Capítulo 17: Sentimientos encontrados

25 3 45
                                    

Las cosas de la vida no siempre son como las que uno espera. Un claro ejemplo de todo es el matrimonio. Uno cree que, cuando se casa, esa unión será para siempre. Pero en algunos casos, y muchas veces de manera dolorosa, esa unión se acaba y da por terminado un capítulo que se creería que no terminaría.

El divorcio es esa manera de decir que todo por lo que luchaste o imaginaste en tu vida se acabó. Una orden de ilusiones rotas es lo que puede explicar la razón de llegar a algo tan terrible y destructor.

Ahora me encontraba, después de varios días de esa conversación, en mi despacho en casa, sentado justo enfrente de mi computador leía un documento que Gaby Des Fleurs, mi secretaria, me había mandado.

Eran precisamente los papeles del divorcio. En verdad no podía creer que este momento estaba ocurriendo.

Sentía una combinación de dolor y desesperación. No era algo que realmente quisiera hacer, pero ella no me había dejado otra opción. Quería tenerla en mi vida, pero me había roto el corazón.

Cuando amas a alguien, eres capaz de soportar cosas que normalmente no harías, pero cuando se cruza una línea que no debería, las cosas pueden cambiar.

Y aunque estaba pensando en este posible fin, mi mente fue interrumpida por el recordatorio de la presencia de Ethan aquí. Era increíble cómo podía estar absorto en mis pensamientos.

—¿Podrías recordarme por qué accediste a hacerlo, Sebastián? —preguntó mientras se recargaba en un librero con los brazos cruzados.

—Me hizo sentir que la muerte de Diana y mi hijo no hubieran importado —respondí.

—Ximena me agrada bastante, pero a veces no puedo creer lo cruel que puede llegar a ser.

—Créeme que yo tampoco, pero así es ella. Si es lo que quiere, no soy quien para negarlo.

—¿Y qué harás después de eso?

—No lo sé, tal vez darme un tiempo. No puedo hacer lo que tú, porque yo sí tengo responsabilidades —reí y guiñé ligeramente.

—¿Por qué me juzgas? Hago lo que quiero, cuando yo quiero y no tengo que rendirle cuentas a nadie. ¿Qué hay mejor que eso?

Reí un poco más, negué con la cabeza y le lancé un boligrafo negro que tenía a la mano. Él alcanzó a tomarlo y lo puso a un lado. Él entendía el humor que poseía.

—Hace bastante que no estoy en tu oficina —comentó.

—Lo sé. Y como has notado, no ha cambiado mucho.

—Recuerdo la vez que estuve aquí cuando conocí a Ximena. Fue hace... ¿4 años? —frunció el ceño.

—5 años —corregí.

—En ese momento nunca hubiera creído que crearías una familia con ella.

—Ni yo, pero las cosas cambian. Ahora solo quiero enfocarme en mi salud mental.

Me gustaba conversar con él. Cuando no estaba ebrio o haciendo una locura, podía ser un gran desahogo en mis momentos de crisis. No por nada es mi mejor amigo.

—No es por que esta conversación no se me haga interesante... —dijo mirando su reloj de mano—, pero necesito irme. Tengo una cita.

—¿Tan temprano? —fruncí el ceño.

—Sí, es que quiere llevarme a una sinfonía que ella montó. Y creo que no puedo decir que no.

—La nueva chica con la que sales no tiene un trabajo parecido al de... ¿Kendall? —incliné la cabeza— ¿Eso no se te hace curioso?

Mi mejor promesa: Anulación (SAGA: Esperanza) #2Where stories live. Discover now