nocturno op. 15 no. 3

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13 de julio de 2019

Me gusta la noche, me siento tranquila en la oscuridad, con los audífonos puestos en mi cama mirando al techo que luego se difumina en la infinidad, siento como que podría quedarme así por siempre, pensando que el exterior no existe y mi habitación, que en la penunbra parece no tener dimensiones, es un universo embotellado.

Durante el día siempre me siento a medias, como que algo me incomoda, me dan ganas de llorar y todo me duele, el calor me obliga a quedarme con el rostro frente al ventilador con los ojos cerrados en espera que el atardecer me traiga de vuelta mi energía.

Al ver la luz del alba y escuchar como perezosa la ciudad comienza a despertar yo hago lo contrario y dejo que mis ojos, ya cansados, se cierren a eso de las 6AM, escucho el camión de la basura, autobuses andando, un hombre barriendo las calles y una tenue luz que se cuela por mi persiana, pero no alcanzo a ver el amanecer porque, para eso, yo ya me encuentro soñando, continuando con mi aventura en un plano distinto.

Las madrugadas hacen que todo se sienta mejor y me invade un entusiasmo loco cuando además comienza a llover, siento como que no podría estar en un mejor sitio, ni en un mejor momento.
No imagino la sensación de plenitud que debe sentirse al correr por la ciudad de madrugada, llegar a una plaza y andar por ahí sintiéndose la única persona del mundo, es una de las cosas que más deseo hacer, si en estas vacaciones me animo, ya les cuento.

yo (YO)Where stories live. Discover now