Capítulo 2.2

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¿No es lo normal?


En general, los brujos tuvieron problemas para entender el más reciente proyecto de Luz, aunque era algo normal, considerando que en las Islas no conocían la mayoría de conceptos sobre los cuales ella les habla.

—Tengo las fotos, sólo es cosa de editar y ponerlo todo junto —explica frente a la computadora, rodeada por sus amigos—. Estoy… estoy casi segura que ella no se enojara.

—¿Por qué lo haría? —pregunta Amity.

Luz y Vee intercambian una mirada acomplejada, considerando que son las únicas familiares con un concepto nuevo para la cultura de las brujas y demonios.

—Los humanos no son tan unidos cómo ustedes —dice la basilisco—, las diferencias son mal vistas.

—¿Por qué? Todos somos diferentes.

—Sí, pero…

La humana tiene problemas para darle una explicación al comportamiento de su propia especie, algo común para ella.

Pero Vee piensa en una buena analogía.

—Imagina que hubiesen varios emperadores, todos pensando de formas distintas —propone ella, sintiendo escalofríos ante la idea—. Algunos ven ciertas cosas como un problema, otros no.

—Eso suena terrible —Gus tiembla al decirlo—, ya con Belos hubo suficiente.

—¿Entonces quieres decirle a tu madre que te gustan los chicos y las chicas? —pregunta Hunter para aclararse—, ¿no es eso algo que todos sienten?

En esos momentos son Vee y Amity quienes le miran sorprendidas.

—No, Hunter —responde la bruja de cabello lila—. A mí no me gustan los chicos y, al igual que los demás, soy normal.

—Espera, ¿no todos son así? —Hunter duda.

Ahora sentía que esa era otra cosa que le hacía diferente al resto, incluso si insistían en el hecho de que era algo normal. Debía haber un motivo para que Luz sienta la necesidad de aclararlo, puede que las cosas no sean así en las Islas, pero ya no están ahí. ¿Deberá él hacer lo mismo? Todo es muy confuso.

Aunque el joven vuelve en sí al sentir una mano en cada hombro. Voltea hacia ambos lados para encontrarse con Luz y Gus apoyándole.

Pero la inseguridad se clava en su nuca. Su voz temblorosa al hablar.

—¿No sería mejor mantenerlo un secreto y ya?

—Hunter, estoy intentando no cerrarme tanto —aunque por el tono de Luz, pareciera que también se refiere a Hunter—, es difícil, pero este es un paso adelante.

—¿Pero y si los demás se enojan?

—¿Quiénes más? —cuestiona con seguridad—. Sólo me importan ustedes y mi mamá, y lo único que ella hará es esforzarse por cuidarme.

Con ello sus preocupaciones se calman, aunque es incapaz de dejar de girar la idea en su cabeza. Dentro de todo se encuentra seguro en esa casa, rodeado por personas que han demostrado sus palabras con acciones. No son las promesas de confianza y seguridad vacías del emperador, sus amigos han cumplido su palabra y promesas detrás de cada cosa.

Camila llega un poco después, llamando por ayuda con las compras, cosa que pronto es atendida por Amity y Willow. La primera por el deseo de dejar una buena impresión en su suegra, la segunda por saber que su amiga no tiene los brazos más fuertes.

Es con esa tranquilidad, mientras Luz, Hunter y Vee permanecen sentados en el suelo, con la espalda contra la pared, que la humana decide indagar en los comentarios del brujo.

—Así que —dice de la nada, buscando imágenes y diseños en Internet—… chicos, ¿huh?

—Ni se te ocurra. —Hunter conoce el tono burlón de Luz.

—Bueno, Gus, parece que esta conversación es mejor para ti. —dice Vee al levantarse, intercambiando lugares con el brujo en la litera.

Hunter permanece tenso en su lugar, las manos en el suelo y los hombros levantados. Por su parte, Luz deja la computadora delante suyo, alzando una ceja al mirarle. Gus, apoyado en el hombro de la humana, sonríe con la información que tiene al respecto. El mayor encuentra acorralado, cosa que hace su rostro arder ante la vergüenza.

Pero el ilusionista no habla, sabiendo que es una situación delicada. Aunque no le quitará la oportunidad de compartir algo con su amigo.

—Muy bien, Luz, chicos… ¿cómo te diste cuenta? —le pregunta a Luz.

—Leyendo, así empezó todo —comenta, suspirando con nostalgia—. Príncipes, vampiros, hechiceros, cazadores. Después tenía que ir a clases y toparme con compañeros —al terminar ríe por lo bajo, con una mano apretando las mejillas del menor—. ¿Tú también has puesto tus ojos en chicos?

—No me vas a hacer decirte quién. —le advierte con una expresión desafiante.

—¿Cómo le tenías de contacto?, ¿Matthy?

—¡Deja de hablar!

Los dos forcejean, Luz riéndose al verle reaccionar tanto, mientras que Gus trata de taparle la boca para que deje de exponerlo. Lo consigue, hasta que quita la mano con asco, la humana sonriendo con la lengua afuera.

Por un momento se cree salvado, observándolos pelear y rodar por el suelo. Hasta que Luz se lanza encima de Gus, dejándolo inmóvil contra el suelo, para mirar a Hunter y sonreír.

—Entonces… chicos, ¿no es así, Hunter?

—¿No… no podríamos hablar de chicas? —pide con una sonrisa nerviosa.

—Oh, claro, ¿cómo empezó?

El mayor suspira profundo, dejando sus hombros relajarse y apoyando las manos en su regazo.

—Bueno… en ambos casos fueron las pocas novelas que podía sacar de otros guardias —se ríe al recordar esos días—, sólo hay libros de investigación y teoría en el castillo.

Así procede a contarles.

Tenía que escabullirse los días que Belos dejaba los terrenos del castillo, para así meterse en las barracas y salas comunes, buscando los libros que otros traían para matar el tiempo o distraerse de la jornada. Un par de horas hasta terminarse novelas completas, después corriendo para dejarlos en la misma posición en la que los encontró.

Deja su ensoñación al darse cuenta de la mirada de sus dos amigos puesta en él.

—¿Querías besar a las hermosas guerreras? —pregunta Luz con un tono burlón, haciendo sonidos  exagerados al besuquear el aire.

—Me gustaba la idea de tener a alguien especial, poder estar… seguro.

La tensión vuelve en su carne, se abraza las piernas y evita la mirada del resto. Ahora sabe que su vida en el castillo no era normal, que el emperador no lo amaba —no de una manera sana, si es que en algún punto lo hizo—.

—Bueno, nos tienes a nosotros. —Luz se arrastra hasta quedarse a una corta distancia suya, sólo por si acaso.

—Te queremos, Hunter. —agrega Gus, sonriendo comprensivo.

El brujo menor sabe lo que pasa por su cabeza, también lo siente, en mayor o menor medida. Esa sensación que va carcomiendo de forma constante, en ocasiones se siente peor, tan vivo que nubla la mente por completo.

Así siente que va avanzando, así que debe tragarse los sollozos para poder hablar.

—Ustedes son unos sensibles. —se ríe Hunter.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCWhere stories live. Discover now