cuando se movían, pues la luz del sol hacía brillar sus intangibles y sutiles figuras.

Pude ver a mis abuelos sentados en primera fila junto a mi hermano menor. Ellos al verme me indicaron que me acercara, por lo tanto, comencé a ir con ellos. Tarde solo unos segundos en llegar a su lado, los saludé respetuosamente y me senté a un lado de mi abuela, quien sutilmente sostuvo la mano de su esposo cuando ha visto a Hagrid caminar despacio por el pasillo. Hagrid sollozaba en silencio y tenía el rostro surcado de lágrimas; en los brazos, envuelto en terciopelo morado salpicado de estrellas doradas, llevaba el cadáver de Dumbledore. Se me hizo un nudo en la garganta cuando lo he visto depositar el cadáver sobre la mesa de mármol.

Un individuo bajito y de cabello disperso, arreglado con una sencilla túnica negra, se puso de pie frente al cadáver de Dumbledore. El hombre comenzó a mencionar algunas palabras, las cuales provocaron que mis ojos comenzaran a molestarme. Fue entonces que comencé a llorar cuando recordé como el director murió frente a mí y en lo inútil que me sentí al no poder hacer nada para evitarlo.

UNTIL THE END; Draco Malfoy.Where stories live. Discover now