La otredad

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Hay una frase que ronda mi mente estos días: A través de los otros es que logro conocerme a mí misma.

Creo que siempre lo había tenido presente pero nunca de una manera tan precisa.

A veces siento que nunca tuve tiempo de definirme o quizá es que asumí que eso se daría de manera natural en el transcurso de mi vida (incluso cuando comencé con este apartado, justamente la idea era conocerme mejor, pero, como podrán adivinar por el número reducido de partes, no llegué muy lejos), sin embargo, entre más avanzo entre los estrechos pasajes de mi existir siento que mi autopercepción se diluye entre la incertidumbre y el querer ser que nunca puede ser satisfecho.

Entonces me es común recurrir a referencias externas para identificarme, para saberme un individuo y es así como termino atendiendo a la ideas de los-otros para poder manipular mi propia sensibilidad.

Pero, aunque cómodo, ahora percibo que me he dejado llevar tanto por visiones externas que cuando intento hacer cosas para mí (y por mí), me encuentro esforzándome por circunstancias que en realidad no quiero.

Pero es que no quiero nada que mi situación actual, mi mortalidad y reducida visión de la verdad me puedan brindar. Así que recurro a los-otros como guía pero
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Mi relación con ellos es... extraña, a falta de mejor adjetivo. Podría decir incómoda, estéril, falta de sentimientos recíprocos (al menos en intensidad), endeble; y aún así, ninguna involucra todos los calificativos que otorgo a mis interacciones tan bien como "extrañas". Aunque me jacto de poder fingir cercanía lo suficiente como para tener unos cuantos amigos e incluso admitir que les quiero (y que eso sea cierto), me temo que no doy lo que ellos esperan recibir. Tengo el presentimiento (bien fundamentado, además) de que les cansa mi silencio, mi falta de pasión por las cosas, la ausencia de ese ardoroso sentir en el pecho al contarles cuando algo me gusta o me ha hecho enojar. Ma hace falta el peso de la sangre (como leí en el libro "indigno de ser humano", aunque pudo haber sido en cualquier otro lugar).

Pero es que las interacciones con los otros terminan por eliminar más esa línea entre conocerme y no hacerlo, temo estar robando demasiado de cada humano con el que entablo cualquier interacción.

"En este mundo cruel, todo lo que tenemos son las conexiones que creamos", una vez escuché esa frase mientras veía Bojack Horseman y me desató un profundo sentimiento de vacío al darme cuenta de su veracidad en medio de aquel diciembre en casa de la familia de mi madre. Quise correr a abrazarla y decirle a mi abuela que la quiero, jugar con mis primos y tomar ponche.

Pero no pude, porque me he definido como una humana a medias desde hace tanto que salirme de ese papel se sentía como un castigo.

La realidad es que también temía que nada cambiase, que me diese cuenta de que las conexiones humanas no me iban a brindar la satisfacción que buscaba, porque nunca lo han hecho.

Sin embargo también creo que mientras pueda mantener la esperanza de algún día generar conexiones duraderas y a las que desee frecuentar, vivir parece más soportable. Bien dicen que brinda mayor sosiego tener una aspiración clara que el cumplirla.

Me he resignado a vivir añorando cercanía como motivación para seguir tejiendo hilos con los otros, aunque sean aún pequeñas hebras. Aún no estoy lista para romper la fantasía.

Aunque,
también creo que esforzarse por estar cerca de las personas es mi forma de demostrarles amor. Espero que algún día eso nos baste.

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Necesitaba desahogarme de alguna manera.

yo (YO)Where stories live. Discover now