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Lee Felix.

Lee Felix.

Lee Felix.

Lee Felix se sentía tan vacío que por momentos pensaba que, tal vez, si decía su nombre tres veces frente al espejo su alma se presentaría.

Su cuerpo se había llenado de tanto dolor que el espíritu se le había escapado por los ojos y ahora vagaba por esa casa.

Sabía de su existencia porque comía, hablaba, dormía e iba al baño. Se sentía como un invitado especial, como Hansel en la casa de la bruja.

Nadie lo hería pero estaba atrapado. La vida de Felix se deshacía poco a poco.

Han Jisung entró a la habitación.

—Hola, rubio. Te traje comida —dijo, apoyando con suavidad una bolsa en el suelo.

—Gracias... —susurró, incorporándose.

Últimamente Lee Felix pasaba más tiempo acostado y dormido que haciendo siquiera un esfuerzo por estar despierto.

—Felix, ¿Crees que estoy tratándote mal?  —preguntó Jisung, mirando la pared.

—Estoy secuestrado —respondió, tomando la bolsa y viendo qué había dentro. Se mostraba más en confianza, como si no tuviera tanto miedo.

—Oh, sí. Puedo ver eso —sonrió HanJi. A Felix se le revolvió el estómago—. Lo que me pregunto es si estoy siendo malo, si te estoy haciendo sufrir de verdad.

—¿Sufrir de verdad? —miró a un punto fijo dentro de la bolsa— No sé, Jisung. Estaba siendo algo feliz antes de... bueno.

Felix tomó el dulce que le llamó la atención y lo observó. Nunca había comido de esos en su vida.

—¿De verdad eras feliz? Chris dijo que tu madre...

—¿Mi madre qué? —interrumpió con tono desinteresado, rompiendo el envoltorio. Se cuestionó qué tan sano era el hecho de estar comiendo tantas cosas de mentira. Pensó en pedirle a Jisung que le diera algún vegetal, a ver qué pasaba.

—No, nada —sacudió la cabeza—. Estás muy tranquilo, rubio.

—No tengo otra opción, Han. Estoy de inquilino gratuito en tu casa, comiendo lo que compras y usando tu baño cuando me dejas. Estoy aquí en contra de mi voluntad y te detesto —se quedó en silencio unos segundos, procediendo a morder la golosina que había tomado antes—, pero no puedo hacer nada. Ni siquiera entiendo cuál es tu plan, ¿por qué no me mataste todavía? ¿No quieres hacerlo? ¿Disfrutas de guardar gente en tus bolsillos?

Han se lamió los labios.

—No, rubio. No lo disfruto. Pero no puedo soltarte, ¿sabes lo peligroso que sería para mí?

—¿Por qué hiciste lo de Hyunjin, entonces? ¿No te emociona la idea de que te atrapen?

—Cuando hice lo de Hyunjin me emocioné porque mi plan había salido bien. Nunca hago planes, fue sorprendente... pero no me generó nada la idea de ser atrapado. Solo fastidio.

—¿Fastidio?

—Sí. Ya tengo suficiente con mi propia mente como para que otros juzguen mis impulsos. No quiero que me digan qué debería hacer.

A Lee Felix la frialdad de Han Jisung lo desesperaba.

—Han —dijo—, me tienes secuestrado, ¿entiendes la magnitud de esto?

—No la entiendo —aceptó—. ¿Es tan malo? Sigues vivo y estoy cuidándote, me hago cargo de haber intentado atacarte. Pero nadie te está buscando ahí afuera, Felix. No hay carteles con tu rostro. Nadie sabe de ti y no están haciendo mucho por averiguarlo. La vida de las personas como tú no es relevante para nadie. Yo te saqué de ese infierno —lo miró fijamente.

Notó las lágrimas en los ojos del otro. Han Jisung creyó haber sentido empatía por primera vez en su vida. Pero no.

—Y te estoy ayudando a no consumir, de paso —agregó ante la no respuesta del secuestrado.

Felix dejó en el suelo lo que estaba comiendo.

—Eres un monstruo.

—Sí, rubio. Creo que mi madre parió a un monstruo. Pero este monstruo no eligió serlo, ¿sabes?

Han Jisung se dio la vuelta, decidido a salir de la habitación.

—Han —llamó Felix temerario, recibiendo una mirada—. ¿La próxima vez puedes traerme comida de verdad? —Han asintió— Vegetales —aclaró—.

Han Jisung sonrió.

—Claro, rubio.

La puerta se cerró junto con el pecho de Felix, que trataba de contener un llanto ruidoso y delatador. Harto de sostenerse, cansado de esperar a que entre aquel adicto a la muerte a alimentarlo ¿Para qué dejarlo seguir viviendo? Prefería quemarse y consumirse hasta ser solo sus restos en un cenicero.

Lee Felix necesitaba que Han Jisung terminara de romperlo para poder al fin irse. Ni siquiera irse en paz, solo irse.

Lee Felix ya no quería habitar esa vida arruinada.

Cigarrillos de Sangre [Minsung]Where stories live. Discover now