3. Melissa

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Valka no pidió ayuda para presentarse en la vieja casa de seguridad de Las Ventas.

Aquél lugar estaba tal y como lo dejaron los del Quincunce cuando lo dejaron, hacía pocas semanas: la casona, antes valuada en un par de millones, lucía ruinosa, considerando el poco tiempo que había pasado. Uno de los cristales que daban a la laguna estaba roto y faltaba el par de focos en la puerta de entrada.

Sin embargo, el lugar estaba lejos de encontrarse deshabitado.

Un par de pistolas de agujas de Alba Dorada, con los números borrados, descansaban sobre una repisa y la cerradura de la entrada había sido cambiada hace poco. Además, había un par de libretas puestas sobre otra repisa. Valka se paseó por la sala, todavía con manchas de sangre en el suelo y sobre uno de los sillones blancos.

Valka observó atentamente. Sí, sin duda alguien, probablemente Mike, a juzgar por la organización de la casa, había empezado a ocuparla.

Alguien le estaba marcando. Valka sacó su teléfono para revisar: era Jonah, el amigo de Candy. Valka decidió contestar, pensando que era poco probable que alguien estuviese oculto en la habitación de al lado.

— ¿Sí? - Contestó Valka.

— Tenemos malas noticias.

Jonah le explicó de la manera más amable que pudo, intentando tranquilizarla. Sin embargo, sabía que el impacto sería algo feo para su compañera.

— Mike fue a la fiscalía hoy. Nuestra agente nos avisó que acaba de llevar sus papeles. Parece que tiene un buen abogado y, bueno...

— Ya, dímelo - Pidió Valka, viendo venir el problema.

Era una demanda contra Valka por haberle ocasionado daño psicológico: específicamente, la acusaba de haberlo orillado al suicidio.

— Entiendo - Contestó Valka. Se sentó en el suelo a escuchar los detalles que Jonah decía, posibilidades para contrademandar, entre otras, pero Valka ya no escuchaba. Estaba controlando su respiración, intentando no darle entrada al ataque de estrés.

Jonah siguió hablando: realmente, tardaría mucho en darse cuenta, lo que la favorecía. Valka intentó relajarse, pero el constante recuerdo de Mike no paraba de acosarla. El condenado se las arreglaba para, aún después de varios años, joderle la vida. ¿Qué más quería? Era imposible que su motivación fuera simplemente que Valka accediera a ser su pareja. No, Mike era más maquiavélico que eso.

Valka recordó el caso que la hizo unirse a Alba Dorada en primer lugar, cuando Candy le habló de un amigo que podía ayudarla con su "asunto". En ese entonces, todavía eran amigas todas las chicas de secundaria, Tenebra y Niambi incluidas. Valka recordó el último movimiento de Mike para joderla, antes de esto.

Intentó que la expulsaran de la preparatoria en cuanto se dio cuenta de que Val se había unido a Alba Dorada. Algo temía Mike en ese entonces: que lo exhibieran como el manipulador y abusador emocional que era. Mike escondió la cola en algún momento, pero ahí estaba de nuevo, causando problemas.

La vez pasada, al menos Valka supo cómo encontrarlo y qué hacer, además de que la vez pasada, se sentía respaldada por toda una organización. Ahora, se sentía desesperada. Al parecer, Mike jamás la iba a dejar en paz.

— ¿Val? - Preguntó Jonah del otro lado del teléfono - ¿Quieres que llame a alguien? - Quiso saber el chico.

— No. No, no. Déjalo así. ¿Estaba solo?

— Estaba con Lizzy.

Y de nuevo, Valka sintió cómo se le iba el alma del cuerpo. Liz no había dejado de ser la misma persona traicionera que siempre había sido. A como pudo, se despidió de Jonah, colgó el teléfono y se fue a casa, de vuelta a la Base Uno. Recordó que, la vez pasada, su madre se había reído en su cara cuando le quiso contar todo lo relacionado con Mike. Se burló de ella y menospreció sus inseguridades.

Fata MorganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora