ᴛʀᴇꜱ.

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Hacer mezclas, colocar los bloques y transportar a duras y sucias manos el cemento, era un infierno y todavía no había experimentado el primer encuentro de entrenamiento que me esperaba en el exterior fuera de estas murallas.

¿Era fácil a comparación de todo lo que nos esperaba? Exactamente era fácil, a simple vista y esfuerzo ante esta construcción pues se podía decir que no, pero cualquiera que solo observe y no esté en el lugar de acción pues sería fácil que las palabras se le deslicen hacia fuera de la boca sin pudor para juzgar. Lo admirable era que si aquella mujer, única e imprescindible, de puesto alto y perfecta valentía estuviera y permanecería con rigidez en esta labor, entonces era razón más que suficiente para motivarme a más.

No sé cuánto tiempo pasó, que la bolsa pesada de cemento se me resbaló por quinta vez. Todos observaron una vez más mi desgracia y me miraron con desagrado, excepto una persona que se detuvo a ayudarme antes de que me manden al carajo si la visión del capitán recae sobre mi.

— Vamos, rápido.

Aquel chico rubio, de mechones salientes de su corte de cortina, único que se detuvo ayudarme, no hice más que llenarme de valentía y esforzarme otra vez a cargar aquello. El fue dejándolo poco a poco en mis brazos por lo que yo colocaba mayor resistencia una vez más para sostener la bolsa.

— No lo dejes caer, seguiré con esto. El capitán te observa, no lo dejes caer.

El chico hablaba rápidamente con el sudor cayendo por su frente y los nervios cubriendo cada una de sus palabras. Yo asentí rápidamente sin decir palabra alguna y él salió disparado con aquella otra bolsa que sostenía.

Era asustadizo, pero hábil y lo más inteligente que me había dicho, no podía pasarlo por alto. Debía de dejar de ser un desastre o tendría problemas con aquel y tosco hombre que su mirada estaba posada encima de mí para cualquier oportunidad que se le presentase. Era afortunada de que aún no lo tenía castigándome de la peor forma, sino escudriñando mi ser como si leyera todas las maldiciones que le hago en mi mente.

Era de noche y se trabajaba lo más rápido que se podía, muchos desfallecían en este transcurso, sin comer y mucho menos ni beber nada para mantenernos de pies y esa era la idea, probar la resistencia y fortaleza que se tenía ante cualquier situación, valga la redundancia. Muchos se habían desmayado y por ende, devueltos a sus casas y expulsados de la morada.

Y yo aquí, esperando el momento en el que mi cuerpo me haga ir a la mierda y desfallecer en cualquier momento. Observe la torre que se iba mostrando cada vez mejor a como la encontramos, podía terminarse en la madrugada si todos colaboraran con más ritmo, pero ese ritmo era mucho pedir en base a la situación de no recibir hidratación y mucho menos alimentación.

Me encontraba en estos momentos ayudando a colocar esos bloques por orden y con mediciones que si quedaban torcidos o hacía que la torre se fuera de lado, sería mi final. Caí de rodillas tras pegar un bloque más y a mi lado pude encontrar algunas plantas amontonadas y lo primero que se me ocurrió fue arrancarlas y comerlas, pero no lo hice.

Pese a que no tengo energía en mi cuerpo, mi necesidad no es tan elevada porque he pasado peores momentos de hambruna debido a la situación dentro de la muralla.

Me levanté y volví a levantar otro bloque.

— ¿Qué mierda nos aporta esto?, Los demás no reciben esta estupidez de entrenamiento en sus primeros días, más que reciben todo organizado y nosotros tenemos que ser las servientas del Ackerman.— Dice uno quejándose a su lado.

— Si, solamente está allí dentro de su tienda y sale a hacernos la vida más imposible de lo que ya la ha puesto. Solo saben quedarse sentados y estar de vagos completamente.— Dice otro acorde con el comentario anterior del otro chico.

¡Señor, Sí Señor!. [LEVI ACKERMAN]. ©Where stories live. Discover now