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Christopher Bang era una buena persona.

Tocó la puerta reiteradas veces. Vio cómo la mirilla se oscurecía por unos segundos y luego se iluminaba nuevamente; sabía que lo habían visto.

Volvió a tocar la puerta. Estuvo allí por varios minutos, empezaba a impacientarse. Tocó otra vez.

—¿Esta es la casa de Lee Felix? —gritó—. Soy Christopher Bang, su terapeuta.

La puerta se abrió con fuerza y una señora mayor se asomó. Lo miró de arriba a abajo y puso una mala expresión.

—¿Qué quieres?

—Buenas tardes, señora —sonrió—. ¿Está Felix en casa?

—No.

—¿Sabe cuándo va a volver?

—¡Vaya a saber Dios!

—Señora, disculpe, pero le agradecería que me diga una cosa más, ¿sabe que hace tres semanas que su hijo no asiste a terapia? Estoy preocupado por él —torció los labios— ¿Decidió dejar el tratamiento?

—Hace meses que Felix no viene a casa. No sé ni quiero saber nada de él. Por favor, vete —hizo el amague de cerrar la puerta. Chris la frenó.

—Señora, Felix está en una situación muy delicada, me parece peligroso que no esté siendo supervisado por alguien. Hace mucho que no lo veo, ¿no quiere saber si está bien? Es su hijo, señora —insistió—.

—Nene —dijo—, a mí no me hables así. Yo sé muy bien la situación de mi —hizo énfasis en "mi" y se apuntó el pecho— hijo. Pero hace meses que ni se asoma, no me habla. Él tomó la decisión de alejarse y seguir su vida, y ya es mayorcito como para arreglarse solo. No sé dónde estará viviendo, tampoco sé cómo lo vas a encontrar, pero no me metas. Ahora, deja mi casa.

—Señora, no entiende.

—Sí entiendo —exclamó—. Ese chico está enfermo y nos abandonó, me dijo cosas horribles y es obvio que no me quiere en su vida. No tengo porqué hacerme cargo de un adulto que dejó de ser él mismo hace tanto tiempo, ese ser no es mi hijo. Mi hijo falleció cuando entró en ese mundo —respiró hondo y se pasó las manos por la cara—. Estás buscando a un muerto viviente, no vale la pena. Te recomiendo que no lo busques más.

La madre de Felix cerró la puerta, dejando a Chris con las palabras anudándole la garganta. Tenía que hacer algo.

Porque Christopher Bang era una buena persona.

***

La vida de Hwang Hyunjin había caído repentinamente.

Tomando consciencia de sí mismo, miró a su alrededor. No estaba seguro de dónde estaba, pero olía muy mal. Tiró la cabeza para atrás y soltó un quejido, había dormido en una posición incómoda y la contractura era insoportable.

Se incorporó mejor y movió los hombros tratando de relajar el dolor que sentía. Una persona se acercó a él.

—Hey, amigo, ¿estás bien? Te ves muy mal —las palabras se oían confusas. Hyunjin intentó ver la cara del hombre que le hablaba.

La sangre se le heló.

—No, no —dijo, desesperado— ¡Aléjate!

—¿Estás drogado? —se siguió acercando y extendió la mano con intención de ayudar.

—¡Jisung! Aléjate, por favor. No me toques... —comenzó a apartarse asustado. Las lágrimas se le escapaban furiosas.

—¿Jisung? ¿Quién es? ¿es amigo tuyo? —dijo agachándose para estar a la misma altura que Hyunjin.

—Han Jisung, no quiero verte  —siguió llorando—. Te tengo miedo... aléjate... —murmuró atemorizado. Se puso en posición fetal y siguió llorando desquiciadamente, hasta caer inconsciente de vuelta.

Hwang Hyunjin ya no estaba mejorando.

Porque la vida de Hwang Hyunjin había caído repentinamente.

—Oh, no... —dijo el hombre. Luego, palpó con cuidado los costados de Hyunjin para ver si encontraba algo que le sirviera para ayudarlo. Tocó de modo cauteloso hasta sentir la billetera, y la tomó. Revisó los pequeños bolsillos y encontró solo tres cosas: su identificación, una bolsita con restos de un polvo blanco y una foto de un chico joven de pelo rubio.

Tomó a Hyunjin en brazos y se dirigió a paso lento hasta el hospital.

"Qué increíble cómo se arruinan la vida las personas", pensó.

Cigarrillos de Sangre [Minsung]Where stories live. Discover now