Capítulo 16

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Juliana dejó caer la taza de café tan fuerte sobre la mesa, que la mitad de los clientes de la cafetería giraron la cabeza hacia ellas.

—Que dijo, ¿qué?

Cristina bajó la voz.

—Él quiere fijar la fecha de la boda. Para la próxima semana —en su mente, la escena en el probador se repetía.

Nunca se había sentido tan caliente en su vida. Tal vez era la consecuencia de lo que Dionisio le había hecho la otra noche: besarla hasta que perdiera el sentido y dejarla insatisfecha. Tal vez ella podría usar eso como una excusa, por haberse dejado llevar en el lugar menos pensado de todos.

Había sido un golpe de suerte que la vendedora hubiera interrumpido cuando lo había hecho. Un segundo después, ella y Dionisio habrían hecho el amor allí mismo. Maldición, incluso la había hecho terminar. Ella no había sido capaz de resistirse a su tacto y a sus besos, ni a las cosas que le había dicho.

Pero su pedido después de que la vendedora los había interrumpido, había llegado como un shock total.

—¿Bueno, no era eso lo que querías? —Juliana levantó las cejas.

—¡No!

— Sí.

—No de esta manera. Él piensa que está enamorado de mí.

—Yo lo consideraría una cosa buena.

—Pero todo es una mentira. Piensa que está enamorado de mí, porque yo se lo dije. Él no me ama. Piensa que me ama porque piensa que estamos comprometidos. Y ahora quiere casarse. ¿Qué voy a hacer?

¿Cómo pudo esta situación haberse deteriorado tan rápido? Ella sólo le había dicho unas pocas mentirillas. Y se habían convertido en una montaña de desastre.

—¿Casarte con él?

Cristina miró a su amiga.

—No puedes hablar en serio. No puedo casarme con un hombre que no me ama. Además, él ha perdido la memoria. No puedo tomar ventaja de alguien así.

—¿No crees que tus escrúpulos llegan un poco tarde? Si mal no recuerdo, te lo advertí al principio, pero no quisiste escuchar.

Cris dejó caer su cabeza entre las manos.

—Tengo que decirle.

—Se pondrá furioso. Esto es, si te lo cree.

—¿Por qué no?

Juliana se inclinó hacia delante.

—Porque aún no se ha recuperado de su amnesia. ¿Qué te hace pensar que te creerá si dices que no están comprometidos? Todo lo que sabe es lo que le dijiste desde el principio. Él se aferrará a eso.

¿Podría su amiga estar en lo correcto?

—Qué eres de repente, ¿una enfermera?

Juliana golpeó el dedo contra su sien.

—Sentido común. Piensa en esto por un momento: se despertó después de la pelea, y la primera persona que vio es a ti. Y le dijiste mentiras.

Cristina quería protestar, pero cada palabra que su amiga decía, era verdad.

—Y luego actuaste de acuerdo a esas mentiras. Fingiste que él tiene un trabajo conmigo y...

—¡Te estaba haciendo un favor!

Juliana sonrió.

—Gracias, pero ese no era el punto al que estaba tratando de llegar.

—Entonces, ¿cuál es tu punto?

DIONISIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora